Ídolos del balón, villanos del clima: la emergencia climática no llega a la burbuja del fútbol
Muchas de las figuras del Mundial de Qatar forman parte del pequeño porcentaje de la población que multiplica las emisiones que calientan el planeta
Cuando todavía no ha terminado la cumbre de Egipto contra la grave amenaza del cambio climático, ya se eleva la atención hacia el todavía no comenzado Mundial de Qatar, la gran fiesta de unos ídolos del balón que no destacan por su compromiso contra el calentamiento del planeta. Convertidos en millonarios gracias al fútbol, muchas de las figuras mundialistas como Lionel Messi, Neymar Junior, Cristiano Ronaldo o Robert Lewandowsk...
Cuando todavía no ha terminado la cumbre de Egipto contra la grave amenaza del cambio climático, ya se eleva la atención hacia el todavía no comenzado Mundial de Qatar, la gran fiesta de unos ídolos del balón que no destacan por su compromiso contra el calentamiento del planeta. Convertidos en millonarios gracias al fútbol, muchas de las figuras mundialistas como Lionel Messi, Neymar Junior, Cristiano Ronaldo o Robert Lewandowski forman parte del pequeño porcentaje de la humanidad que dispara las emisiones que calientan la Tierra. Según un estudio reciente publicado en Nature, desde 1990 el 50% de la población del mundo con menos recursos ha sido responsable del 16% del aumento de gases que causan el cambio climático, mientras que el 1% de los más ricos ha generado el 23%.
En el caso de estas estrellas globales del deporte, no solo llaman la atención sus coches de lujo y jets privados, sino en muchos casos su indisimulada indiferencia hacia la emergencia climática, un enorme problema para la humanidad causado por la quema de combustibles fósiles. Aún resuena el eco de las risas de Kylian Mbappé, hace unos meses, al ser preguntado en una rueda de prensa por qué su equipo había usado el avión para un desplazamiento corto que podía realizarse en tren, un medio de transporte con muchas menos emisiones. Salvo alguna rarísima excepción, el fútbol de alto nivel sigue compartándose como una gran burbuja que no quiere enterarse del cambio climático.
“La mayoría de las marcas quieren convencer de que tienen una intención sostenible, aunque no sea cierto, pero los futbolistas ni siquiera tienen un mínimo interés en hacerlo”, critica Nico Ordozgoiti, director creativo de la agencia publicitaria We Are Social. “Viven en una burbuja, suelen ser jóvenes, hombres, viven en una cultura tóxica de presión grupal, y en ese ámbito este mensaje se toma a risa. Pero un futbolista que tuviera un mensaje sostenible tendría muchísimo más impacto que todos los activistas que se pegan a cuadros. Cualquier activista mataría para que Messi o Mbappé dijeran algo sobre concienciación ambiental”.
¿Por qué los jugadores no hablan sobre este tema? EL PAÍS ha consultado a varios futbolistas en activo y sus clubes, y ninguno de ellos han querido realizar declaraciones sobre la cuestión climática, un tema que generalmente tampoco suelen tocar en sus entrevistas. Sí ha hablado el exfutbolista Jorge Valdano, que ganó el Mundial de 1986 con Argentina: “Para mí, el cambio climático es un tema importantísimo, no se trata ya de futuras generaciones, sino de efectos que nos están alcanzando ahora”. Para el argentino, “el fútbol no hace más que representar lo que ocurre en la sociedad, la riqueza cada vez está más concentrada en unos pocos, y en fútbol eso también pasa, unos pocos grandes equipos ganan fortunas mientras los equipos de nivel medio viven bien pero lejos de poder pagarse aviones privados”. Valdano critica que no se estén haciendo movimientos para concienciar a los futbolistas, que son un ejemplo social. “Ese movimiento debería venir de los clubes, que tendrían que explicar que algunos comportamientos tienen un efecto social delicado en cuanto a cambio climático”.
También muestra su interés por este asunto una estrella en activo, pero del fútbol femenino, Vero Boquete, excapitana de la selección española y actual jugadora de la Fiorentina. “Estoy muy concienciada por el cambio climático, de hecho voy a los entrenamientos en bicicleta, porque además vivo cerca y no tengo problemas de fama”. Esta jugadora asegura que para los grandes ídolos masculinos no es tan sencillo. “Por una parte, hay intereses de marcas, ya que patrocinan los equipos, y por otra, los jugadores no quieren que los tachen de hipócritas, porque al final todos tienen coches y viajan en avión cada fin de semana”. En su opinión, tendrían que ser los clubes y federaciones los que deberían impulsar este cambio.
De hecho, petroleras, fabricantes de coches y aerolíneas son algunos de los patrocinadores más habituales de los mayores equipos de fútbol. Los jugadores del Real Madrid, Arsenal, Milan y Benfica, por ejemplo, publicitan todos en su camiseta la compañía aérea Emirates. “Los grandes clubes dan una visibilidad global, por eso los eligen estas grandes marcas”, señala Carlos Cantó, autor del Barómetro del patrocinio deportivo. En el caso de las selecciones que acuden al Mundial, la FIFA no permite que los equipos salgan a jugar con publicidad en las competiciones oficiales, pero también tienen sponsors, que promocionan de otras formas. Cuando Messi entrena, en su camiseta lleva las siglas de YPF, la principal petrolera del país. Y el pasado octubre Aerolineas Argentinas, YPF y la Asociación del Fútbol Argentino presentaron el avión de la Selección Argentina de Fútbol, que lleva en su cola la imagen de Messi. Mientras tanto, más de una veintena de organizaciones europeas piden prohibir en eventos deportivos la publicidad relacionada con combustibles fósiles, aviones o coches contaminantes, como ocurrió en el pasado con el tabaco.
“Iberia patrocina los vuelos de la selección [española] y el equipo viaja con ellos”, comenta Cantó. Precisamente la Roja se subió a un avión el pasado septiembre para viajar de Madrid a Zaragoza (274 kilómetros), cuando este trayecto puede realizarse en tren en una hora y 20 minutos. En este caso, aunque fue solo días después de las sonoras carcajadas de Mbappé, nadie preguntó en la rueda de prensa sobre la pertinencia del medio de transporte empleado. El vuelo solo eran 10 minutos menos (sin contar esperas y desplazamientos al aeropuerto), pero contaminaba de 10 a 20 veces más.
Con una amplia red de trenes de alta velocidad en España, Renfe confirma que mantiene acuerdos con más de 100 clubes y federaciones de varios deportes en el país, así como con equipos como el Betis (en Primera) y el Leganés (en Segunda), además de con otros que prefieren no hacer público. Sin embargo, tres gigantes de la Liga de fútbol como el Madrid, el Barcelona y el Atlético usan el avión incluso para distancias cortas. Greenpeace realizó un análisis sobre los desplazamientos del campeonato liguero de 2019/20: “En un Betis-Real Madrid, el Madrid iba a Sevilla en avión, pero a la vuelta el Betis iba a Madrid en AVE”, dice Adrián Fernández, de la organización ecologista. La Liga no tiene ninguna política sobre viajes, pero sí aconseja a los clubes que traten de hacerlos “más sostenibles”. Además, la entidad ha comenzado a exigir a los clubes que midan su huella de carbono.
Colecciones de coches
Más allá de los desplazamientos de los equipos, algunos futbolistas no tienen problema en mostrar en sus redes sociales sus colecciones de coches contaminantes de alta gama y aviones privados. “Asociar la imagen de coches y aviones a figuras tan famosas fortalece y normaliza estos productos, y plantea una escala aspiracional para el resto de la población y genera una ansiedad por el estatus para las clases sociales con menos recursos”, señala David Lois, profesor de Psicología Social en la UNED.
Coincide Carlos María Alcover, profesor de Psicología Social de la URJC: “Mucha gente interioriza que tener un coche grande, sin importar lo que contamine, es un modelo de éxito. El coche da estatus, es un símbolo de poder, sobre todo para los hombres”. En su opinión, eso permea en la gente: “Una cosa es lo que se declara y otra lo que se piensa. Aunque muchas personas digan que quieren ser más sostenibles, en realidad les gustaría tener un cochazo similar”.
Ubaldo Cuesta, director del máster de Publicidad de la Complutense, tercia: “La influencia de estos líderes sociales se produce de forma sutil, con aprendizajes vicarios, es decir, con marcos de referencia que se quedan en el inconsciente y que tú, que los admiras, acabas imitando. No tendrás un coche de lujo, pero querrás tener coche. Cuando más admires al futbolista, más probable es que te empape su modo de vida”. Jaime Gil Lafuente, profesor de Marketing de la Universidad de Barcelona, señala que las marcas contaminantes se asocian a los clubes para que su imagen aparezca a todas horas y se normalice: “Una de las normas del neuromarketing es que cualquier elemento que ves a menudo lo consideras familiar y lo aceptas”.
Aprovechar ese tirón lleva a las marcas de coches a patrocinar a los grandes equipos y a cederles vehículos nuevos cada año a los jugadores de la plantilla —que luego deben devolver— para que los luzcan a su llegada a los entrenamientos. BMW lo hace con el Real Madrid, Cupra con el FC Barcelona y Hyundai con el Atlético. Los futbolistas suelen escoger modelos deportivos muy contaminantes, aunque algo empieza a cambiar: todos los futbolistas del Madrid recibieron un coche eléctrico, así como los del Bayern de Múnich, patrocinado por Audi, mientras que Hyundai explica que los atléticos han pedido modelos híbridos y eléctricos.
Cualquier otra forma de moverse que no sea en coche suena disruptiva en el fútbol de primer nivel. Así lo demuestra el revuelo que se formó cuando Gerard Piqué fue al entrenamiento del Barcelona en una bicicleta eléctrica (en 2018 y 2020), o cuando su compañero Marc-André ter Stegen ha sido visto alguna vez viajando en transporte público. “El metro va muy bien y es más rápido que el coche”, dijo en 2019. Aunque lo normal es que ambos se desplacen en coche. David Lois pide precisamente utilizar a estas estrellas en campañas institucionales para impulsar la movilidad sostenible: “Si salieran los futbolistas hablando de desplazarse en transporte público, bicicleta o andando sería muy positivo”.
David Moscoso, catedrático de Sociología del deporte en la Universidad de Córdoba, apunta que “los cambios sociales en el ámbito del fútbol son muy lentos” y además “todavía hay negacionismo climático en estratos sociales más bajos, que son precisamente los más seguidores del fútbol y los futbolistas”, tal y como lo muestra la Encuesta de hábitos deportivos en España. “No hacer alusión expresa al cambio climático evita que los jugadores generen una cierta animadversión en una parte de sus aficionados”, añade.
Aunque también se empiezan a ver signos contrarios: la mofa de Mbappé por la movilidad sostenible generó una fuerte crítica social y es improbable que se repita en público. El publicista Ordozgoiti, miembro de Creatives for the future, lo resume así: “A mucha gente le pareció inquietante que no solo no hagan nada, sino que encima se rían. Y eso también tiene un impacto. Deberían preguntarles constantemente, es importante que se retraten, porque tienen mucha influencia en la sociedad”.
Un Mundial que promete ser cero emisiones en un país petrolero
¿Puede ser un Mundial de fútbol considerado neutral desde el punto de vista del cambio climático en un país petrolero? Al igual que hacen ya muchas empresas, instituciones o ciudades, los organizadores de Qatar 2022 se han comprometido a que esta competición sea emisiones cero netas, es decir, a compensar sus emisiones (con otros proyectos que las reduzcan o pagando a otros por sus reducciones) para poder catalogar el evento como neutral para el clima. Sin embargo, existen muchas dudas con respecto a esta promesa, más siendo en un país petrolero como Qatar. De hecho, en la cumbre del clima que se está celebrando en Egipto expertos de la ONU presentaron unas reglas para evitar el llamado “greenwashing” (lavado de imagen) con estos compromisos de neutralidad climática. Por ejemplo, que una entidad no puede declararse neutral para el calentamiento si sigue apostando por combustibles fósiles (como el petróleo).
En lo que respecta al cálculo concreto de las emisiones generadas por el Mundial, el informe elaborado por la FIFA asegura que esta competición de fútbol va a generar 3,6 millones toneladas de CO₂, la mayor parte de ellas a causa del transporte (un 51,7%), así como la construcción de infraestructuras (24,2%) y el alojamiento (20,1%). No obstante, estudios posteriores como el de Carbon Market Watch también cuestionan esta contabilidad, pues aseguran que el impacto de los nuevos estadios construidos es mucho mayor de lo estimado.
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