Un estudio sugiere que el cambio climático incrementó las desastrosas lluvias en Pakistán
Las inundaciones y avalanchas han destruido 1,7 millones de hogares y han desencadenado una crisis humana. La ONU considera que este episodio “demuestra la absoluta insuficiencia de la respuesta global” ante el calentamiento
La población de Pakistán está sufriendo las consecuencias de las intensas y duraderas lluvias, que han provocado el desbordamiento del río Indo a lo largo del país, además de deslizamientos de tierras y avalanchas. De momento, han muerto más de 1.300 personas, se han destruido 1,7 millones de hogares y ...
La población de Pakistán está sufriendo las consecuencias de las intensas y duraderas lluvias, que han provocado el desbordamiento del río Indo a lo largo del país, además de deslizamientos de tierras y avalanchas. De momento, han muerto más de 1.300 personas, se han destruido 1,7 millones de hogares y se ha desencadenado una crisis humana. Un estudio de expertos climatólogos internacionales apunta ahora a que “el cambio climático causado por el hombre probablemente aumentó” estas intensas lluvias. “Las precipitaciones extremas en la región han aumentado entre un 50% y un 75% y algunos modelos climáticos sugieren que este aumento podría deberse completamente al cambio climático”, apuntan los autores. Estos expertos climatólogos también admiten que existen importantes “incertidumbres” en los resultados de su análisis de atribución.
En el estudio han participado 26 investigadores de diez países que forman parte del World Weather Attribution (WWA), un grupo de científicos que se ha especializado en analizar los fenómenos meteorológicos extremos y en determinar si están alimentados por el cambio climático. El calentamiento global ha supuesto ya un incremento de las temperaturas medias del planeta de algo más de 1,1 grados Celsius. Pero, además, los científicos han determinado que también ha hecho que los eventos extremos sean más intensos y frecuentes.
Como este tipo de fenómenos siempre se han dado en el planeta, se requieren estudios científicos para poder atribuir un evento concreto al cambio climático. Y, básicamente, lo que hace este grupo de investigadores es estudiar a través de diferentes modelos climáticos cómo de probable hubiera sido un fenómeno si no existiera el calentamiento global.
Friederike Otto, la climatóloga que dirige el WWA, ha explicado en una conferencia de prensa que, como norma general, es más sencillo con el conocimiento científico actual la atribución al cambio climático de las olas de calor que los episodios de inundaciones. Además, los investigadores señalan que en la zona donde se han producido las precipitaciones torrenciales en Pakistán el “patrón de lluvia es extremadamente variable de un año a otro”. Por eso reconocen los investigadores que no se ha podido “cuantificar la influencia del cambio climático con la precisión que ha sido posible en otros estudios de fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y las fuertes lluvias en áreas con menos variabilidad y modelos más confiables”. “Nuestra evidencia sugiere que el cambio climático jugó un papel importante en el evento, aunque nuestro análisis no nos permite cuantificar cómo de grande fue ese papel”, aclara Otto.
Lo que sí se puede hacer con total seguridad es calificar estas lluvias de históricas. Porque, según apunta el estudio de WWA, “Pakistán recibió más de tres veces su precipitación habitual en agosto, lo que lo convierte en el agosto más lluvioso desde 1961″. Y las dos provincias del sur, Sind y Baluchistán, “experimentaron su agosto más lluvioso jamás registrado”.
Más de 33 millones de personas han resultado afectadas por estas inundaciones en Pakistán, que han supuesto una crisis humana. Pero las lluvias —posiblemente impulsadas por el cambio climático, según este informe— no son las únicas responsables. “Los impactos devastadores también fueron impulsados por la proximidad de los asentamientos humanos, las infraestructuras (viviendas, edificios, puentes) y las tierras agrícolas a las llanuras de inundación; las inadecuadas infraestructuras, la limitada capacidad previa de reducción de riesgos, un sistema de gestión de los ríos obsoleto, las vulnerabilidades acentuadas por altas tasas de pobreza y factores socioeconómicos (por ejemplo, género, edad, ingresos y educación), y la inestabilidad política y económica”.
Hacia esa misma dirección apuntaba en su último informe el IPCC ―el panel de expertos internacionales sobre cambio climático de la ONU— cuando advertía de que entre 3.300 y 3.600 millones de personas (cerca de la mitad de la población mundial) viven ahora en contextos considerados “altamente vulnerables” al cambio climático. Y la razón no es solo geográfica, sino que el riesgo aumenta también por la mala situación socioeconómica de la población que se ve afectada por un evento extremo como las inundaciones que ahora padece Pakistán.
Respuesta global
António Guterres, secretario general de la ONU, que ha visitado Pakistán esta semana, ha advertido de la “pérdida devastadora de vidas”, el “enorme sufrimiento humano” y los “daños masivos a la infraestructura y los medios de subsistencia”. “La zona inundada es tres veces más grande que la de todo mi país, Portugal”, añadió durante una conferencia de prensa en Nueva York la madrugada del jueves. “Lo que está sucediendo en Pakistán demuestra la absoluta insuficiencia de la respuesta global a la crisis climática (...) Ya sea Pakistán, el Cuerno de África, el Sahel, las pequeñas islas o los países menos desarrollados, los más vulnerables del mundo, que no hicieron nada para causar esta crisis, están pagando un precio horrible”. Guterres ha recordado que los países del G-20 son responsables del 80% de las emisiones y ha criticado que no se ejecuten los “recortes drásticos de las emisiones” de gases de efecto invernadero —ligadas principalmente a los combustibles fósiles― que la ciencia ha pedido para evitar el calentamiento más catastrófico.
Pero, al margen de lo que se deben reducir esas emisiones para no seguir empeorando el problema todavía más, el nivel de calentamiento actual y sus consecuencias en forma de fenómenos extremos no desaparecerán durante muchas décadas. Por eso, los países con menos recursos empujan para que el debate sobre las compensaciones que los países desarrollados deben asumir se afronte en las negociaciones sobre cambio climático que se celebran anualmente.
Precisamente, Oxfam Intermón ha publicado este viernes un informe en el que advierte de que “el hambre extrema se ha multiplicado por más de dos en los 10 países más afectados por el cambio climático”. Esta ONG ha identificado diez puntos críticos en el planeta: Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue. Se trata de las naciones del mundo en las que la ONU ha tenido que hacer más llamamientos de emergencia por fenómenos extremos en los últimos seis años. “En la actualidad, 48 millones de personas se encuentran en situación de hambre severa en estos países, frente a los 21 millones de personas de 2016. De ellas, 18 millones están al borde de la hambruna”, detalla Oxfam.
“El cambio climático ya no es una bomba de relojería: está explotando ante nuestros ojos”, ha sostenido a través de un comunicado Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional. “La oleada de desastres climáticos supera con creces la capacidad de las personas pobres para hacerles frente, sumiéndolas aún más en una situación de hambre extrema”. El informe presentado este viernes recuerda que estos 10 países emiten tan solo el 0,13% de los gases de efecto invernadero mundiales, frente al 80% que acumulan los miembros del G-20.
Oxfam acusa a las naciones más desarrolladas de seguir apoyando a las multinacionales de combustibles fósiles, que en muchos casos patrocinan las campañas electorales de políticos de uno y otro signo, como ocurre en Estados Unidos. “El promedio diario de los beneficios obtenidos por las empresas de hidrocarburos en los últimos 50 años asciende a 2.800 millones de dólares”, añade esta ONG. “Los beneficios obtenidos por estas empresas en menos de 18 días bastarían para financiar la totalidad de los llamamientos humanitarios de Naciones Unidas en 2022, cuyo coste asciende a 49.000 millones de dólares”, concluye esta organización.
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