El Instituto Español de Oceanografía alerta del riesgo de otro episodio de muerte masiva de peces en el mar Menor
El organismo del CSIC ha elaborado un informe para evaluar el efecto de las lluvias torrenciales de marzo sobre la laguna salada
El Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha alertado este martes del riesgo que corre el mar Menor de sufrir otro episodio de muerte masiva de peces y otros organismos. El centro del CSIC ha elaborado un informe para evaluar el estado de la laguna salada tras las lluvias torrenciales de marzo, cuyas conclusiones apuntan a que el aumento de nutrientes y de materia orgánica impulsan la eutrofización de este ecosistema acuático, un proceso que se traduce en el aumento de...
El Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha alertado este martes del riesgo que corre el mar Menor de sufrir otro episodio de muerte masiva de peces y otros organismos. El centro del CSIC ha elaborado un informe para evaluar el estado de la laguna salada tras las lluvias torrenciales de marzo, cuyas conclusiones apuntan a que el aumento de nutrientes y de materia orgánica impulsan la eutrofización de este ecosistema acuático, un proceso que se traduce en el aumento de algas, el agotamiento del oxígeno y, por último, en el fallecimiento de los animales. El último gran episodio similar tuvo lugar en agosto de 2021, mientras que en los últimos días, el comité científico que vigila la laguna ha avisado de un peligroso aumento de las algas en la zona. “Existe una alta probabilidad de que ocurra un episodio como el del pasado agosto, pero no sabemos cuándo será. En las circunstancias actuales no se puede hacer nada para evitarlo”, resume Juan Manuel Ruiz, profesor de investigación del IEO-CSIC y uno de los autores del informe.
El documento, elaborado a petición del Ministerio para la Transición Ecológica, actualiza los estudios previos realizados por el IEO-CSIC sobre el seguimiento científico del estado del mar Menor. Los autores del estudio —también P. Clemente-Navarro y R. García Muñoz— señalan que cualquier análisis de la situación de la laguna debe estar contextualizado en el proceso de eutrofización que ha venido sufriendo en las últimas décadas por el aporte masivo de nutrientes procedentes de la actividad humana, sobre todo por la agricultura intensiva y el turismo excesivo.
Estas sustancias, principalmente nitrógeno y fósforo, entran en la laguna a través de la escorrentía superficial en las ramblas, mediante las aguas subterráneas o por arrastre de agua y materiales de cuenca durante las lluvias torrenciales, como las sucedidas los últimos meses. “Las lluvias arrastran hacia la laguna toneladas de materiales desde los terrenos agrícolas cercanos, que son muy ricos en nitrógeno y en fósforo, que es lo que activa el crecimiento del fitoplancton”, apunta Ruiz. “Además, la escorrentía atraviesa los núcleos urbanos, donde satura las redes de saneamiento, que están infradimensionadas, y hace que toda esa agua contaminada con aguas residuales y otros contaminantes urbanos acaben en el mar Menor”, prosigue.
De hecho, según los datos de Transición Ecológica, el mes de marzo fue el más húmedo en la Región de Murcia en los últimos 62 años y ha coincidido, además, con dos episodios de calima de especial intensidad. Estas anomalías climáticas, unidas a la alta concentración de nutrientes ya existente en la laguna salada, forman un cóctel perfecto para el crecimiento rápido de especies como las macroalgas, y son el exponente más claro del proceso de eutrofización que vive la zona.
Además, el documento advierte de que las fuertes lluvias han provocado también una brusca caída de la salinidad, una variable que para los científicos tiene una gran importancia en el mar Menor. Tras las precipitaciones, y a consecuencia de la elevación del nivel freático —la capa superior del acuífero—, continúan los aportes de agua dulce con alto contenido en nutrientes a la laguna, lo que, según las proyecciones científicas, también interferirá en la dinámica estacional de la salinidad.
Los científicos alertan de que estos problemas se producirán cada vez más. “Este tipo de episodios se ha hecho más frecuente desde 2016, cuando colapsó el ecosistema, porque el mar Menor está en un estado más vulnerable, más inestable y, por lo tanto, más susceptible de sufrir anoxia —falta de oxígeno—”, señala el científico. “Con el cambio climático irá a más, porque habrá cada vez más fenómenos extremos, como olas de calor y lluvias torrenciales, lo que acabará repercutiendo también en la laguna”, concluye.
Por otro lado, los expertos del IEO-CSIC han detectado un notable aumento de la turbidez de la columna de agua a partir de febrero de este año. Este nuevo episodio se debe, sobre todo, a los aportes de materiales durante los episodios de lluvias, pero podría mantenerse en las próximas semanas o incluso meses por el desarrollo de comunidades de fitoplancton —seres vivos de origen vegetal que viven flotando en el agua—. Además, se da un brusco incremento de la clorofila que es probable que continúe creciendo por el aumento de temperaturas y horas de sol propios de la primavera.
Alerta en los últimos días
La semana pasada, los expertos en el mar Menor dieron la voz de alarma por el rápido crecimiento de unas algas conocidas como cabello de ángel (Chaetomorpha linum) mezcladas con ovas (otro tipo de alga) en varias zonas, incluida La Manga del mar Menor. Esta planta aparece cuando en el agua hay exceso de nitrógeno, que en la laguna lo provocan los vertidos que llegan por diferentes ramblas, cargados de los restos de los fertilizantes que se usan en la agricultura. Las últimas mediciones indican que están entrando “valores elevadísimos” de nitrógeno, en torno a los 21.000 kilos diarios, según advirtió el miércoles Emilio Maria Dolores, presidente del comité científico que vigila la laguna, formado por políticos y expertos. Esta situación alarmante “marca un inicio de eutrofización”, que si no se para hará que, probablemente, “la situación sea igual o peor que la del año pasado”, en referencia al episodio vivido en agosto.
La franja de algas detectada en la zona de La Manga se encuentra a unos 100 metros de la costa y ocupa unos dos kilómetros de largo y una media de unos 50 metros de ancho, ha calculado la Plataforma Pacto por el Mar Menor. El Gobierno regional está retirando las algas desde hace más de tres semanas, el único método que existe para evitar que se descompongan en las orillas formando un limo que se desplaza y que, con la aparición del fitoplancton (compuesto de organismos microscópicos), conduce a una disminución del oxígeno. De momento, se han sacado más de 10.000 toneladas de biomasa y de algas.
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