Los gases que calientan el planeta caerían un 25% con una recuperación verde mundial
La ONU destaca que las medidas para salir de la crisis del coronavirus pueden ayudar a cumplir el Acuerdo de París
La pandemia ha afectado entre otras muchas cosas a la lucha mundial contra el calentamiento global: ha retrasado los nuevos planes climáticos que los países debían presentar este año para recortar sus emisiones de efecto invernadero durante esta década. Pero, a la vez, los programas de recuperación y estímulos públicos para salir de la crisis económica generada por el coronavirus pueden suponer ...
La pandemia ha afectado entre otras muchas cosas a la lucha mundial contra el calentamiento global: ha retrasado los nuevos planes climáticos que los países debían presentar este año para recortar sus emisiones de efecto invernadero durante esta década. Pero, a la vez, los programas de recuperación y estímulos públicos para salir de la crisis económica generada por el coronavirus pueden suponer una oportunidad única para cumplir con el Acuerdo de París. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) considera que si se apuesta por una recuperación verde que incentive las formas de generar energía libres de dióxido de carbono (CO₂), los países podrían enderezar el rumbo y avanzar hacia el objetivo de ese pacto climático: que el incremento de la temperatura se quede dentro de los límites menos catastróficos posibles.
En concreto, el Pnuma considera que esa recuperación verde mundial podría hacer que se recortaran un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales en 2030 respecto a lo que ocurrirá con las políticas actuales. Esto supondría que los países se situarían en la senda para cumplir una de las metas del Acuerdo de París, que esta semana cumple cinco años: que el aumento de la temperatura se quede por debajo de los dos grados centígrados respecto al nivel preindustrial (el calentamiento está ya en los 1,2 grados de media). Para la meta más ambiciosa del acuerdo —que la subida no supere los 1,5 grados— todavía harían falta esfuerzos adicionales.
Desde hace meses, la posibilidad de poner en marcha una recuperación verde que incentive una economía baja en emisiones de CO₂ se ha convertido en un mantra de diversos organismos internacionales y de muchos Gobiernos. La idea es hacer compatible la recuperación económica con los objetivos de reducción de emisiones para cumplir con el Acuerdo de París. Pero “solo unos pocos países han transformado la retórica verde en medidas de recuperación con bajas emisiones de carbono, es decir, medidas que conducen a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”, expone el Pnuma en un informe presentado este miércoles.
Se trata del estudio anual que realiza este organismo de la ONU para monitorizar la distancia existente entre los objetivos del Acuerdo de París y los planes que tienen que presentar todos países para cumplir con esas metas de dejar el incremento medio de las temperaturas entre los 1,5 y los dos grados. Y, según recuerda el Pnuma este miércoles, lejos de alcanzar esos objetivos, los planes que han presentado hasta ahora los Gobiernos llevarán a un incremento de la temperatura de 3,2 grados a finales de este siglo. Por eso era necesario que durante este 2020 los países actualizaran al alza sus planes de recorte de emisiones para esta próxima década, que deben servir para encarrilar al planeta hacia las metas de París.
Finalmente, la mayoría de los países pondrán sobre la mesa esos planes (conocidos por sus siglas en inglés NDC) en la próxima cumbre del clima mundial, que se celebrará en noviembre de 2021 en Glasgow (Reino Unido). Pero el Pnuma ha querido poner el énfasis en cómo pueden encaminarse los Estados por la buena senda climática si se apuesta por una recuperación verde, que implicaría priorizar “el apoyo directo a las tecnologías e infraestructuras de cero emisiones”, además de “la reducción de los subsidios a los combustibles fósiles”, el veto a las nuevas plantas eléctricas alimentadas con carbón y soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación a gran escala. Muchas de esas fórmulas, que llevarían a esa reducción del 25% de las emisiones de efecto invernadero en 2030, ya aparecían en la propuesta que el Fondo Monetario Internacional y la Agencia Internacional de la Energía presentaron a mediados de año.
“Estamos gastando en los paquetes de estimulo un dinero que pagarán las siguientes generaciones”, explica a EL PAÍS la directora ejecutiva del Pnuma, Inger Andersen. “Es algo bueno”, añade, “pero se van a prestar al sector industrial cantidades astronómicas y espero que esa financiación ayude a una transición verde”. El problema es que, de momento, los principales países del mundo no han tomado claramente este camino. Un claro ejemplo son los miembros del G20, “que son responsables del 78% de las emisiones mundiales”, pero que “en sus programas de recuperación han empleado hasta ahora 230.000 millones de dólares [190.000 millones de euros] en estímulos para los combustibles fósiles y 150.000 millones [124.000 millones de euros] en el sector de las renovables”, señala Andersen. El informe del Pnuma apunta a que hasta septiembre las medidas fiscales mundiales habían ascendido hasta los 12 billones de dólares (casi 10 billones de euros). Pero “el gasto en la recuperación ha sido principalmente de alto carbono [que contribuye a aumentar las emisiones] o neutral [que no tiene efectos]”, remarca el estudio presentado este miércoles.
Sin embargo, los investigadores encargados de elaborar el texto resaltan que el análisis preliminar de los planes puestos en marcha apuntan a que “las políticas bajas en carbono han sido ligeramente más frecuentes en las medidas de recuperación que en las medidas de rescate”. Y si esta tendencia se mantiene, puede resultar clave cuando se terminen de perfilar los planes de recuperación.
Planes a corto plazo
Las medidas de confinamiento por el coronavirus y la crisis económica ligada a la pandemia han hecho que caigan las emisiones de gases de efecto invernadero. El Pnuma recuerda que la previsión es que las emisiones del principal de esos gases, el CO₂, desciendan alrededor de un 7% este 2020. Pero, tras décadas de crecimiento continuo y acumulación de estos gases en la atmósfera, la incidencia de la bajada de este año será irrelevante: “Esta caída solo se traduce en una reducción de 0,01 grados del calentamiento global para 2050″, apunta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Hasta la fecha, 126 países han presentado compromisos para llegar a las emisiones netas cero a mediados de siglo. Y la Administración de Joe Biden, que reincorporará a Estados Unidos al Acuerdo de París, también tiene esa intención. La buena noticia es que todos esos países representan el 63% de las emisiones mundiales y, si realmente se cumplen las promesas, el mundo estaría encaminado a cumplir los objetivos del pacto. La mala es que existe una “gran discrepancia” entre esos planes a 2050 y las hojas de ruta trazadas para esta década por esos mismos países. Es decir, para que las promesas para mediados de siglo sean “viables y creíbles”, los Gobiernos deben traducirlas “urgentemente en políticas y acciones sólidas a corto plazo y reflejarse” en los NDC que presentarán el próximo año.
Vuelos cortos
El Pnuma advierte en su informe del gran impacto que pueden tener en el calentamiento los sectores marítimo y aéreo, que actualmente representan el 5% de las emisiones mundiales. Pero si no se toman medidas, ese porcentaje se puede disparar en el futuro. Por eso el estudio aboga por intentar abordar planes de renovación tecnológica.
Los autores del texto resaltan además la importancia de que los Gobiernos incentiven los cambios de hábitos entre la ciudadanía. Y apuestan por medidas como la sustitución de los vuelos nacionales de corta distancia por desplazamientos en tren, incentivos e infraestructuras para permitir el uso de la bicicleta y el uso compartido de automóviles, mejoras en eficiencia energética de las viviendas o políticas para reducir el desperdicio de alimentos.
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