¿Por qué no hay auroras boreales en todas las latitudes?

El fenómeno de las auroras se produce de manera más frecuente en la franja que va de los 60° a los 75° de latitud, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur

La aurora boreal en el cielo en Straumur, cerca de Keflavik, en Islandia. Foto: OWEN HUMPHREYS - PA IMAGES (PA IMAGES VIA GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV

El nombre de este fenómeno natural, aurora borealis, se lo puso Galileo Galilei y las llamó así porque pensó que se producían cuando la luz solar se reflejaba en la atmósfera. Pero la realidad no es tan simple. Las auroras tienen su origen en el viento solar, que es una corriente de partículas cargadas que sale del Sol y choca con las atmósferas de los distintos planetas.

Cuando el viento solar llega a la atmósfera de la Tierra colisiona con los gases que hay en ella y eso es lo que produce las auroras con esos colores tan espectaculares. Esto ocurre en una parte de la atmósfera que se llama ionosfera y que es el conjunto de capas que están por encima de los 80 kilómetros de altitud.

Quienes vivimos en el hemisferio norte, hablamos sobre todo de auroras boreales. Pero también las hay en el hemisferio sur, y a esas las llamamos auroras australes. El fenómeno se produce normalmente solo en latitudes altas (entre los 60° y los 75° de latitud), en ambos hemisferios. Para hacernos una idea, la península Ibérica está entre los 43° y los 36° de latitud norte; y Argentina, entre los 21° y los 55° de latitud sur.

En el hemisferio norte, la zona auroral cubre Escandinavia, Islandia, Groenlandia, norte de Canadá, Alaska y norte de Siberia. En el sur, esa franja no pasa por lugares poblados, sino que ocupa el norte de la Antártida y el océano Antártico. Las auroras se ven con mucha más frecuencia en esas zonas de latitudes altas debido a la forma del campo magnético de la Tierra: es en esos dos anillos, situados cerca de ambos polos del planeta, donde las partículas cargadas del viento solar encuentran el camino para penetrar hacia la atmósfera y formar las auroras. Eso es lo que sucede en condiciones de actividad solar normal o, mejor dicho, en el promedio.

Pero la actividad solar no es constante, tiene un ciclo de 11 años. Empieza muy débil y va aumentando hasta que alcanza un pico y a partir de ahí vuelve a ir descendiendo hasta que llega otra vez a la actividad más baja. Cuando el Sol está en su máxima actividad, el viento solar tiene más fuerza, por lo que es capaz de penetrar en el escudo magnético terrestre y chocar con la atmósfera en un área bastante mayor: las zonas aurorales se extienden.

Las tormentas que amplían las auroras

Y el caso extremo sucede durante las tormentas geomagnéticas, cuando la actividad solar es alta. En esos días, el viento solar es mucho más intenso y esas zonas se extienden aún más: por eso, en algunos días del año pasado y este año hemos visto auroras boreales en la península Ibérica; algo que también ocurrirá, probablemente, en 2025, porque estamos alcanzando el máximo de actividad solar de este ciclo.

El color de las auroras boreales es otra de las cuestiones que más interés despierta por la variedad y porque nunca una aurora es igual a otra. Ese color depende de dónde se produzca el choque del viento solar con la ionosfera, porque esta capa no es igual de densa en toda su extensión ni tiene la misma composición. Cuando el choque del viento solar ocurre hacia los 100 kilómetros de altura, donde las partículas más abundantes son las de nitrógeno, aparecen colores morados o violáceos; entre los 100 y los 200 kilómetros, se observan los colores más verdes y, por encima de los 200 kilómetros, donde abunda el oxígeno, aparecen los colores rojos.

No es posible predecir con total certeza cuándo se va a producir una aurora intensa, pero sí podemos hacer una aproximación. Unos 27 días después de la última, se produce una nueva gran aurora. Esto es así porque en la presencia de las auroras boreales también influyen las manchas solares, relacionadas con las tormentas geomagnéticas y los vientos solares más intensos. Como el Sol tarda 27 días en girar sobre sí mismo, ese es el tiempo que tarda una mancha solar en volver a aparecer en el mismo punto. Esto claro, en latitudes altas, donde las auroras boreales ocurren con frecuencia.

Emma Gaitán es física, doctora en medio ambiente y responsable del área de Meteorología y Cambio Climático en la Fundación para la Investigación del Clima.

Pregunta enviada vía email por Ruth Lazkoz.

Coordinación y redacción: Victoria Toro.

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