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Transparencia y rapidez: cómo contener la peste porcina africana en el siglo XXI

La experiencia histórica demuestra que su erradicación se convierte en un proceso largo, complejo y con consecuencias económicas y sociales de gran alcance

La irrupción de un brote de peste porcina africana (PPA) el pasado 26 de noviembre es de una enorme trascendencia por afectar a una cabaña ...

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La irrupción de un brote de peste porcina africana (PPA) el pasado 26 de noviembre es de una enorme trascendencia por afectar a una cabaña porcina que se encontraba en una situación sanitaria muy buena tras años de medidas de control y prevención. La última presencia del virus de la PPA fue hace más de 30 años, el 30 de septiembre de 1994, habiéndose declarado España el 24 de noviembre de 1995 como libre de la PPA.

Este episodio no ha causado gran sorpresa entre los veterinarios, que venían alertando desde hace tiempo del avance lento pero constante del virus desde el este de Europa, así como de la existencia de prácticas mejorables en el comercio de lechones. De hecho, ya en noviembre del año 2024 se realizó un simulacro en Cataluña de un posible foco de PPA.

Lo primero que hay que señalar es que la PPA no es una enfermedad zoonótica, no afecta a los humanos, solo a los suidos: cerdos y jabalíes. Los jabalíes constituyen uno de los reservorios del virus. Se trata de una enfermedad con un enorme impacto económico, ya que frena el comercio internacional de carne y productos cárnicos procedentes del cerdo. En este contexto, el sector porcino ocupa una posición estratégica en España, no solo por su peso económico, sino también por el valor singular de producciones del cerdo y el jamón ibéricos, reconocidas por su calidad y carácter único.

Se han creado dos comisiones una por parte del Ministerio de Agricultura el día 5 de diciembre con el objetivo de “asesorar sobre la evolución y seguimiento de la PPA en España, así como sobre las posibles medidas a adoptar para controlar y erradicar el virus en España” y otra 3 días más tarde por la Generalitat de Cataluña, con el objetivo de “investigar el origen del brote de peste porcina africana (PPA)” y en la que se incluyen dos miembros del laboratorio bajo investigación. Esa composición puede generar una percepción de falta de separación entre los órganos investigadores y las entidades implicadas, por lo que sería especialmente necesario extremar las garantías de imparcialidad, transparencia y rigor en el desarrollo de los trabajos. Hasta el momento, la única información disponible es la de la comisión designada por la Generalitat, que no descarta ninguna de las hipótesis, tal y como señaló el consejero Ordeig en la rueda de prensa de ayer, subrayando que la secuenciación del virus será determinante. Es fundamental que las conclusiones definitivas que se obtengan sean plenamente fiables y transparentes, con el fin de preservar la confianza y el prestigio del sector porcino español, cuya credibilidad resulta clave a nivel nacional e internacional.

Respecto al origen de este foco se han manejado diversas hipótesis, desde la poco creíble del bocadillo, hasta la del ataque deliberado, pero a la luz de los hechos ha cobrado fuerza la hipótesis de la fuga del virus del laboratorio del IRTA-CreSa, ubicado en la misma zona en la que aparecieron los primeros ejemplares muertos y en el que estaban trabajando con el virus que ha provocado la muerte de los jabalíes infectados, como demuestran algunos trabajos publicados en octubre y noviembre de este año por personal del centro. En la segunda de estas publicaciones indican que la cepa utilizada ha sido “Georgia 2007/1 (genotype II)”, del mismo tipo de la cepa aislada en el foco de Barcelona. Esta cepa, según el informe del MAPA, “es un virus de “referencia” que se utiliza con frecuencia en infecciones experimentales en instalaciones de confinamiento para realizar estudios del virus o para evaluar la eficacia de las vacunas, que actualmente están en fase de desarrollo”.

Las consecuencias económicas de este brote pueden ser muy graves, en el año 2024 las exportaciones de carne y productos del cerdo a numerosos países de los cinco continentes superaron los 8.700 millones de euros. De hecho, el precio del cerdo blanco ya ha experimentado una caída desde la aparición del foco, calculándose que los ganaderos españoles están perdiendo más de 47 millones de euros cada semana. Pero esta caída de precios ya venía produciéndose desde principios de año, así que la PPA no ha hecho sino agravar una situación ya compleja económicamente y que puede comprometer seriamente la viabilidad de numerosas granjas pequeñas y medianas con menor capacidad financiera.

Además de las explotaciones intensivas, los productores de porcino ibérico están muy preocupados, ya que en estos momentos los cerdos se encuentran en la montanera, pastando en las dehesas en libertad y en contacto con los jabalíes que pueden trasmitirles la enfermedad. Los cerdos ibéricos constituyen el mascarón de proa de las exportaciones agroalimentarias de España, cuya viabilidad podría verse seriamente comprometida si el foco no se controla con la máxima celeridad, máxime si se tiene en cuenta la propia dinámica epidemiológica del virus de la PPA. En las fases iniciales de introducción en una zona previamente libre, la enfermedad suele manifestarse de forma aguda, con elevada mortalidad, pero a medida que el virus se establece tiende a cronificarse, aumentando el periodo de latencia y el número de animales portadores sin apenas síntomas, lo que dificulta la detección precoz de nuevos focos y complica de forma progresiva las labores de control y erradicación.

Este fenómeno resulta especialmente relevante en el caso del jabalí, que actúa como reservorio natural del virus y cuya movilidad contribuye a la diseminación de la enfermedad. Se estima que un jabalí puede recorrer entre 5 y 15 kilómetros diarios, lo que implica que, en ausencia de medidas de control eficaces, el área potencial de expansión del foco puede incrementarse de manera significativa en muy poco tiempo. Estas circunstancias adquieren una especial importancia en el sistema de producción del cerdo ibérico, basado mayoritariamente en explotaciones extensivas, con animales en libertad y en contacto potencial con fauna silvestre, en particular con jabalíes. Esta realidad convierte al porcino ibérico en uno de los subsectores más sensibles frente a la PPA, mucho más que los sistemas intensivos, donde las medidas de bioseguridad son bastante más fáciles de implementar, al campo no se le pueden poner puertas.

La larga historia de la peste porcina africana en España ilustra bien la complejidad de su control y erradicación. Las más de tres décadas que se tardó en erradicarla incluyeron intensos programas de vigilancia, vaciados sanitarios, campañas de bioseguridad y una estricta delimitación de zonas afectadas, con cordones sanitarios y restricciones de movimientos. Durante ese periodo, zonas con sistemas de producción extensiva como Extremadura y Andalucía —donde tradicionalmente se cría el cerdo ibérico en dehesa— requirieron esfuerzos especialmente prolongados para cortar la transmisión, lo que contribuyó a que fueran de las últimas en alcanzar el estatus de libres de PPA. Esta experiencia histórica de los servicios veterinarios refuerza la importancia de evitar la reintroducción del virus en estas regiones productoras, ya que una vez establecido es extremadamente difícil de erradicar, especialmente en contextos de libre circulación de fauna silvestre y producción extensiva.

En este contexto, resulta imprescindible abordar la gestión del brote con el máximo rigor técnico, transparencia y rapidez, priorizando la contención inmediata del foco y la adopción de todas las medidas necesarias para evitar su expansión, especialmente hacia las principales zonas productoras de porcino ibérico. La experiencia histórica demuestra que, una vez introducida la peste porcina africana en sistemas extensivos, su erradicación se convierte en un proceso largo, complejo y con consecuencias económicas y sociales de gran alcance. Por ello, la prevención, el control efectivo de la fauna silvestre, el refuerzo de la bioseguridad y el esclarecimiento completo y objetivo del origen del brote constituyen elementos clave no solo para superar la situación actual, sino también para preservar la sanidad animal, la viabilidad del sector porcino español y el prestigio internacional de sus producciones.

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