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Trump vuelve a designar a Jared Isaacman para liderar la NASA cinco meses después de apartarle por su cercanía a Elon Musk

La agencia espacial estadounidense lleva un año sufriendo los vaivenes del presidente de EE UU, y sin aclarar su plan para poder competir con China en la nueva carrera para regresar a la Luna

El presidente de EE UU, Donald Trump, anunció este martes que vuelve a nominar para el puesto de administrador de la NASA a Jared Isaacman, magnate tecnológico, piloto de acrobacias aéreas y astronauta comercial en misiones SpaceX, la compañía espacial de Elon Musk. La nueva nominación de Isaacman llega cinco meses después de que Trump lo descartase de una manera brusca, pocos días después de airear públicamente sus diferencias con Musk tras el fin del período de este como asesor de la Casa Blanca. Entonces, Isaacman estaba a punto de ser confirmado por el Senado para encabezar la agencia espacial estadounidense. Después de casi cinco meses de escrutinio por parte de los senadores, ya había superado un examen previo y alcanzado un consenso suficiente entre republicanos y demócratas. A principios de junio, su confirmación en el Senado se daba por hecha: era solo cuestión de días que Isaacman que asumiera el cargo. Ahora el proceso vuelve a empezar.

Si hace cinco meses Trump no explicó los verdaderos motivos que le llevaron a descartar a Isaacman —dijo que había perdido la confianza en él y señaló donaciones a políticos demócratas en el pasado—, tampoco ahora aclara por qué ahora lo vuelve a considerar idóneo para ocupar el cargo de máximo dirigente de la NASA. En una publicación en su propia red social Truth, el presidente de EE UU destacó la experiencia de Isaacman como empresario, filántropo, piloto y astronauta, subrayando su pasión por la exploración espacial y su capacidad para impulsar la economía del sector. Básicamente, es lo mismo que dijo cuando lo nominó por primera vez, el 4 de diciembre de 2024.

La primera nominación del que ahora vuelve a ser candidato —también multimillonario gracias al éxito de la plataforma de pagos Shift4 que él mismo fundó—, acabó fulminantemente tras la rotura de relaciones de Trump con Musk, amigo y socio de Isaacman. El designado ha agradecido al presidente con un tuit su nueva nominación. Sin embargo, ni Isaacman ni Trump mencionan en sus mensajes que el empresario ya había sido candidato hace meses, ni que había sido fulminado.

Ese vacío en la agencia espacial lo ocupó de forma interina el secretario de Transporte, Sean Duffy, algo que agrió todavía más la relación de Trump con Musk, que recientemente parece haberse reconducido. Musk reaccionó este martes a la nominación de Isaacman con varios emoticones de alegría por la decisión de Trump, en la red social X, de la que es propietario.

Un año de vaivenes en la NASA

Isaacman ha llegado a ser candidato a dirigir la agencia espacial estadounidense tras su participación como astronauta en dos misiones privadas de SpaceX que él mismo cofinanció junto a Elon Musk. En 2021 fue comandante en la misión Inspiration4 de SpaceX, el primer vuelo orbital completamente civil, y en 2024 también comandó una nave que batió varios récords absolutos de la carrera espacial y protagonizó el primer paseo espacial realizado por un astronauta comercial, no entrenado por ninguna agencia espacial gubernamental. Su designación para dirigir la NASA se vincula a la estrategia de Trump para integrar cada vez más el sector privado en la exploración espacial estadounidense.

Esa estrategia, que comparten Trump, Musk y Isaacman, significaría darle varias vueltas de tuerca más a la actual línea de la NASA, que ya subcontrata a un operador comercial —SpaceX, propiedad de Musk— el transporte de sus astronautas en naves privadas a la Estación Espacial Internacional; ese servicio lo prestaban hasta 2011 los transbordadores espaciales desarrollados y operados por la propia agencia espacial. Del mismo modo, el regreso de astronautas estadounidenses a la superficie de la Luna depende de otra subcontrata con SpaceX, la empresa designada para desarrollar el módulo de alunizaje —concebido como una versión modificada de su nave Starship— para la misión Artemis 3; y en ese viaje espacial, los astronautas viajarán hasta la órbita de la Luna en una nave Orion creada y lanzada por la NASA.

El elevadísimo coste de las cápsulas Orion y las lanzaderas SLS, que además se desechan tras cada misión, ha sido muy duramente criticado por Musk y por Isaacman. Sin embargo, la realidad es que la NASA ya ha cumplido con su parte —pese a retrasos y sobrecostes— y tiene listos sus propios cohetes para llavar astronautas hasta la órbita lunar en la misión Artemis 2, que la agencia espacial planea lanzar a partir de febrero de 2026; después de un único vuelo de prueba no tripulado, la misión Artemis 1, que tuvo lugar en 2022. Y en cambio, SpaceX se ha estancado en el desarrollo de su megacohete y nave Starship, que tras 11 vuelos de prueba ni siquiera ha conseguido llegar a alcanzar la órbita de la Tierra.

La carrera a la Luna, en manos de China

La misión Artemis 3 de la NASA —que está previsto que lleve a la primera mujer a pisar la Luna— debería despegar a mediados de 2027. Pero debido al retraso de SpaceX con Starship, en el sector espacial hay el consenso de que esa fecha se va a retrasar como mínimo varios años. Y en frente está China, que acaba de comunicar que todo va según lo previsto en sus planes para lograr un alunizaje tripulado antes de 2030. Sería la culminación del programa lunar chino, que durante la última década ha logrado completar con éxito todos los pasos previos con misiones robóticas.

En el examen de su primera nominación para dirigir la NASA, los senadores arrancaron de Isaacman un compromiso para priorizar que EE UU venza a China en esa carrera espacial, y para hacerlo respetando el actual plan de las misiones Artemis. Pero en ese plan lo que más cojea es la pata privada, la de SpaceX. La única alternativa estadounidense a Starship es, hoy por hoy, la lanzadera New Glenn —de la compañía espacial Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos—, que sí logró alcanzar la órbita terrestre en su primer vuelo de prueba el pasado mes de enero. Sin embargo, también le faltan años de desarrollo para poder llevar a la Luna un módulo de aterrizaje capaz de transportar humanos.

Recientemente, el todavía administrador provisional de la NASA Sean Duffy deslizó en una entrevista la posibilidad de abrir el contrato de la Artemis 3 a otros proveedores —como Blue Origin— que puedan competir con SpaceX. Esas declaraciones provocaron una reacción airada de Elon Musk, quien se burló de Duffy llamándole dummy —monigote, en inglés—. Lo siguiente, en este año de vaivenes en la NASA desde que Trump ganó las elecciones presidenciales, es que el amigo y socio de Musk vuelve a ser el candidato del presidente para dirigir la agencia espacial estadounidense.

Un año sin liderazgo en la NASA

En su mensaje de este martes, Trump elogió la labor del actual administrador interino de la NASA y además secretario de Transporte de EE UU, Sean Duffy —un abogado y estrella de reality shows en televisión, sin ninguna experiencia en el sector espacial— y señaló que Isaacman es la persona idónea para liderar la agencia hacia “una nueva era” de descubrimientos y avances tecnológicos.

La nominación de Isaacman vuelve a iniciar su camino para ser confirmada por el Senado antes de que pueda asumir oficialmente el cargo de Administrador de la NASA. Los plazos son inciertos, sobre todo porque EE UU afronta actualmente ante la comisión de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado estadounidense, que ya había superado el pasado mes de abril.

Y si su confirmación no se produce antes del 31 de diciembre de 2025, Isaacman tendrá que volver a iniciar de cero todo el envío de documentación para poder ser elegido, incluida la necesaria para descartar posibles conflictos de intereses. De ser así, y teniendo en cuenta los precedentes de anteriores administradores de la NASA, no se espera que pueda ser confirmado hasta bien entrada la primavera de 2026.

Mientras tanto, Sean Duffy continuará como administrador en funciones, supervisando las operaciones de la agencia espacial. Duffy asumió ese cargo en julio, en sustitución de Janet Petro, una directiva de la NASA que ascendió a ese puesto de manera interina en cuanto Donald Trump juró como presidente en enero, y automáticamente cesó en ese cargo Bill Nelson, político demócrata que voló al espacio en 1986 a bordo del transbordador espacial Columbia y, tras una larga carrera como representante y senador, fue nombrado por Joe Biden en 2021 para dirigir la NASA.

Casi un año después del cese de Nelson, la NASA todavía no tiene sustituto. Ha tenido dos administradores provisionales, en medio de un clima interno muy complicado, debido a despidos y recortes en programas científicos clave que han llevado a dimisiones e incluso a un conato de rebelión en forma de una carta abierta de trabajadores de la agencia a Sean Duffy. Y en ese mismo año, la colosal nave Starship de Elon Musk diseñada para llevar a EE UU a la Luna y a Marte, no ha logrado ni un solo avance en sus ensayos para lograr primero salir de la Tierra. En este año, los vaivenes de la NASA al compás de la relación entre Trump y Musk ha puesto en bandeja a China la victoria en la nueva carrera espacial a la Luna.

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