Esther Sebastián: “Vamos hacia una primavera silenciosa en la que casi no hay sonidos”
La ornitóloga ha usado el canto de los pájaros para estudiar la creciente pérdida de biodiversidad entre las aves, descubriendo especies que han olvidado cómo cantar y otras que no tienen de quién aprender
A Esther Sebastián (Alicante, 41 años) le emocionó conocer la historia del alala, un cuervo nativo de las islas Hawái. Se extinguió hace décadas en libertad y solo sobrevive en centros de cría desde los que quieren reintroducirlo en la naturaleza. Pero el alala ha olvidado cómo cantar y ya no puede avisar a sus congéneres de que viene un depredador. Todos los que liberaron murieron. Sebastián, ahora investigadora con una beca Ramón y Cajal en el Departamento de Ecología de la Universidad de Alicante, ha recibido el premio Francisco Bernis concedido por la Sociedad Española de Ornitología (SEO)...
A Esther Sebastián (Alicante, 41 años) le emocionó conocer la historia del alala, un cuervo nativo de las islas Hawái. Se extinguió hace décadas en libertad y solo sobrevive en centros de cría desde los que quieren reintroducirlo en la naturaleza. Pero el alala ha olvidado cómo cantar y ya no puede avisar a sus congéneres de que viene un depredador. Todos los que liberaron murieron. Sebastián, ahora investigadora con una beca Ramón y Cajal en el Departamento de Ecología de la Universidad de Alicante, ha recibido el premio Francisco Bernis concedido por la Sociedad Española de Ornitología (SEO) Birdlife en su congreso anual, celebrado en noviembre. La ornitóloga usa los sonidos de los pájaros como ventana a la biodiversidad de las aves. Y lo que oye no le gusta: un pájaro con un número creciente de dialectos porque su hábitat se está fragmentando, tres especies diferentes que cantan cada vez más parecido porque apenas quedan congéneres y una tendencia global al silencio en los bosques.
Pregunta. Casi todos los animales producen sonidos y salvo en el caso de las ballenas y alguna especie más, a ninguno lo llamamos canto. ¿Por qué nos parece música el canto de los pájaros?
Respuesta. En realidad, cuando estudiamos los cantos de los pájaros, lo llamamos vocalizaciones. Y dentro de las vocalizaciones tenemos los cantos y las llamadas. Estas son esos sonidos cortos que usan para comunicar algo. Las llamadas se transmiten de forma genética, de padres a hijos. Los cantos son mucho más elaborados y son aprendidos. No se transmiten genéticamente, sino que los hijos aprenden de los padres o de otros individuos de su especie.
P. Pero ¿por qué nos parecen agradables? ¿Tienen una base, una estructura musical?
R. Hay cantos de aves que se pueden transcribir a notas musicales. Obviamente, tienen una melodía, siguen un ritmo. La mayoría de los cantos son para atraer a la hembra. Cuanto más bonitos sean, mayor probabilidad habrá de que se sienta atraída y acepte a ese macho como pareja. Hay una necesidad, una búsqueda de agradar y atraer a la hembra. Por eso tienen esa musicalidad.
“La mayoría de los cantos son para atraer a la hembra. Cuanto más bonitos sean, mayor probabilidad habrá de que se sienta atraída”
P. ¿Solo cantan para atraer a la hembra? Es decir, ¿para qué cantan en general, no solo lo que consideramos música?
R. Cantan o vocalizan para muchas cosas. Por ejemplo, para avisar de que hay un depredador. Las especies territoriales emiten señales de alarma para defender su territorio. También lo hacen para intercambiar información entre individuos de la misma especie. Los polluelos lo hacen para pedir comida. Cuando están siendo atacados emiten sonidos particulares. Como los humanos, ellos también transmiten muchos tipos de información.
P. ¿Charles Darwin estudió el canto de las aves?
R. No llegó a analizarlo directamente en sus trabajos, pero sí cita en alguno de sus libros que los procesos de aprendizaje y de transmisión de información por los cantos pueden ser un análogo de los procesos evolutivos. La forma en la que se transmite el canto, que los hijos aprenden de los padres, pero también de otros miembros de la población, sería un proceso análogo al genético. Si dos poblaciones empiezan a cambiar mucho, a separarse mucho genéticamente, pueden llegar a dar lugar a especies diferentes. De forma análoga, si una especie empieza a diferenciar mucho sus cantos, puede llegar un punto en el que individuos de la misma especie no se reconozcan entre ellos porque ya cantan muy distinto.
P. ¿Y ese proceso lo han observado?
R. Es un proceso que se llama especiación en anillo. Se observó, por ejemplo, en el Tíbet, donde una especie empezó a cambiar el canto mientras iba colonizando las montañas del Himalaya. Las poblaciones se expandían hacia los dos lados y cuando volvieron a encontrarse en el otro lado, sus cantos eran tan diferentes que no eran capaces de reconocerse.
P. Algunos investigadores han observado que los campos y bosques se están volviendo más silenciosos a medida que se reducen las poblaciones de aves...
R. Hay un proceso de pérdida de especies, de pérdida de individuos. Pero, además, como las vocalizaciones tienen una función de comunicación, si no tengo con quién comunicarme, pues vocalizo menos. Si tengo que defender mi territorio y no tengo de quien, voy a vocalizar menos. Si no tengo otros individuos de mi población cerca, no voy a intentar comunicarme con ellos porque no hay nadie. Es un proceso que va por delante de la pérdida de especies. Se ven procesos que funcionan como predictores de la pérdida de especies. Hay un libro, de Rachel Carson, que se llama La primavera silenciosa que nos habla de esto. Cuando era pequeña escuchaba y oía más aves en el campo y ahora creo que oigo menos. Pero hasta que no lo ves con datos, cuando coges grabaciones del pasado de lo que se llama el paisaje acústico y las comparas con las actuales, no lo confirmas. Hay varios trabajos que han comparado el espacio acústico años atrás con el actual y, sí, estamos encaminándonos hacia esa primavera silenciosa del libro en la que casi no hay sonidos.
P. ¿Qué nos cuenta el paisaje acústico del entorno, de la diversidad del bosque?
R. El espacio acústico es un recurso que es limitado, que se tiene que compartir entre las especies, por lo que intentan adaptarse a ese espacio. Unas veces cambian la frecuencia en la que cantan o el momento en que lo hacen. Si analizamos ese espacio acústico, cómo de lleno está a lo largo de las 24 horas y a diferentes frecuencias, podemos tener una idea de cómo es la diversidad en ese lugar, con lo que la diversidad acústica es un reflejo de la diversidad taxonómica.
P. En la presentación en el congreso de SEO contaba la historia de unas aves que no tenían de quien aprender a cantar.
R. Es una historia muy bonita y un poco triste. En la isla de Kawaii, en Hawái, hay tres especies de aves paseriformes, el akeke’e, el amakihi y el anianiau, las tres nativas de la isla. En los últimos 20 años han reducido su rango de distribución en un 90%. Antes, los naturalistas de la zona sabían de qué especie se trataba cuando las oían cantar. Pero hoy, hasta que no ven al individuo que canta no son capaces de identificarlo. Tuvimos la suerte de disponer de grabaciones de los años setenta, de comienzos de este siglo y de 2018 de las tres especies y poder compararlas. Observamos que las vocalizaciones eran más sencillas ahora que hace 50 años, pero además se parecían más entre ellas. Imagina que eres un ave y no tienes otros individuos de tu especie cerca, pero sí de otras especies que cantan parecido. Entonces, además de aprender de tu propia especie, lo haces de otras. No tienen individuos de su especie de quien aprender y aprenden de quien pueden.
P. ¿Es un caso aislado o ejemplo de un fenómeno global?
R. Es la primera vez que algo así se demuestra. No es fácil tener datos de los años setenta. Ese es el problema, que no tenemos grabaciones de hace 50 años para poder comparar. Así que la nuestra es la única demostración empírica que conozco. ¿Que pase en otros lugares? Estoy segura de que si hay aves que han reducido sus poblaciones, que casi no tienen individuos de su especie, aprenderán el canto de otros individuos de otras especies. Necesitan vocalizar para comunicarse.
P. Muchos trabajos han observado diferencias entre poblaciones de la misma especie, pero que viven en la ciudad o en el campo. ¿Son diferentes también sus cantos?
R. Sí, sí que cambian en las vocalizaciones. Lo que quiere cualquiera es que su mensaje llegue. Y en una ciudad hay muchos sonidos en el ambiente, hay coches que pasan, la gente que habla, mucho ruido de fondo. Las aves intentan adaptar sus cantos a ese ruido. Algunas cambian la frecuencia a la que cantan. Otras empiezan a cantar más pronto, antes de que empiece el ruido. Un trabajo interesante de un investigador español, Diego Gil, estudió a qué hora empiezan a cantar las aves cerca del aeropuerto de Barajas y en un bosque cercano. Encontró que las del aeropuerto lo hacían por la mañana temprano para intentar evitar la hora pico de los aviones.
P. Una de sus investigaciones, mientras estaba en Hawái, se centró en un pájaro que había olvidado cómo cantaba...
R. También es una historia muy triste. Se llama alala, es el cuervo de Hawái . Son aves muy inteligentes. La población empezó a disminuir desde inicios del siglo pasado. En los años setenta quedaban solo 76 individuos en el medio natural. Los capturaron y los metieron en un centro de cría en cautividad. Lo han intentado reintroducir dos veces, a mediados de los años noventa y entre 2017 y 2019, y las dos fracasaron. Se morían en libertad. Muchos, porque se los comía otra ave nativa, el Io, un halcón [el busardo hawaiano]. Nuestro trabajo fue comparar las vocalizaciones de este cuervo de grabaciones que teníamos de cuando estaba en el medio natural, con las actuales, ya en cautividad. Han perdido casi todos sus cantos, tanto de alarma como territoriales. Están en un aviario, así que no necesitan una señal de alarma porque no les van a atacar, ni una llamada territorial porque ya tienen su territorio, el propio aviario. Con estos datos, quieren enseñarles imágenes y hasta maquetas del Io y qué tipo de vocalizaciones emitir para avisar a los demás. La idea es hacer un tercer intento de reintroducción. Ese es el objetivo de tenerlos en cautividad, volver a verlos libres.
P. En Hawái también hallaron el extremo opuesto, aves que por culpa de la fragmentación de su hábitat han levantado su propia torre de Babel.
R. Hay zonas en Hawái llamadas kipukas. Se trata de parcelas de selva rodeadas de lava solidificada. En una de ellas, oíamos a un ave, el apapane, con un canto muy peculiar. Solo lo veíamos ahí y siempre que íbamos lo escuchábamos. Pero al ir a otra kipuka a menos de un kilómetro de distancia no se oía el mismo sonido. Empezamos a preguntarnos si esta ave tiene dialectos y la grabamos en varias kipukas. Caractericé manualmente todas las diferentes sílabas que canta esta especie. Conté casi 200. Normalmente, los dialectos ocurren a gran escala. Los hay dentro de la misma especie en poblaciones del este y el oeste de Europa, o el norte y el sur de un país, pero aquí se trata de una escala muy pequeña, de ocho kilómetros de norte a sur. Pensamos que el proceso que ocurre es lo que en ecología del comportamiento se llama conformismo. Es lo mismo de que cuando uno va a Andalucía y se le pega el acento andaluz. Sería un proceso análogo en el que las aves, cuando van a uno de estos fragmentos de hábitat, escuchan las sílabas que se vocalizan en ese lugar y son capaces de aprenderlas y repetirlas. Como si yo voy a un sitio e intento repetir las sílabas del lugar para integrarme.
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