La Tierra se está quedando sin abejorros y eso es mucho más serio de lo que parece
Cerca del 35% de los polinizadores invertebrados, sobre todo abejas y mariposas, están en peligro de extinción, según la FAO
El viejo recurso para explicar la reproducción sexual, aquello de la abejita y la flor, tiene una sólida base teórica. La polinización, que es lo que hacen las abejitas en las flores, es una de las estrategias más eficaces de las plantas para perpetuarse. O lo había sido hasta ahora. Pero la progresiva decadencia de muchas de las especies de insectos polinizadores puede llegar a poner en peligro esta exitosa estrategia evolutiva.
“Los que trabajamos en esto llevábamos ya tiempo detectando que en los estudios anteriores encontrábamos muchas más especies y que, en este siglo, cada vez hal...
El viejo recurso para explicar la reproducción sexual, aquello de la abejita y la flor, tiene una sólida base teórica. La polinización, que es lo que hacen las abejitas en las flores, es una de las estrategias más eficaces de las plantas para perpetuarse. O lo había sido hasta ahora. Pero la progresiva decadencia de muchas de las especies de insectos polinizadores puede llegar a poner en peligro esta exitosa estrategia evolutiva.
“Los que trabajamos en esto llevábamos ya tiempo detectando que en los estudios anteriores encontrábamos muchas más especies y que, en este siglo, cada vez hallábamos menos” explica Concepción Ornosa, entomóloga y directora del departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid. “En Estados Unidos empezaron a estudiarlo y descubrieron que, entre 2008 y 2013, las abejas silvestres habían disminuido en un 23% y ahí se dispararon todas las alarmas: que desaparezcan el 23% de los insectos que polinizan los cultivos es muy serio”.
Las investigaciones realizadas alertan tanto sobre la desaparición de especies como sobre la disminución de individuos. Recuerda Ornosa que en 2017 se hizo un estudio sobre insectos voladores en áreas protegidas de Alemania “y se descubrió que, en relación con los 20 años anteriores, había desaparecido hasta el 75% de la biomasa”. La biomasa es la cantidad de organismos vivos en un área en un momento concreto. “El estudio era en general sobre insectos voladores, pero la mayoría de los insectos polinizadores son voladores”, añade.
La polinización es la transferencia de polen a la parte femenina de una flor desde su parte masculina. El resultado es la fecundación de la planta. El nuevo óvulo contiene tanto la carga genética femenina como la masculina y dará lugar a una nueva generación de la planta. Como las flores no pueden moverse del sitio en el que están, necesitan un agente que transporte ese polen. Pueden ser el viento o el agua, pero en la mayoría de los casos la polinización la realizan los animales, sobre todo, los insectos. “Dentro de los insectos, los mejores polinizadores son las abejas y, entre ellas, los más eficaces son los abejorros porque tienen mucho pelo. Cuando se alimentan en una flor, parte del polen se pega a ese pelo y cae en las siguientes flores que visitan”, explica la entomóloga.
Precisamente a estas especies de abejas, los abejorros, está dedicado un maravilloso libro de divulgación escrito por uno de los mayores expertos mundiales, el británico Dave Goulson, y publicado recientemente en España: Una historia con aguijón. Mis aventuras con los abejorros. En su libro, Goulson alerta de la desaparición de muchas especies de abejorros en el Reino Unido y en el resto del mundo y de la gravedad de este hecho para nuestra propia supervivencia.
Cualquier hecho que ponga en peligro la polinización no es ninguna broma. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca del 35% de los polinizadores invertebrados, sobre todo abejas y mariposas, y alrededor del 17% de los vertebrados, como los murciélagos, están en peligro de extinción. Y cuando la FAO y muchas otras instituciones internacionales alertan de este peligro, se están refiriendo literalmente al riesgo para la producción alimentaria mundial. Según la organización, más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo depende de alguna forma de la polinización.
La situación es tan seria que muchos países llevan unos años diseñando normas para intentar revertir la situación. La Unión Europea puso en marcha en 2018 la Iniciativa sobre polinizadores (Pollinators Initiative en inglés) y en España se aprobó en 2020 la Estrategia Nacional para la Conservación de los Polinizadores. Los beneficios anuales de los cultivos mundiales que dependen de los polinizadores están entre 235.000 millones de euros y 577.000 millones y, también según la FAO, su cantidad va en aumento. Según recoge la estrategia española, en nuestro país se estima que el 70% de los cultivos para consumo directo humano depende de alguna forma de la polinización por insectos.
“El estado de los insectos polinizadores, y en particular de los abejorros, es dramático. Nosotros publicamos en 2018 un estudio que hicimos en los Pirineos españoles en el que comparábamos los datos que teníamos de investigaciones anteriores con las poblaciones que encontramos. De las 36 especies que había descritas, ya solo encontramos 27. Y, además, las que encontramos estaban localizadas a mayor altitud”, asegura Concepción Ornosa.
Las causas de esta situación son variadas: los cambios en el uso del suelo, la presencia de fertilizantes en la tierra, la introducción de especies invasoras, el calentamiento global… Es una serie de modificaciones en los ecosistemas que, juntas, se han convertido en una bomba. Asegura Óscar Aguado, coautor de la Guía de campo de los polinizadores de España, que paseas por el campo “y ya no ves vegetación natural. Necesitamos corredores verdes con flores autóctonas, tanto en el campo como en las ciudades”.
Los insectos necesitan flores porque sin ellas no tienen comida y, si no visitan flores para alimentarse, la polinización no se realiza. Algunas de las soluciones pueden ser difíciles de implementar, pero otras, no: “Una cosa muy fácil que puede hacerse es que ahora, en cuanto salen eso a lo que llamamos malas hierbas, se arrancan de las carreteras, los jardines, los parques… y ese es un hábitat estupendo para los insectos polinizadores”, explica Ornosa, que añade: “Sería mucho más eficaz esperar hasta que se agosten para arrancarlas y así dejar que los insectos se alimenten de ellas. O podar los árboles y los arbustos en otoño cuando ya no tienen flores”. El objetivo es salvar a los insectos polinizadores porque, como dice la última frase del libro de Dave Goulson: “Tal vez si aprendemos a salvar a una abeja hoy, podamos salvar el mundo mañana”.
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