Australia ordena revisar la condena a Kathleen Folbigg, acusada de matar a sus cuatro hijos, gracias al trabajo de una científica española
El caso de la peor asesina en serie del país podría convertirse en su mayor error judicial tras una investigación científica, liderada por la inmunóloga española Carola García Vinuesa
Australia revisará por segunda vez la condena de Kathleen Folbigg, según ha informado hoy el fiscal general de Nueva Gales del Sur. El caso de la peor asesina en serie del país podría convertirse en su mayor error judicial si se demuestra que la muerte de los cuatro hijos de Folbigg se debió a causas naturales y no a la acción de su madre. Es lo que intenta demostrar desde hace años un equipo ...
Australia revisará por segunda vez la condena de Kathleen Folbigg, según ha informado hoy el fiscal general de Nueva Gales del Sur. El caso de la peor asesina en serie del país podría convertirse en su mayor error judicial si se demuestra que la muerte de los cuatro hijos de Folbigg se debió a causas naturales y no a la acción de su madre. Es lo que intenta demostrar desde hace años un equipo de científicos liderado por la inmunóloga española Carola García Vinuesa.
Folbigg fue condenada en 2003 a 30 años de prisión por el asesinato de tres de sus hijos y el homicidio de un cuarto. La condena se basó en lo extraordinario del caso, con cuatro bebés de una misma familia que fueron muriendo mientras dormían a lo largo de 10 años. También se apuntaló en pruebas circunstanciales, como unas anotaciones ambiguas en el diario de Folbigg y el hecho de que fuera ella quien encontrara los cadáveres. Pero años después, una investigación genética liderada por la doctora Vinuesa descubrió que dos de las hijas de Folbigg habían heredado una mutación genética que podría provocar la muerte súbita del lactante. Los otros dos niños también padecían enfermedades que podrían haber provocado que dejaran de respirar mientras dormían.
El caso ha despertado el interés de la comunidad científica desde entonces. El año pasado, un grupo de 90 científicos, incluyendo dos premios Nobel, solicitaron en una carta abierta la liberación anticipada de Folbigg, argumentando que no había pruebas médicas de que asfixiara a los niños.
“Era lo que esperábamos. Estamos desilusionados porque confiábamos en que liberaran directamente a Folbigg”, reconoce por teléfono Vinuesa. El fiscal general de Nueva Gales del Sur, Mark Speakman, ha descartado este indulto en un comunicado al considerar que “no era apropiado” porque la evidencia “tiene que ser probada”. Aun así, cree que hay suficientes dudas para justificar una segunda investigación pública.
“Las cosas han cambiado mucho”
La primera investigación tuvo lugar en 2019, cuando el equipo de Vinuesa encontró la misma mutación en las dos hijas de los Folbigg. Concluyeron que era probablemente patógena. Esto significa que hay más de un 90% de probabilidades de que cause una enfermedad cardíaca que conduzca a un resultado fatal. En ese momento, el equipo científico de la acusación rebatió este estudio y consideró que las mutaciones eran irrelevantes. Y el juez les dio la razón.
“Las cosas han cambiado mucho desde entonces”, apunta Vinuesa. “Nuestra investigación ha sido revisada y se han hecho distintos experimentos sobre ella. Ha sido publicada en Europace [revista médica revisada por pares y publicada por Oxford University Press]. La mutación ha pasado de ser considerada probablemente patógena ser considerada patógena, subiendo las probabilidades de que cause un resultado fatal hasta el 99%. “Con lo cual ahora hay una evidencia más fuerte de la que había en la investigación anterior”, afirma Vinuesa.
Folbigg ha recibido la noticia con tristeza y frustración, según Vinuesa. Pero se muestra esperanzada y agradecida a la comunidad científica. “Sigue con la esperanza de que esto se aclare”, señala la investigadora. “Lo único bueno es que si se hace un proceso muy claro puede llevarnos a la exoneración en lugar de un perdón. Servirá para demostrar su inocencia y salir a la calle con el público más convencido de su inocencia”, añade.
Convencer a los ciudadanos no será fácil. Una parte del país quiere ver entre rejas a quien fuera bautizada por los medios como “la mujer más odiada de Australia”. A ellos se dirige ahora en su escrito el fiscal general. “Puedo entender bien por qué parte de la población sacude la cabeza y pone los ojos en blanco con incredulidad ante la cantidad de oportunidades que ha tenido la señora Folbigg para limpiar su nombre”, señala Speakman. “Pero las pruebas, en mi opinión, alcanzan claramente el umbral necesario para abrir algún tipo de intervención”.
Por su parte, el equipo legal de Folbigg y parte de la comunidad científica ve en esta noticia la posibilidad de demostrar su inocencia. Y de cambiar para siempre la forma en la que se presenta la ciencia en los tribunales. Aunque esos cambios, lamenta Vinuesa, podrían llegar con dos décadas de retraso para la condenada. “Estamos hablando de una mujer inocente en una cárcel de alta seguridad en la que ha pasado casi 20 años. Y no sabemos cuánto más tiene que pasar. Desde ese punto de vista es muy trágico”, lamenta la científica. La anterior investigación pública se prolongó 11 meses. A Folbigg le queda por cumplir seis años de su sentencia sin libertad condicional.
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