Los resultados de la elección parlamentaria dejan a 13 partidos fuera del ecosistema político chileno
Algunas formaciones, como el Partido Radical, con 167 años de historia, ya iniciaron su disolución tras no alcanzar el umbral mínimo legal de votos
Un poco más de la mitad de los 25 partidos políticos que están constituidos legalmente en Chile podrían desaparecer en unos meses. Los resultados de las elecciones parlamentarias celebradas el pasado domingo, han dejado en aprietos a 13 formaciones que no alcanzaron el umbral mínimo del 5% de los votos válidamente emitidos o cuatro legisladores electos en al menos dos regiones diferentes, como exige la ley orgánica constitucional de los partidos políticos.
Entre los que han entrado en un proceso de disolución está el Partido Radical (PR), de la centroizquierda, tras 167 años de historia en Chile en las que llegó al poder con los presidentes Pedro Aguirre Cerda (1938-1941), Juan Antonio Ríos (1942-1946) y Gabriel González Videla (1946-1952). Además, militantes de esa formación encabezaron varios ministerios durante la Concertación, la coalición de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 201O. Hoy, Aurora Williams, es parte de Gabinete del Gobierno de Gabriel Boric, a cargo de la cartera de Minería.
El presidente de la colectividad, Leonardo Cubillos, presentó su renuncia, la que no fue aceptada por la militancia. “Tras los resultados de la elección parlamentaria, enfrentamos un proceso de cancelación de la personalidad jurídica como colectividad, al no lograr los cuatro parlamentarios, y ese proceso será difícil”, indicaron este martes en un comunicado. Y han reconocido que su “crisis institucional viene desde hace décadas” porque recibieron al partido “en condiciones deplorables, orgánicas, políticas, financieras y electorales”.
Los radicales solo obtuvieron dos escaños en la Cámara de Diputados: Marcela Hernando, exministra de Boric, y la activista ambiental y social Consuelo Veloso, quien fue reelecta. La desestructuración de los radicales es un golpe simbólico por su papel en la historia de Chile, pero también porque algunos de sus militantes son alcaldes, concejales, funcionarios públicos u ocupan cargos regionales.
Otras formaciones que desaparecerán son Evópoli, de la derecha moderada, que solo obtuvo dos diputados electos y los del centro político Demócratas Chile y Amarillos -que en la elección presidencial, como Evópoli, apoyaron a Evelyn Matthei-. En el listado siguen los partidos Humanista; Social Cristiano -que respaldan en la presidencial al republicano José Antonio Kast-; de los Trabajadores Revolucionarios, Popular, Igualdad, Alianza Verde Popular, Ecologista Verde, Acción Humanista y Federación Regionalista Verde Social (FRVS) –cuyo líder, Jaime Mulet, no quiso ir en una lista única parlamentaria con el oficialismo de Boric.
Pero no todos han aceptado su supresión del mapa político como sí lo hizo el Partido Radical. Evópoli y el FRVS han descartado una disolución automática debido a que tienen legisladores en funciones dentro del Congreso, incluyendo a senadores que concluyen sus mandatos en 2030 (la elección renovó a 23 de los 50 miembros del Senado); por lo que, sumado a los electos, aseguran que cumplirían con la cuota mínima establecida por la norma. En cualquier caso, la interpretación legal debe ser resuelta por el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel).
En los comicios presidenciales y parlamentarios de noviembre de 2021, una docena de partidos no logró los votos necesarios para sobrevivir, pero la notificación de calificación formal de disolución llegó el 7 de febrero de 2022. Es posible que transcurra un periodo similar, de tres meses, para que haya un pronunciamiento oficial y, una vez que eso suceda, los partidos tienen 30 días para ser declarados disueltos.
Se abren varios escenarios en caso de que dejen de existir formalmente. Uno de ellos es que los militantes de los partidos que desaparecen sean acogidos por otras formaciones. También está la alternativa de volver a constituirse. Mauricio Morales, director del Centro de Análisis Político (CAP) de la Universidad de Talca, explica que en caso de que una de estas colectividades quiera reiniciar su proceso de constitución, debe comenzar desde cero, reuniendo los afiliados necesarios que se establecen por norma: “Los legisladores de esos partidos disueltos pasarán a ser independientes”.
Según Marcela Ríos, directora para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), también se pueden producir fusiones o las personas que están en esos partidos que desaparecen pueden seguir su vida política como independientes. Para muchas de algunas fuerzas políticas, como Humanistas o Igualdad, no será la primera vez que experimentan una disolución. Pero volvieron a conformarse porque, de acuerdo con Ríos, “la legislación chilena es más o menos estricta en los requisitos para sobrevivir”. Pero luego, contradictoriamente, las exigencias para volver a inscribir los partidos “tienden a ser un poco laxas y muchos de estos partidos pueden volver a intentar inscribirse o fusionarse con otros”, añadió.
Sin embargo, Ríos reconoce que el voto obligatorio -que se repuso en 2022- ha afectado esta dimensión del sistema político porque se profundizarán los requisitos de inscripción en Chile. Es decir, los partidos que quieran constituirse necesitarán una mayor cantidad de firmas para su inscripción debido a que se toma como parámetro la participación en la última elección parlamentaria. Y, de acuerdo con los datos del Servicio Electoral (Servel) la concurrencia aumentó significativamente debido a la obligatoriedad de concurrir a las urnas en estos comicios de 2025: fueron 13,4 millones electores de los 15,7 que componen el padrón en Chile.
“La disolución de estos partidos, en algún sentido, muestra que era importante no apresurarse con la discusión del umbral hasta que no hubiéramos tenido por lo menos una elección con voto obligatorio para saber el impacto que esto iba a tener en el sistema partido. Creo que toda la discusión sobre el umbral [mínimo] tiene que ser revisada a la luz de este escenario”, señala Ríos.
El efecto político
La mayoría de los partidos que se disolverán son relativamente pequeños, aunque el Radical tiene poco más de 25.000 militantes. Y algunos no formaban parte de las principales coaliciones políticas. El efecto pudiera ayudar a reducir la fragmentación, indica Marcela Ríos. Y esto no es un asunto menor en Chile, pues hay analistas achacan a la atomización política la ausencia de acuerdos legislativos, la falta de gobernanza y hasta la polarización en el país. De hecho, el Congreso discute una reforma constitucional que introduce modificaciones al sistema político y electoral, lo que reduciría la fragmentación. El proyecto, que ya fue visado por el Senado y se encuentra en la Cámara de Diputados, establece constitucionalmente el umbral de elegibilidad del 5%, sanciona con la pérdida de escaño a los parlamentarios que renuncien al partido político por el que fueron electos y permite solo excepcionalmente un proceso de fusión de formaciones más rápido.
Si bien la desaparición de formaciones como resultado de las votaciones del domingo podría aliviar la dispersión de las fuerzas políticas, el sociólogo y politólogo Alfredo Joignant piensa que esto solo sería una secuela temporal porque no se anula una de las principales fuentes de la fragmentación, que son las divisiones que puedan suceder dentro de las formaciones por diferencias entre militantes. Es decir, “lo que ocurre al interior de los partidos, porque cada diputado es un mundo en sí mismo”, subrayó.
En cambio, para Ríos, tal vez el mayor impacto sea sentido en las filas de la derecha, donde la desaparición de partidos moderados como Evópoli, Amarillos y Demócratas puede implicar una profundización de un desplazamiento hacia la ultraderecha chilena. “Con esto se termina reduciendo, eliminando a los partidos pequeños que se trataban de posicionar desde una derecha más liberal, moderada o más hacia el centro”, señala.
Estas formaciones, justamente, tuvieron los peores desempeños en ese espectro político. De ganar el candidato ultraconservador José Antonio Kast, fundador del Partido Republicano, afín a Vox en España, la segunda vuelta en las presidenciales del 14 de diciembre, la disolución de partidos como Evópoli, por ejemplo, sí podría tener un impacto en la conformación del Gobierno que asumirá el 11 de marzo, si triunfa frente a la abanderada de la izquierda, Jeannette Jara. “Con este mal desempeño es improbable que puedan tener un papel relevante en los cuadros que van a ocupar los cargos de primera línea, pero también genera un debilitamiento más estructural de ese espacio político en el sistema político chileno. Prácticamente, parece que no hay espacio para una derecha liberal moderada después de esta elección o, por lo menos, en el corto plazo”, concluye Marcela Ríos.