El camino a la dignidad laboral en la agricultura chilena
Los trabajadores que sostienen la actividad agrícola en Chile, especialmente migrantes, a menudo no cuentan con condiciones adecuadas ni apoyo legal para su labor
El sector agrícola chileno enfrenta una paradoja. Por un lado, su papel como motor exportador es innegable: la fruta chilena llega a las mesas de todo el mundo. Por otro, quienes sostienen esta actividad, especialmente las personas migrantes, a menudo no cuentan con las condiciones adecuadas ni con el respaldo legal para su labor.
Los boletines del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) señalan que más de un millón de personas migrantes trabajan en Chile, y de ellas un 15,4% lo hacen en el área de agricultura y pesca. Pero hay una parte significativa de la que no se tiene registro oficial, ya que se encuentra en situación migratoria irregular, por lo tanto, el volumen total de trabajadores de origen migrante en el rubro es difícil de obtener con certeza.
En el trabajo agrícola la migración se caracteriza por su temporalidad: trabajadores en su mayoría provenientes de países como Bolivia, Colombia y Venezuela que se trasladan a Chile para la temporada de cosecha, especialmente de fruta, y que no necesariamente se establecen de manera permanente en el país. Por esta particularidad se le denomina frecuentemente migración golondrina, o sea por temporada.
Sin embargo, esto no siempre se traduce en oportunidades del todo éticas y justas en la contratación de personas migrantes. Según la última encuesta Casen, en Chile al menos un 19% de trabajadores migrantes no cuenta con un contrato, situación que les deja vulnerables a la precarización laboral, inestabilidad y diversas formas de abuso laboral.
Otro aspecto importante a considerar es la apreciación del resto de la sociedad chilena, a pesar de que un 87% de las y los chilenos asegura que “nunca o casi nunca” ha tenido malas experiencias con migrantes (Encuesta Bicentenario 2024), este dato contrasta con los prejuicios que dominan el discurso público. Esta desconexión refleja la urgente necesidad de políticas que reconozcan el aporte de las personas de origen extranjero a la sociedad, y que garanticen la protección de sus derechos.
Desde PERIPLO Chile, una iniciativa financiada por la Unión Europea (UE) enfocada en derechos laborales y sostenibilidad que reúne a Fundación Avina, Fundación Casa de la Paz y la Corporación La Morada, abogamos por cambiar esta realidad a través del reclutamiento responsable de trabajadores migrantes, un concepto tan urgente como necesario. Actualmente, estamos elaborando la Guía para el Reclutamiento Responsable de Personas Migrantes en el Sector Frutícola, para proponer estándares y herramientas claras, inclusivas, justas y seguras, centradas en el respeto a los derechos. Esta guía no solo busca beneficiar a las y los trabajadores, sino también avanzar hacia una economía y empresas más sostenibles.
¿Qué buscamos? Transitar hacia sistemas de reclutamiento responsables, con proveedores de mano de obra que garanticen prácticas éticas, transparentes y justas en condiciones dignas, con mecanismo que se ajusten a estándares globales
Para acercarnos al reclutamiento responsable se necesita establecer redes con todas las personas y sectores involucrados. El trabajo de PERIPLO Chile articula a actores públicos, privados, trabajadores y representantes de la sociedad civil en torno a la necesidad de garantizar condiciones laborales adecuadas, un entorno seguro y un trato digno para quienes sostienen la agricultura, creando espacios de discusión que son fundamentales para derribar barreras culturales y construir un tejido social más inclusivo.
Como prueba de la necesidad de derribar prejuicios, durante el mes de diciembre vimos en la prensa local un amplio debate sobre la regularización de personas migrantes. En ese contexto resulta más que destacable la frase del presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Antonio Walker, a un medio de comunicación: “La agricultura chilena le dice a los inmigrantes bienvenidos, pero con visa de trabajo”. Esto es, con la debida regularización.
La agricultura chilena enfrenta un futuro incierto debido al cambio climático, la escasez hídrica, deficiente gestión del agua y la competencia internacional. En este contexto, garantizar condiciones laborales justas no solo es un acto de justicia, sino una estrategia de sostenibilidad. Como país tenemos la oportunidad de liderar con el ejemplo, mostrando que es posible combinar desarrollo económico con respeto por los derechos humanos.
El camino hacia un sector agrícola más justo y sostenible no será fácil, pero desde PERIPLO Chile creemos que es posible. Detrás de cada fruta exportada hay manos que merecen reconocimiento y respeto; y un país que cuida a quienes trabajan su tierra, es un país que siembra un mejor futuro.