Directa, doctrinaria y tradicional: el estilo de Marcela Cubillos, la Isabel Díaz Ayuso chilena
La histórica figura de la derecha irrumpe otra vez en la escena política para encumbrarse como alcaldesa de uno de los feudos conservadores, Las Condes, y abrir espacio a una posible candidatura presidencial
La mayor enseñanza que Marcela Cubillos (57 años, Viña del Mar) adquirió del ballet, que practica desde que era una niña, es la disciplina. La abogada se caracteriza por ser estricta, de posturas firmes y seguras, en busca del perfeccionismo. En la danza y en la política. La figura clave de la derecha chilena doctrinaria –una defensora de las ideas del sector, dicen sus cercanos– es un rostro conocido en la escena pública desde que participó en la campaña del plebiscito de 1988 a favor del Sí para que Augusto Pinochet permaneciera en el poder. Lo hizo como dirigente juvenil del partido Unión Demócrata Independiente (UDI), en el que militó hasta que en 2013, su segundo marido, Andrés Allamand –actual líder de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)– se presentó a las primarias presidenciales por Renovación Nacional, una formación de la derecha tradicional. A Cubillos le costó dejar el partido al que ha seguido vinculada y al que estos días le ha supuesto un aparente dolor de cabeza por anunciar su candidatura independiente al municipio de Las Condes, un feudo conservador del sector oriente de Santiago, gobernado por la UDI desde hace más de tres décadas.
Debido a que Allamand asumió como SEGIB, Cubillos estaba viviendo parcialmente en Madrid, pero continuaba impartiendo clases de derecho constitucional en la Universidad San Sebastián, de Chile. La mujer de la vieja guardia gremialista regresó unos días atrás a su país definitivamente, aunque tiene previstos algunos viajes a España, donde viven su marido y dos de sus tres hijos, todos varones. La exdiputada y exministra de Medio Ambiente y de Educación del segundo Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022) decidió presentarse por libre a las municipales que se celebrarán en octubre “para solucionar un conflicto” en la comuna de Las Condes, una de las tres más ricas de Chile: la derecha tradicional, representada por Chile Vamos, pretendía llevar un candidato, y la derecha radical, de Republicanos, otro. Una candidatura independiente, explicó Cubillos este lunes en Tele 13 Radio, permite la unidad de su sector.
En la derecha no se descarta que más adelante haya un acto de proclamación de su candidatura a las municipales arropada por los partidos de la oposición, como han informado medios locales. Una de las interrogantes es si los republicanos asistirían para entregar una señal de unidad que busca Cubillos con un ala conservadora con la que ya trabajó de manera cercana cuando fue constituyente en el primer proceso para cambiar la Constitución. En aquella elección logró la segunda mayoría de votos a nivel nacional y la primera entre las mujeres para integrar el órgano redactor. Tras el rotundo fracaso de la propuesta con sello de izquierdas, Cubillos abogó porque un grupo de expertos del Congreso escribiera un nuevo documento y que luego se sometiera a votación popular. La derecha tradicional, sin embargo, permitió un segundo intento cuya propuesta conservadora también perdió en las urnas.
A pesar de que en febrero Cubillos sostuvo en una entrevista a El Mercurio que esperaba que se produjera la mayor cantidad de primarias posibles para municipales, decidió correr de manera independiente. Algunos analistas interpretan la jugada como la primera prueba para dejar en evidencia que su figura puede representar un punto de encuentro entre Chile Vamos y Republicanos para la próxima elección presidencial de 2025. El escenario actual tiene como líder en intención de voto espontáneo a la alcaldesa de la UDI Evelyn Matthei, otra histórica figura de la derecha, con un 25% de las preferencias e imponiéndose en todos los escenarios de segunda vuelta, según la última encuesta Cadem. Por otra parte, José Antonio Kast, líder de Republicanos, continúa en segundo lugar, pero retrocediendo progresivamente hasta llegar al 12%. La opción de un plan B, si Kast llega muy desgastado a noviembre del próximo año y Matthei no logra sostener su popularidad durante tanto tiempo, podría ser, dicen, Cubillos.
Más tradicional que católica a la antigua. Desconfiada –aunque con grandes amigos en política como Gonzalo Cordero, Claudio Alvarado o Pablo Longueira– y exigente con sus equipos. Poco dada a mostrarse en una faceta blanda, quienes la conocen dicen que jamás saldría cocinando en Instagram, por ejemplo, como Matthei lo hace con la jardinería o la sastrería. Pese a este faceta dura, sin embargo, vende: el día que llegó desde España la esperaban los canales y la prensa en el aeropuerto.
Hay quienes ven en su estilo un cierto espejo con la española Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid del Partido Popular (PP), que ha logrado ser una bisagra entre el PP y Vox, de la extrema derecha con un liderazgo más duro, frontal y desacomplejado en lo conservador. A diferencia de Matthei –que busca dar el sorpasso a los republicanos ultra–, Cubillos quiere a las dos derechas unidas y fuertes. Y desde ahí, una vez que el sector se imponga a la izquierda, salir a disputar espacios. La semana pasada, se reunió con la diputada española del PP Cayetana Álvarez de Toledo, quien subió a sus redes una fotografía con la política chilena en la que la describió como “una mujer inteligente, una política valiente y la esperanza de muchos chilenos”.
Es discípula de Jaime Guzmán, fundador de la UDI y de quien fue su alumna y ayudante en la universidad. Tiene un estilo parecido a su mentor: directo, sin medias tintas. Que no escabulle las preguntas difíciles. Cubillos es implacable con el oficialismo, pero también con las huestes propias, como lo ha demostró cuando fue dura con el Gobierno de Sebastián Piñera o como cuando ha sido crítica con la nueva camada directiva de la UDI. El pasado 8 de enero, Cubillos escribió una columna en el diario El Mercurio en la que criticaba cómo algunos miembros de Chile Vamos parecían más preocupados de diferenciarse del Partido Republicano, del ala más radical de la derecha, que de la izquierda que gobierna el presidente Gabriel Boric. “¿Qué sentido tiene dirigir un partido si las decisiones las tomará la encuesta Cadem?”, se preguntaba, en alusión a una encuestadora en la que Matthei aparece desde hace meses como la gran favorita para las presidenciales.
El mismo día que Cubillos aterrizó en Chile, Matthei anunció que no buscaría un tercer periodo como alcaldesa, lo que se interpretó evidentemente como su primer paso en la ruta hacia La Moneda. Pero mientras Matthei hace guiños al centro –Demócratas y Amarillos, fuerzas políticas integradas por antiguos militantes democristianos– y apoya posturas como la ley de cuotas de género o el aborto en tres causales, Cubillos busca la alianza con Republicanos, sin moverse de sus convicciones (aunque, a diferencia de antes, cuando se opuso a una ley de divorcio, no se enfoca en las libertades individuales). A finales de enero, cuando se discutía la reforma de pensiones del Gobierno de Boric, la ahora candidata al municipio de Las Condes le escribió un mensaje a Matthei por X: “El silencio no es opción (...) Si no se usa ahora el “capital político”, ¿cuándo?”, en un evidente emplazamiento a la futura abanderada de la derecha tradicional. No tuvo respuesta pública de la aludida.
Los analistas, de todas formas, leen que la irrupción de Cubillos en la escena política y una posible candidatura presidencial puede dañar más a Kast que a Matthei. El tono y la forma que ha adoptado busca a un electorado más derechizado, que sigue posiciones más duras, pero con mayor espacio que Kast hacia otros mundos. Matthei quiere alejarse de eso y representar un liderazgo dialogante y abierto al centro. Hay quienes ven en la estrategia de Cubillos, de actuar de manera monolítica como bloque de derecha, una apuesta que no está conectando con una pulsión social cada vez más pluralista. Pero en la política chilena un año resulta una eternidad y el tiempo juega a favor de los que no tienen mucho que perder y contra los que llevan la delantera.
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