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50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE

El viaje político y sentimental de la ministra de Defensa de Chile, nieta de Allende, a un centro de prisioneros de la dictadura

Maya Fernández Allende visita la Isla Dawson junto a la Armada y a expresos políticos con ocasión de un acto por los 50 años del golpe de Estado de Pinochet

Maya Fernández Allende
La ministra de Defensa, Maya Fernández Allende, en la Isla Dawson, en el extremo sur de Chile.Cristian Soto Quiroz
Ana María Sanhueza

Esta es una escena que parte muy temprano, la mañana del 11 de junio, con una temperatura bajo cero. Maya Fernández Allende (Santiago, 51 años), ministra de Defensa del presidente chileno de izquierdas Gabriel Boric, ha bajado desde un buque de la Armada de Chile hasta la Isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes. Ha viajado por tres horas de madrugada desde Punta Arenas, la ciudad más austral de este país, por primera vez al lugar donde, hace casi 50 años, cientos de partidarios del Gobierno de la Unidad Popular (UP), entre ellos varios miembros del Gabinete de su abuelo, el derrocado presidente socialista Salvador Allende (1970-1973), fueron prisioneros de la dictadura del general de Ejército Augusto Pinochet (1973-1990). Al poco tiempo del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la Marina los transportó para realizar trabajos forzados. Estaban vestidos ligeramente, y así es como permanecieron varios meses hasta que sus familias pudieron enviarles algo de abrigo.

Apenas pisa el muelle, los ojos de Maya Fernández brillan de una manera que, en principio, no se sabe si es de emoción o felicidad. Más tarde, se despejará que ese brillo ha sido tanto de emoción como de felicidad. En Isla Dawson vivirá el cruce de sus dos mundos, el de la nieta socialista de Allende, y el de la ministra de Defensa, que ha venido junto al comandante en jefe de la Armada, el almirante Juan Andrés de la Maza, y decenas de marinos. Todos juntos participarán en la conmemoración de los 50 años del golpe, y pondrán un memorial en el mismo sitio donde estaba el centro de detención: “En este lugar funcionó, entre el 21 de diciembre de 1973 y el 26 de septiembre de 1974, el campo de concentración de detenidos políticos de Río Chico, Isla Dawson, instalado por la dictadura cívico militar. Para que nunca más”.

Maya Fernández junto a expresos político en una ceremonia en Isla Dawson.
Maya Fernández junto a expresos político en una ceremonia en Isla Dawson.Cristian Soto Quiroz

Por Dawson también pasaron dos hombres que ocuparon, en el Gobierno de Allende, el mismo puesto que hoy tiene Maya Fernández: los exministros de Defensa José Tohá, padre de la ministra del Interior de Boric Carolina Tohá, y Orlando Letelier, que además fue canciller. Tohá murió poco después de salir de la isla en el Hospital Militar en Santiago, después de evidentes signos de torturas, y Letelier fue asesinado por la policía secreta de Pinochet en un atentando en Washington. Pero no son sus cargos, dice Maya Fernández a EL PAÍS, en los que piensa en este momento. “Los veo como los amigos y colegas de mi abuelo, no como ministros. Son quienes iniciaron un camino, un sueño para el presidente Allende. Los recuerdo así”.

Maya Fernández, bióloga, veterinaria, exconcelaja y exdiputada, es hija de Beatriz Tati Allende Bussi, la segunda de las tres hijas de Salvador Allende, y del cubano Luis Fernández Oña. Su madre, médico cirujano como Salvador Allende, era la más revolucionaria de las hermanas, y su colaboradora más influyente. El 11 de septiembre de 1973 estuvo con el presidente mientras La Moneda era bombardeada, pero él la obligó a salir. Estaba embarazada de siete meses y tenía una hija de menos de dos años, Maya.

La de su familia ha sido una historia marcada por la política y el dolor. Allende se suicidó en medio del bombardeo al palacio de gobierno. Tati partió al exilio a Cuba. En 1977, a los 34 años, se quitó la vida en La Habana. La ministra de Defensa tenía seis años, y su hermano Alejandro, cuatro. Es un periodo que Tencha Buchi de Allende (1914-2009), la abuela de Maya Fernández, alguna vez describió así: “Recordar ese 11 de septiembre de 1973 para mí es una pesadilla. Hasta ese día yo tenía marido, tres hijas, y después de ese día, yo perdí a mi marido, perdí a una hija, mis nietos están dispersos en diversas partes del mundo”.

La ministra Maya Fernández junto a Juan Pablo Letelier, hijo de excanciller de Allende, Orlando Letelier, durante la conmemoración en Isla Dawson. En la guitarra, la profesora Sandra Baeza.
La ministra Maya Fernández junto a Juan Pablo Letelier, hijo de excanciller de Allende, Orlando Letelier, durante la conmemoración en Isla Dawson. En la guitarra, la profesora Sandra Baeza. Cristian Soto Quiroz

En el extremo sur de Chile, Maya Fernández dice que, mientras navegaba, pensó en los prisioneros en 1973. “Vimos el amanecer en nuestro mar y es imposible no pensar en cuando ellos llegaron hace 50 años acá. Debe a haber sido duro. Pero, al mismo tiempo, me ha reconfortado pensar que este viaje es un reencuentro con la historia”. “A muchos los conozco hace tiempo, y muchos tal vez conocieron a mi familia más que yo. Mi abuelo murió cuando yo era muy niña. Lo mismo mi madre. Entonces, varios de ellos me han contado historias que yo no conocí ni viví. Y yo rescato eso”.

Y continúa: “La historia de mi familia tiene que ver con la historia política del país que, aunque a mí me importa mucho, lo que me gustan son las historias humanas de mi familia. Osvaldo (Puccio, otro exprisionero que fue ministro del gobierno socialista de Ricardo Lagos, 2000-2006) me ha contado cosas divertidas de mi abuelo y otras sobre mi madre”.

La ministra de Defensa junto a De la Maza y a los exprisioneros y sus familias han hecho varias paradas. En un sitio han puesto un clavel rojo; en otro han escuchado parte de la Cantata Nuestra Madre Grande, compuesta por tres exprisioneros en las peores noches en las barracas. Maya Fernández es una más en este lugar, pero a ratos toma distancia y mira esta escena de más de 100 personas reunidas. “Al final todos somos chilenos, con o sin uniforme. Estamos todos. Esto es lo que queremos como sociedad”, comenta a EL PAIS. “Lo que veo es una convivencia natural. Todo el mundo ha podido recordar su historia, relatarla y compartirla con otras generaciones. Eso es bien potente”.

Salvador Allende y su esposa, Tencha Bussi, en 1971 junto a sus nietas Marcia Tambutti y Maya Fernández.
Salvador Allende y su esposa, Tencha Bussi, en 1971 junto a sus nietas Marcia Tambutti y Maya Fernández.

Este viaje a Dawson es el tercero para algunos exprisioneros. En todos ha venido la Armada, pero esta es la primera vez que ha participado un comandante en jefe de la Armada. “El quiebre de la democracia que se produjo el 11 de septiembre de 1973 no se puede volver a repetir”, ha dicho De la Maza a EL PAÍS. No ha sido el único gesto de la Marina en estos días. Lo ha notado el exdiputado Camilo Salvo, el exprisionero de mayor de edad, de 88 años. Es un observador agudo: dice que, a diferencia de los viajes anteriores de 2003 y 2013, hoy ningún uniformado portaba su arma de servicio.

Salvo fue quien dirigió la campaña presidencial de Salvador Allende. Y, tras el golpe, se reencontró con Tati Allende y su pequeña hija Maya en La Habana. Dice que esta jornada en Dawson le ha parecido “un encuentro familiar”, muy lejos de la distancia que hubo en 2003 y 2013 con los marinos. Incluso, ha rememorado este día a la Unidad Popular. Lo ha dicho por la cantidad de discursos espontáneos que se han ido sucediendo durante el día.

Cae la tarde en Isla Dawson. La Armada ha preparado café caliente y empanadas. Los discursos se han multiplicado, y es el turno de la ministra de Defensa. La anuncian por el micrófono. No se ha ubicado en la primera línea, donde se supone están las autoridades. Tampoco lo ha hecho el almirante, sentado en medio de los exprisioneros y sus familias. Maya Fernández está al fondo, de pie, mezclada entre civiles y uniformados. Su pantalón manchado con barro refleja cuánto ha caminado hoy.

Camilo Salvo, expreso político, durante la ceremonia en Río Chico, junto a Juan Pablo Letelier, hijo del excanciller de Allende Orlando Letelier.
Camilo Salvo, expreso político, durante la ceremonia en Río Chico, junto a Juan Pablo Letelier, hijo del excanciller de Allende Orlando Letelier. Cristian Soto Quiroz

Está a punto de cerrar el primer acto conmemorativo de los 50 años del golpe en Chile con personas que, no hace tanto, no podían conversar entre sí. Sin un papel en la mano, la ministra de Defensa dice: “Aquí todos somos seres humanos, con uniforme y sin uniforme. Todos tenemos sueños y sufrimientos. Todos nos desvelamos por un hijo enfermo o si a un ser querido le pasa algo. Eso nos corresponde a todos. Y tenemos que ser capaces de hacerlo en conjunto como país”.

“Aquí hay jóvenes y hay nietos que tienen temas que a lo mejor no estuvieron hace 50 años, pero que son de futuro. Yo creo que tenemos mucho que hacer por esos sueños, (pero) a veces nuestra historia es tan compleja que no nos deja ver el futuro. Y hay que mirarlo”. “Mi abuela, la Tencha, fue una mujer a la que nunca vi quejarse. Nunca. Que nunca habló mal de nadie. Y siempre me dijo que hay que mirar para adelante y pensar lo mejor para Chile. Con eso me quedo”, dice Maya Fernández Allende cuando en Isla Dawson ha empezado a oscurecer.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.

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