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Nueva Constitución de Chile
Tribuna
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Un día histórico

El texto constitucional, si bien tiene vacíos e imprecisiones, tiene el mérito de consagrar un estado social y democrático de derecho

marcha en apoyo a la aprobación del plebiscito constitucional el pasado 20 de agosto, en Santiago.
Cientos de personas participan en una marcha en apoyo a la aprobación del plebiscito constitucional el pasado 20 de agosto, en Santiago.Alberto Valdés (EFE)

El 4 de septiembre se celebrará en Chile un plebiscito inédito para definir si la ciudadanía aprueba o rechaza un texto de nueva Constitución, elaborado por una Convención Constitucional elegida con paridad de género y escaños reservados para los pueblos indígenas. Cualquiera sea el resultado, este hito histórico simboliza que el rumbo del país ya cambió.

El estallido social de octubre de 2019 y las masivas movilizaciones sociales que siguieron, con expresiones minoritarias de gran violencia, expresaron un malestar con el modelo de desarrollo y las desigualdades imperantes en el país. El periodo de 30 años en democracia, el de mayor progreso económico e inclusión social de la historia contemporánea, fue cuestionado ya sea por la timidez de hacer cambios más osados o por los obstáculos impuestos por una derecha asentada en una constitución nacida en dictadura, aunque reformada en democracia, con candados remanentes.

La amplia demanda de cambio, y la crisis política suscitada, se canalizó en el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que los presidentes de diversos partidos firmamos el 15 de noviembre de 2019, y en el posterior plebiscito del 25 de octubre de 2020 donde la ciudadanía votó, por casi un 80%, en favor de la elaboración de una nueva constitución mediante una Convención Constitucional. A su vez, la elección de 155 integrantes de la Convención se efectuó en mayo de 2021.

En el plebiscito de salida que viene no está claro si ganará el Apruebo, pues las encuestas otorgan ventaja al Rechazo, posiblemente en un resultado estrecho. Parte de la incertidumbre reside en el hecho de que este plebiscito será con voto obligatorio, por lo cual mucha gente que no sufraga normalmente, cuando el voto es voluntario, esta vez lo hará por temor a multas o por presión social. El Apruebo no lleva una ventaja decisiva en las encuestas de opinión porque el proceso constitucional estuvo repleto de declaraciones y performances desafortunados de algunos convencionales, premunidos de un espíritu refundacional que generó reticencia en la población, y porque surgieron dudas, incluso en sectores de centroizquierda, sobre normas relativas a la plurinacionalidad, la unidad del Estado, el sistema político, los pesos y contrapesos en un sistema presidencial, la institucionalidad judicial, y otros aspectos.

Por otra parte, el nivel de aprobación del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, que ha sufrido fuertes bajas desde su inauguración hace poco más de cinco meses, incidirá en el resultado del plebiscito; y este, a su vez, definirá el rumbo futuro del Gobierno. Seguramente, en cualquier escenario habrá ajustes ministeriales.

Si bien en la papeleta de votación aparecerán solo las opciones Apruebo o Rechazo, pertenezco a un sector político que argumentó tempranamente en favor del Apruebo, reconociendo, sin embargo, que el texto constitucional está lejos de ser perfecto y amerita ser mejorado, o reformado. Con ese propósito identificamos una decena de normas que deben ser cambiadas, y pudimos concretar, junto a todos los partidos oficialistas, un acuerdo para impulsar dichos cambios con posterioridad al 4 de septiembre.

El texto constitucional, si bien tiene vacíos e imprecisiones, tiene el mérito de consagrar, como en las Constituciones española y alemana, un estado social y democrático de derecho. Además, establece la equidad de género, una protección avanzada de la naturaleza, incluyendo la protección del inmenso Océano de Chile, ausente de las constituciones previas del país, y normas para un desarrollo inclusivo con derechos sociales garantizados.

El día después del plebiscito el proceso de cambio constitucional continuará. Se iniciará un nuevo capítulo del proceso constitucional más democrático de la historia de Chile. Ya sea, en caso triunfe el Apruebo, para iniciar el extenso proceso de dictación de leyes para implementar la constitución, y para reformar aquellos aspectos que los partidos de gobierno se han comprometido a perfeccionar; o, en caso de que gane el Rechazo, para definir el mecanismo preferido de elaboración de un nuevo borrador de constitución --mecanismo que, a mi juicio, debiera ser una nueva Convención Constitucional más acotada en el tiempo. La reciente aprobación legislativa de la rebaja de los elevados quórums de reforma de la actual Constitución a 4/7, facilitaría, en tal circunstancia, el proceso conducente a un nuevo ensayo de elaboración de la constitución democrática que el país decidió darse.

En ambas hipótesis, gane el Apruebo o el Rechazo, habrá que hacer esfuerzos por superar la lógica de la revancha política y renovar la convivencia cívica en un pacto por el futuro. La gente tiene derecho a demandar consensos de la clase política después de un largo período de desgaste y confrontación política y social, y considerando que el gobierno tiene formidables desafíos de seguridad ciudadana, inmigración irregular, acceso a una salud y educación de calidad, previsión digna, violencia en la denominada macrozona Sur, y crecimiento económico y empleo.

No hay ninguna duda. Chile cambió y tendrá una nueva Constitución, idealmente una perfeccionada y acorde con la nueva realidad de un país más democrático, diverso y complejo.

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