El desmarque de la derecha y la solemnidad marcan el cierre de la Convención en Chile
El órgano pone fin a un año de trabajo marcado por tensiones y polémicas en una ceremonia republicana que contrasta con la inauguración
Los fantasmas del caótico arranque de la convención constituyente chilena hace un año no aparecieron este lunes en la entrega de la propuesta de la nueva Constitución al presidente Gabriel Boric. El primer aplauso cerrado de la jornada se lo llevaron los integrantes de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), a quienes en 2021 se les interrumpió en la ceremonia inaugural porque un grupo de constituyentes reclamaba que la policía estaba reprimiendo a los manifestantes. El clima de tensión de aquella jornada se vio completamente contrastado con la ceremonia de cierre solemne de esta mañana y con el ambiente festivo de la calle por la mañana, aunque más tarde unas manifestaciones acabaron en enfrentamientos con carabineros.
El acto arrancó con media hora de retraso y sin la presencia de Boric. Cuando el mandatario ingresó al salón de honor 40 minutos después, y empezó a avanzar hacia el estrado, la ex convencional Ruth Hurtado, del conglomerado de derecha Chile Vamos, se le acercó y entregó una camiseta con la insignia “no más violencia” y dos pasajes a La Araucanía, la región afectada por el conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche por las tierras ancestrales. El presidente chileno no ha visitado la zona desde que llegó a La Moneda, en marzo pasado. Boric recibió el “regalo” y se lo pasó a su escolta.
Mientras en el ex Congreso Nacional cantaban el himno nacional -se entonó al comienzo y al final-, a las afueras del edificio, en medio de un gran despliegue policial, se escuchaban otro tipo de cánticos. “¡No estamos todas, faltan las presas!”, clamaban unas, en alusión a las detenidas de las revueltas sociales de 2019. Las feministas, ondeando banderas del apruebo en el referendo, gritaban: “Salud, vivienda, trabajo y educación. Este 4 de septiembre aprobamos la nueva Constitución”.
En el acto se repartieron ejemplares de la propuesta constitucional a las principales autoridades, a los que hasta hoy se desempeñaron como convencionales y a sus invitados. Al final de la ceremonia, los conglomerados y equipos que trabajaron durante un largo año se sacaban fotos juntos con el texto y se los pasaban unos a otros para que se los firmasen, evocando las imágenes de un último día de colegio.
A pesar del ambiente republicano, las divisiones entre los constituyentes eran evidentes. Los 37 representantes de la derecha -de un total de 154- lamentaron haber “perdido la oportunidad” de redactar una Carta fundamental que fuese “la casa de todos”. Dejaron en claro que van a rechazar la propuesta del organismo que, acusan, los excluyó. El grueso de la convención, mayoritariamente alineado con las ideas de la izquierda, defendieron que la derecha “se excluyó sola” y llamaron a aprobar el texto el próximo 4 de septiembre.
Con las encuestas dando ventaja a la opción del rechazo, muchos hicieron mea culpas e intentaron enterrar las polémicas -como la renuncia de un convencional por inventarse un cáncer o cambios a último minuto- para promover el texto que, según ellos, conduce a Chile hacia los cambios sociales que necesita.
La ex convencional Manuela Royo fue una de las primeras en salir del recinto a la calle con su ejemplar en la mano. Una decena de mujeres se le acercaron a aplaudirle, agradecerle, y le pidieron el libro para fotografiarlo. “¡Lo logramos!”, celebraba Cecilia Oñate, de 54 años, mientras leía el Artículo 4: “Las personas nacen y permanecen libres, interdependientes e iguales en dignidad y derechos”. Bajo confetis y con música en vivo, el ambiente era de festejo, aunque los manifestantes no llegaban al medio millar.
“Hoy es un lindo día para enterrar la Constitución de Pinochet”, “Queremos un sexto retiro [de los fondos de pensiones]”, “No más AFP [sistema privado de pensiones]” rezaban algunas de las pancartas de quienes llegaron hasta la Plaza de Armas, a unas calles de la ceremonia de cierre, en el centro de la capital. Luis Sepúlveda, de 26 años, se acercó al lugar con la última versión del borrador constitucional. Lo tenía subrayado y con apuntes. “Me he dedicado a estudiarlo. Este es un momento histórico y creo que todos deberíamos tomárnoslo en serio”, afirmó el joven, que votará junto a más de 15 millones de chilenos sobre el destino constitucional del país sudamericano.
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