“Si se invirtiera en las baterías de calcio, serían una revolución”

La ovetense Andrea Fernández fue galardonada en los Premios Talento Joven de la Comunidad por su investigación con baterías de calcio, sustitutas de las de litio y más sostenibles con el medioambiente

La ingeniera química Andrea Fernández, premio talento joven de la Comunidad. KIKE PARA

Andrea Fernández (Oviedo, 25 años) le sale el afán investigador por todos los poros de su piel. Una dedicación por la que esta ingeniera química y joven doctorando de la Universidad Carlos III ha recibido el galardón medioambiental en los IV Premios Talento Joven de la Comunidad, por un proyecto con el objetivo de sustituir las baterías de litio, más tóxicas y costosas, por otras de calcio, apostando por la sostenibi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Andrea Fernández (Oviedo, 25 años) le sale el afán investigador por todos los poros de su piel. Una dedicación por la que esta ingeniera química y joven doctorando de la Universidad Carlos III ha recibido el galardón medioambiental en los IV Premios Talento Joven de la Comunidad, por un proyecto con el objetivo de sustituir las baterías de litio, más tóxicas y costosas, por otras de calcio, apostando por la sostenibilidad. Aunque ya no forma parte del grupo humano que vio nacer la idea, reconoce que el "esfuerzo mereció la pena". "El trabajo de investigador es sacrificado y cambiante, pero es una herramienta imprescindible para que la sociedad avance", reflexiona.

¿Cuándo supo que le atraía el mundo de la investigación?

Recuerdo que participé en un campus científico de verano con 17 años, en el que se reunía a estudiantes con los mejores expedientes académicos de las comunidades. Nos juntamos durante dos semanas en una residencia universitaria en la que preparé dos proyectos, uno de química y otro de ingeniería. Hasta ese momento no sabía a qué quería dedicarme realmente. Cuando acabó el taller me di cuenta de que quería hacer algo práctico, crear cosas que tuvieran una utilidad, que se pudieran tocar.

¿Cómo surgió el proyecto VIDICAT, por el cual ha sido premiada?

Mi trabajo de fin de máster fue el germen de lo que es ahora el proyecto VIDICAT, que estuvo parado un tiempo por falta de financiación y hace un tiempo se relanzó con la colaboración adicional de Francia, Alemania e Italia. Lo que investigaba era la sustitución de las baterías de litio, muy extendidas hoy día, por otras de calcio.

¿Qué cambio supondría apostar por estas últimas?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sería una revolución. Las baterías de litio son más caras que las de calcio y dañan más al medioambiente. Este último se encuentra en abundancia por todo el planeta y el litio se concentra solo en Argentina, Bolivia y Chile. Además, con las baterías de calcio se abaratan costes y tienen una mayor capacidad. Y, sobre todo, son más seguras como demostré en mi investigación al ver que se mejoraba la conductividad en altas temperaturas.

El coche eléctrico sale muy beneficiado, pero ¿en qué otros campos se usarían?

En el sector aéreo, por ejemplo, en los que se dan constantes cambios de presión. En el de los portátiles o teléfonos para evitar, como ya ha ocurrido en alguna ocasión, que las baterías acaben quemándose y explotando solas.

¿Y ahora en qué dedica sus energías?

Aunque no he perdido el contacto con mis antiguos compañeros y estoy muy orgullosa de haber formado parte del proyecto, ando inmersa en la tesis doctoral. En ella, investigo sobre el reciclaje en material compuesto, es decir, compruebo que las propiedades mecánicas de materiales ya usados, como la fibra de carbono, tengan una segunda vida y no acaben en inmensos vertederos.

¿Y dónde se reutilizarían?

Materiales que servirían para interiores de aeronaves, palos de golf, bicicletas, raquetas, etc. En la actualidad, entre un 30% y un 40% del volumen de producción de las empresas son residuos: como restos de cortes o errores de fabricación.

Además de desarrollar su tesis, da clases de laboratorio.

Avanzo en mi tesis en el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Materiales y gracias a una beca del ministerio imparto docencia en ingeniería en la Carlos III algunas horas a la semana, tanto en grado bilingüe como en español. Siempre les digo a los alumnos que me pregunten lo que haga falta, que pierdan el miedo a saber más.

¿Por qué sigue habiendo menos alumnas en esta rama universitaria?

En grados como electrónica o mecánica se reduce mucho el número de mujeres. Quizás haya ciertos estudios que nos impongan más que otros, pero tenemos la misma valía que los hombres.

¿Se ha sentido discriminada por el hecho de ser mujer?

Nunca. En el mundo académico hay una mayor igualdad en general, aunque en los congresos se sigue notando mayor presencia masculina. Sin embargo, el otro día, una compañera sí se sintió mal al hacer una búsqueda de trabajo en Linkedin y comprobar que si suprimía el filtro por sexo femenino, le aparecían muchas más ofertas. Recuerdo que gritó: "¡Esto es indignante!"

La anécdota de los Premios Príncipe de Asturias

Andrea Fernández se define como una "persona trabajadora". Gracias a su buen desempeño estudiantil durante el grado tuvo la oportunidad de recoger uno de los premios extraordinarios Fin de Carrera de las manos de Sus Majestades, en los Premios Príncipe de Asturias de 2014. El galardón lo reciben cada año aquellos alumnos de la Universidad de Oviedo con un elevado expediente académico. "La mayor parte de nosotros teníamos claro que nos apasionaba dedicarnos a la investigación", apunta la ovetense, quien recuerda un hecho que dejó sorprendidos tanto a don Felipe como a doña Leticia. "Nos preguntaron cuántos de nosotros seguíamos investigando en Asturias y solo levantaron la mano tres personas. Se quedaron impactados".

Sobre la firma

Más información

Archivado En