Un centenario horrible

Metro celebra en 2019 sus cien años, pero los actos conmemorativos palidecen ante los graves problemas del suburbano

Una viajera en una estación de Metro a principios de febrero.KIKE PARA

El 17 de octubre de 1919, Alfonso XIII inauguró el primer tramo de Metro Madrid: la línea 1, entre Sol y Cuatro Caminos. Por eso los actos para conmemorar el centenario del suburbano comenzaron el pasado 17 de octubre y se extenderán durante todo 2019. Unas celebraciones que corren el riesgo de quedar eclipsadas por los graves problemas que el suburbano tiene abiertos en varios frentes.

Crisis del amianto. Sin duda, el más grave de los problemas de Metro. La comisión de investigación de la Asamblea de Madrid sobre el tema ...

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El 17 de octubre de 1919, Alfonso XIII inauguró el primer tramo de Metro Madrid: la línea 1, entre Sol y Cuatro Caminos. Por eso los actos para conmemorar el centenario del suburbano comenzaron el pasado 17 de octubre y se extenderán durante todo 2019. Unas celebraciones que corren el riesgo de quedar eclipsadas por los graves problemas que el suburbano tiene abiertos en varios frentes.

Crisis del amianto. Sin duda, el más grave de los problemas de Metro. La comisión de investigación de la Asamblea de Madrid sobre el tema cerró sus conclusiones el pasado viernes con duras críticas a la gestión de Metro. Las pesquisas desvelaron que Metro conocía desde al menos 1991 que había amianto en sus instalaciones. Pero no dijeron nada a los trabajadores ni hicieron nada para protegerles. Por el momento hay cuatro operarios con la enfermedad laboral reconocida —dos de ellos han fallecido a causa de la misma—. Decenas de trabajadores están haciéndose pruebas. Metro ha invertido 140 millones de euros para desamiantar su red: actualmente, y según fuentes de la compañía, hay unos 50 trenes paralizados para eliminar el asbesto. “Esto no empaña en absoluto el centenario de Metro”, defendía el presidente Garrido (PP) la gestión del problema del amianto. La realidad le lleva la contraria. Además, Metro vendió en 2011 más de una treintena de trenes a Argentina, todos con amianto.

Escasez de trenes. Metro está gestionado por la Comunidad de Madrid, donde desde hace más de dos décadas gobierna el Partido Popular. En los últimos diez años, y a pesar del aumento de demanda, el número de trenes no ha dejado de disminuir: en 2010 había 2.369 coches; el año pasado, 2.322. El pasado octubre, acuciado por las críticas, el Gobierno regional anunció la inversión de 700 millones de euros para adquirir 60 nuevos trenes. Los trenes hay que encargarlos: tardan entre dos y tres años en estar listos.

Falta de maquinistas. En diciembre del año pasado, el Gobierno regional anunció la contratación de 100 maquinistas (con una inversión de más de cinco millones de euros). Ese número de conductores se suma a los 360 contratados por Cristina Cifuentes, en octubre de 2015 cuando estaba al frente de la presidencia de la Comunidad y en plena huelga del sector. “Aún así, faltarían unos 240 conductores”, calculan desde los sindicatos. Tras esas contrataciones, los efectivos serían de 1.862, menos que en 2013, cuando se movían en torno a los 2.000. Por ello, los maquinistas tienen convocados paros parciales, como los que realizaron el pasado sábado. Además, los trabajadores, tras una asamblea realizada la semana pasada, decidieron convocar, “por unanimidad”, una manifestación el próximo 20 de febrero. Tras ella, se reunirán para plantear un calendario de movilizaciones.

Incumplimiento de frecuencias. Las pasadas navidades, y a pesar de que hubo un aumento de viajeros del 5%, en la red se programaron hasta 33 trenes menos en hora punta. Una reducción que afectó a casi todas las líneas (exceptuando la 7, la 11, el ramal y el Metro ligero). Aparte de la disminución —consignada en los planes entre Metro y el Consorcio— la compañía no siempre cumple con esas tablas lo que empeora los tiempos de espera y las apreturas en los vagones.

Imprevistos. Como en cualquier red de movilidad hay imprevistos. Metro tiene ahora mismo dos graves. Por un lado, en la estación de Gran Vía, cuyas obras de remodelación se han retrasado debido al hallazgo de restos de interés patrimonial. Por otro, el corte de la línea 2, ocasionado por las obras del complejo Canalejas y que no se sabe cuándo se va a subsanar.

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