Una lucha de 40 años

Presidentes y militantes históricos y actuales de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) rememoran las cuatro décadas de la entidad

Silvia González, Julián Rebollo, Enrique Villalobos, Prisciliano Castro y Justa García.VÍCTOR SAINZ

—“Al principio estábamos en la clandestinidad y nos reuníamos en las iglesias, igual que el movimiento obrero”, dice Julián, que mantiene el mismo bigote de hace cuatro décadas, ya cano.

—“No éramos todavía legales pero ya estábamos haciendo democracia desde los barrios. Era cuestión de tiempo que nos legalizaran”, añade Prisciliano, con una vehemencia que también se adivina perenne.

Así rememoran el surgimiento del movimiento vecinal durante el final del franquismo Julián Rebollo y Prisciliano Castro, dos presidentes históricos de ...

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—“Al principio estábamos en la clandestinidad y nos reuníamos en las iglesias, igual que el movimiento obrero”, dice Julián, que mantiene el mismo bigote de hace cuatro décadas, ya cano.

La FRAVM aglutina a 277 asociaciones que integran unos 120.000 socios

—“No éramos todavía legales pero ya estábamos haciendo democracia desde los barrios. Era cuestión de tiempo que nos legalizaran”, añade Prisciliano, con una vehemencia que también se adivina perenne.

Así rememoran el surgimiento del movimiento vecinal durante el final del franquismo Julián Rebollo y Prisciliano Castro, dos presidentes históricos de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM). La entidad acaba de cumplir 40 años —el 2 de noviembre— y, para conmemorarlo, EL PAÍS reúne a cinco miembros de entonces y de ahora: Rebollo (presidente de la FRAVM de 1978 a 1979), Castro (al frente de la entidad desde 1987 a 2005), Justa García (militante histórica de la federación) junto a Enrique Villalobos (actual presidente, desde febrero de 2017) y Silvia González, la más joven de la nueva junta directiva.

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A pesar de que, desde hace más de dos décadas, se lleva pronosticando el fin de estas organizaciones, la federación mantiene una salud de hierro: aglutina a 277 entidades federadas, lo que supone unos 120.000 socios en la región. ¿Cuál es su secreto? “Las asociaciones son muy abiertas, aquí cabe todo el mundo, de cualquier partido y de cualquier ideología”, dice Justa García. “La asociación de vecinos es el sitio donde la gente se puede reunir siempre. Pero no solo para hablar de los problemas del barrio, sino para hablar de lo que quieran”, tercia Julián Rebollo.

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Reunión de la FRAVM en 1976, antes de su legalización; en el centro, con bigote, Julián Rebollo.CÉSAR LUCAS

Pero volvamos al principio. “La federación no surgió de la nada en 1977, viene de mucho antes”, dice Castro, uno de sus dirigentes más longevos —estuvo casi dos décadas al frente—. “A finales de los sesenta, a Madrid llegaron millones de personas y se encontraron sin casa, en barrios sin calles, con barro, sin servicios… Entonces empiezan a surgir asociaciones en San Blas, Orcasitas, Carabanchel… Ahí ya estábamos haciendo democracia, y nos tenían que recibir los concejales del franquismo porque estábamos dando guerra”. Lo ejemplifica Justa García: “Nos organizábamos para construir chabolas por la noche, porque si te pillaban haciéndola de día te la derribaban”.

Así que la primera lucha fue por la vivienda. Y por la democracia: “En 1976 la federación, todavía ilegal, convoca la primera manifestación por la democracia en la calle de Preciados”, apunta Castro. Y por la igualdad: “Las mujeres participábamos en todas las acciones reivindicativas. En las manifestaciones nos daban palos igual que a los hombres”, añade García. Y muchas otras: “Yo he visto en nuestros locales vender pan, porque las panaderías cobraban más de lo que debían, repartir comida de la que tiraban en el supermecados...”, cuenta Rebollo.

“En las protestas, a las mujeres también nos daban palos”, dice Justa García

El 2 de noviembre de 1977 llegó la ansiada legalización. ¿Cómo han cambiado las cosas en estas cuatro décadas? “En el fondo, la federación sigue teniendo las mismas peleas que hace 40 años”, responde Enrique Villalobos, presidente actual. “Las ciudades siguen creciendo de espaldas a lo que la gente necesita, así que hay que organizarse por la vivienda, el trabajo, la sanidad”, añade Silvia González, de la actual junta directiva, da otra clave: “Las asociaciones generan comunidad, el orgullo de ser de barrio. Por ejemplo, los vecinos de Villaverde consiguieron que llegara el metro a la zona gracias a sus movilizaciones”. Y se suman a otras luchas: “Si surge un movimiento y necesita un local para reunirse, las asociaciones se lo ceden gratis”, dice González.

Murgui, de la FRAVM al Ayuntamiento

"El movimiento vecinal ha sido capaz de mantenerse durante muchos años y en todo el territorio. No siempre ocupa los titulares, pero siempre está ahí. Cuando uno necesita saber qué pasa en un barrio, ahí está su asociación de vecinos", explica Nacho Murgui, que fue presidente de la FRAVM de 2007 a 2015 y ahora es concejal de Coordinación Territorial y Cooperación Público-Social del Ayuntamiento de Madrid.

“De la FRAVM me he llevado una concepción que es muy propia de las asociaciones y debe ser propia de una forma de entender la política, que es que uno debe gobernar y emplear su tiempo para conseguir mejoras concretas, que la vida en la ciudad sea mejor, que la gente tenga acceso a mejores servicios, que los servicios públicos sean mejores, que la ciudad sea un espacio donde vivir”, dice. En su opinión, “gracias a las asociaciones de vecinos, en los barrios empezó la democracia antes que en el Estado” y destaca que el movimiento vecinal ha impulsado todo tipo de luchas, contra la privatización de la sanidad y contra los desahucios.

¿Los jóvenes están tan implicados como los mayores? "Sí, los jóvenes se han acercado para organizar bancos de alimentos y luchar contra la pobreza con la crisis. También suelen estar muy interesados en las instalaciones deportivas", señala Silvia González. "Yo procedo del 15-M, que tiene un gran concepto del movimiento vecinal. Ahora, a los jóvenes, nos toca sobre todo luchar por el trabajo", añade. En su opinión, "el movimiento vecinal se activa o permanece en espera según el contexto, pero no desaparece".

Para conmemorar su aniversario, el próximo 18 de noviembre celebrarán una gran fiesta en la Nave de Terneras del Matadero, a la que está previsto que acudan la alcaldesa, Manuela Carmena, y la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes -que todavía no ha confirmado su presencia-. La idea es que sea una jornada festiva para reivindicar el papel de las asociaciones de vecinos. "Habrá una exposición fotográfica, teatro, bailes, música, un gran cocido..", dice Villalobos.

Según el presidente, “los retos de futuro de la FRAVM son los que tengan la ciudad y la región. Si en cualquier pueblo o en cualquier barrio existen necesidades, ahí tendremos que estar para participar. Y siempre vamos a estar en las emergencias sociales, la habitacional, el hambre, los problemas ambientales…”. Castro puntualiza: “En los setenta cambiamos realidades, porque las que había no nos gustaban, y ahora se hace lo mismo”. ¿Seguirán existiendo dentro de otros 40 años? “Se lleva vaticinando nuestro final desde hace 25 años, y aquí seguimos. Mientras que haya necesidades, las asociaciones estarán ahí”, concluye Villalobos.

Una de las primeras manifestaciones del movimiento vecinal en Madrid.FRAVM

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