Todos los días son Nochevieja

El mediático chef Chicote lanza su última propuesta en Madrid

Terraza del restaurante Puertalsol by Chicote.

Sin duda, las vistas de la terraza del Puertalsol by Chicote son inigualables: los sonidos y colores de la plaza más ecléctica de la capital; el icónico cartel de Tío Pepe y el reloj de la Casa de Correos, el de las campanadas. En este entorno el mediático chef Chicote lanza su última propuesta en Madrid. Lo hace con El Corte Inglés —la terraza aparece encaramada en la tienda de deportes de Sol de la cadena— y con Pedro Olmedo, director gastronómico de Pesadilla en la cocina.

Buscando referentes en las tascas madrileñas de toda la vida, aciertan en la selección de platos: un delicado bacalao orly; deliciosas alcachofas al carbón con ajoblanco o un suculento arroz de Calasparra con cigala además de embutidos o ensaladilla rusa (unos 30 euros por persona). Mantienen el nivel en los postres —muy recomendables las fresas con helado de nata— y la selección de vinos es interesante, quizá un poco subida de precio. No atinan tanto con la decoración o la música (urge plantear una sesión adecuada para tan maravilloso espacio).

"Estamos en rodaje", reconoce Olmedo al p...

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Buscando referentes en las tascas madrileñas de toda la vida, aciertan en la selección de platos: un delicado bacalao orly; deliciosas alcachofas al carbón con ajoblanco o un suculento arroz de Calasparra con cigala además de embutidos o ensaladilla rusa (unos 30 euros por persona). Mantienen el nivel en los postres —muy recomendables las fresas con helado de nata— y la selección de vinos es interesante, quizá un poco subida de precio. No atinan tanto con la decoración o la música (urge plantear una sesión adecuada para tan maravilloso espacio).

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"Estamos en rodaje", reconoce Olmedo al pie de la terraza; llevan abiertos poco más de un mes. A pesar de ello, ganan la calidad de los platos, la atención, el espacio, las vistas y los detalles. El más curioso ocurre poco antes de la medianoche. Cinco minutos antes de que la campana comience a repicar, en todas las mesas aparecen platitos con una docena de uvas cada uno. "Aquí todos los días son Nochevieja", apunta un simpático camarero. Los comensales sonríen y, ya estén tomando un gin tonic, a punto de acabar el segundo plato o con el postre, se preparan para la ceremonia. Suena la primera campanada.

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