El raro caso del buceo: de niños somos como nutrias, de mayores como focas

Claves para recuperar un estilo que se olvida con los años. La respiración es vital.

Las gafas evitarán que te piquen los ojos bajo el agua y te ayudarán a ver mejor.Valentin Weinhaeupl (Getty Images/Westend61)

A los niños les encanta pasar horas en el agua buceando como sirenas, hacer competiciones de largos sin respirar y montar coreografías de natación sincronizada. Pero con los años, este entretenimiento se deja a un lado como si tuviera un límite de edad. De pronto un día te encuentras con que te apetece darte un buen chapuzón en lugar de un simple remojo, pero te puede la vergüenza al pensar que no sabrás hacerlo con estilo. Descuida, solo hacen falta algunas pautas básicas para sentirte como una nutria, tan ágil en el agua c...

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A los niños les encanta pasar horas en el agua buceando como sirenas, hacer competiciones de largos sin respirar y montar coreografías de natación sincronizada. Pero con los años, este entretenimiento se deja a un lado como si tuviera un límite de edad. De pronto un día te encuentras con que te apetece darte un buen chapuzón en lugar de un simple remojo, pero te puede la vergüenza al pensar que no sabrás hacerlo con estilo. Descuida, solo hacen falta algunas pautas básicas para sentirte como una nutria, tan ágil en el agua como en la tierra.

Hay que empezar por practicar la respiración fuera del agua, recomienda José Luis Vaquero Benito, miembro de la Asociación Española de Técnicos de Natación (AETN) y Director Técnico de la Federación de Natación para Ciegos. Se hace a través de un ejercicio sencillo: “Hay que coger mucho aire por la boca e ir soltándolo muy poco a poco por la nariz o la boca”. “Por lo general cuanto mayor sea la inspiración, más oxígeno retendremos y seguramente aguantaremos más”, explica Javier Vázquez, responsable del área técnica de la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS).

Cuanto más aire cojamos, más aguantaremos dentro del agua.

Evita hiperventilar (respirar demasiadas veces seguidas y muy rápido) antes de meterte en el agua. Es un ejercicio erróneo que puede llegar a ser peligroso, según Vaquero Benito: “Si son muy rápidas las inspiraciones puede provocar que el aire no llegue adecuadamente a los pulmones”. Además, el responsable de área técnica de FEDAS añade que “se corre el riesgo de perder el conocimiento por no saber realizar correctamente dicho ejercicio”.

Otra cosa que debes tener en cuenta antes de sumergirte es que tu vista en el agua no es como la de los peces. Si abres los ojos, verás borroso y puede que te piquen por la sal del mar o el cloro de la piscina. Por eso, lo mejor es tener unas gafas de buceo a mano que nos ayuden a ver. Aunque no es obligatorio. De hecho los expertos recomiendan a los principiantes probar a abrir los ojos sin ellas para perderle el miedo y evitar los nervios.

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Una vez dentro del agua, verás a algunas personas tapándose la nariz para bucear. Se trata de un tema de comodidad, dice Vázquez: “Hay gente que necesita hacerlo para no sentir el agua tocando las fosas nasales o para evitar respirar y en consecuencia tragar agua”. No solo hay que estar atento a que no entre agua por donde no debe, sino a cómo sale el aire. Hay que soltarlo poco a poco, dice Vaquero: “Si no, tendremos que subir enseguida a la superficie a coger más rápidamente”. Y siempre guardar algo para el ascenso y no quedarse sin antes de salir a la superficie.

Con la respiración dominada, toca disfrutar dentro del agua. Los expertos recomiendan algunos juegos clásicos: hacer el pino, una voltereta o lanzar objetos al fondo para buscarlos. Aunque parezcan simples pasatiempos infantiles, el miembro AETN los recomienda para adultos con poca experiencia: “Son una de forma de familiarizarse con el medio acuático y ganar comodidad”. Eso sí, nada de irse a donde no se hace pie. “Lo mejor para aprender es empezar en una zona poco profunda, ya que es ahí donde hay menos presión y mejor soporta nuestros pulmones el oxígeno”.


Toca avanzar y para ello hay que hacer desplazamientos de braza, es decir, empujar con los brazos el agua a lo largo del cuerpo para poder avanzar. El propio cuerpo aprovechará al máximo la propulsión que se ha logrado. No hay que creerse Michael Phelps y querer ser el más rápido. “Cuanto más lento y más relajado se realice el ejercicio, más capacidad de concentración y, por lo tanto, más tiempo podrá aguantar sin necesidad de tomar el aire”, comenta Javier Vázquez.

Asimismo, los técnicos de natación recomiendan que, tras bucear por primera vez —ya sea en el mar o en la piscina— nos tomemos un descanso antes de volver de adentrarnos debajo del agua, lo que permitirá que nuestra capacidad pulmonar aumente. Esto hará que consigamos nuestro objetivo, aguantar lo máximo posible.

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