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¿Por qué ser discreto cuando se puede ser genial?

Compuesto por las ‘nouvelles’ ‘Piña’ y ‘Mal de altura’, ‘Una mano invisible’, de Gonzalo Maier, es un ejercicio literario menor del extraordinario autor chileno

Gonzalo Maier (Talcahuano, Chile, 44 años) disfruta de un don, la escritura. Para nuestro gozo, nos divierte a nosotros con ello, porque de eso van sus libros: de alegrarse de estar vivo o reírse de no estar muerto. Su literatura es calurosa, repleta de matices; es sabia sin ser resabiada y grandiosa sin ese peso del que se sirve en ocasiones el canon para privar a los buenos libros del oxígeno que les corresponde, pues los as...

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Gonzalo Maier (Talcahuano, Chile, 44 años) disfruta de un don, la escritura. Para nuestro gozo, nos divierte a nosotros con ello, porque de eso van sus libros: de alegrarse de estar vivo o reírse de no estar muerto. Su literatura es calurosa, repleta de matices; es sabia sin ser resabiada y grandiosa sin ese peso del que se sirve en ocasiones el canon para privar a los buenos libros del oxígeno que les corresponde, pues los asfixia y los oxida. También divertida en un sentido estricto: hubo quien se giró en la playa mientras me escuchaba reír al leerle.

Antes de continuar, puntualizo algo por si no se ha hecho patente ya: soy profundamente maierista, porque solo Gonzalo Maier es capaz de hacer aparecer en sus libros las cosas que vemos. No obstante, cuando leí Una mano invisible —el volumen que publica ahora Random House en España y que compila los relatos largos o nouvelles Piña y Mal de altura— no pude evitar sentir una pequeña decepción. Así es como entendí que atravesar cierta desazón ante algunos libros de autores que admiramos hasta el bruxismo —una expresión que hago mía tras leerla entre las páginas del título que comento— nos enseña algunas cosas e invita a reflexionar sobre otras. También eché de menos el formato, toparme con un libro nuevo de Maier y poder metérmelo sin problemas en el bolsillo.

Tanto en Piña como en Mal de altura se verbalizan aspectos de la realidad que todo el mundo conoce y nadie enuncia por pereza. En este caso, nos encontramos ante dos protagonistas que juguetean con el narrador, Horacio y Sócrates, respectivamente, y que ejercen profesiones liberales con una tendencia clara al cultivo de lo contemplativo. Uno es artista, el otro profesor de Ética en una universidad emplazada en los pliegues de una montaña, desde la que se puede ver Santiago de Chile. Sin embargo, y tras haber leído sus textos anteriores, la sensación de estar leyendo algo menor es auténtica. Hasta podríamos hablar de una literatura de spin-off, que cede ante el efectismo de componer una trama narrativa a través de frases subrayables. Casi resulta obsceno no volver sobre según qué pasajes por lo bien que suenan o funciona y lejos de alegrarme ese impulso de buscar el lápiz solo me hizo sospechar.

Ambos personajes pelean a su manera contra un sistema económico —¿por qué etapa vamos del capitalismo? Ni sé— que les impide tener agencia sobre lo siguiente: decidir si vale la pena vivir o plantearse cómo tener una vida buena. De ese choque entre lo que uno quiere y lo que cree que se merece se alzan como una especie de gurús que no tienen voluntad alguna de serlo, quedándose así en esbozos de personajes que podrían haber sido inolvidables y que, en cambio, tal y como vienen se van. En su desdibujarse, arrastran a sus antagonistas —una crítica de arte llamada Ingrid Mora que fue implacable en vida con el bobo de Horacio, así como Echaurren, un tipo que se movía estupendamente entre las élites corruptas hasta que le pillan y deciden que para dar ejemplo ha de tomar un curso de Ética. ¿Su profesor de filosofía? Pues Sócrates, alguien completamente sometido a su pasado.

Aquí iba un pequeño chiste sobre la altura literaria a la que Maier aspira en la segunda novelita, en plan Harold Bloom, porque el título del segundo relato o nouvelle me daba pie, Mal de altura. Pero, como pueden comprobar, ni lo intento. Además, no tengo gracia alguna para explicar una broma. Pero sí diré algo bueno, algo estupendo de todo esto. Tras cerrar sus páginas, me encaminé a la biblioteca que más cerca tenía para sacar la Ética, de Spinoza y recordé un subrayado de Maier: “Muchas veces he buscado no entender, como si en esa ignorancia, o en eso que se me escapa, estuviera lo cierto. O mejor: lo incuestionablemente cierto”.

Una mano invisible. Piña, Mal de altura

Gonzalo Maier.
Random House, 2025.
240 páginas, 19,90 euros.

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