Amparo Dávila y nuestros fantasmas de cada día

La relevancia de la obra de la narradora mexicana, fallecida en 2020, queda corroborada con esta edición de sus ‘Cuentos reunidos’, historias de ambiente terrorífico que revelan una gran variedad de registros

La escritora Amparo Dávila, en un homenaje por su 90º cumpleaños en febrero de 2018 en Ciudad de México.Sáshenka Gutiérrez ((EPA) EFE)

Tras una larga carrera literaria, la poeta y narradora Amparo Dávila (1928-2020) entró con honores en el canon de la literatura mexicana ya en el presente siglo, al recibir los premios mexicanos de Bellas Artes en 2015 y Jorge Ibargüengoitia de literatura en 2020, pocos meses antes de su fallecimiento. La relevancia de su obra queda corroborada con esta edición de sus Cuentos reunidos a cargo de Fondo de Cultura Económica y la editorial Páginas de Espuma.

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Tras una larga carrera literaria, la poeta y narradora Amparo Dávila (1928-2020) entró con honores en el canon de la literatura mexicana ya en el presente siglo, al recibir los premios mexicanos de Bellas Artes en 2015 y Jorge Ibargüengoitia de literatura en 2020, pocos meses antes de su fallecimiento. La relevancia de su obra queda corroborada con esta edición de sus Cuentos reunidos a cargo de Fondo de Cultura Económica y la editorial Páginas de Espuma.

Tanto críticos como académicos tienden a enmarcar la mayoría de los relatos de Dávila en el género gótico-fantástico, pues en ellos se repiten elementos característicos de este como la predominancia del ámbito doméstico (a ser posible casonas sombrías y sus correspondientes jardines) y la irrupción de lo sobrenatural en la cotidianidad, todo ello en un entorno opresivo y amenazante. En efecto, es principalmente en grandes casas burguesas donde acechan las presencias inquietantes que encontramos en las narraciones de la escritora mexicana y donde lo siniestro, en el sentido más freudiano del término, acampa, creando atmósferas turbadoras. El ejemplo por excelencia es su relato ‘El huésped’, perteneciente al volumen Tiempo destrozado (1959), probablemente el texto más analizado y difundido de la autora mexicana.

Como bien indica la escritora Mariana Enriquez en el prólogo de los Cuentos reunidos —por su vínculo con la literatura de Dávila, Enriquez es la prologuista idónea—, los escritos de Dávila no solamente están vinculados estilística y temáticamente con los de maestros estadounidenses del relato de horror como Poe o Lovecraft, sino también con ciertos cuentos de Cortázar, gran amigo de la autora, en los que reina un clima de extrañamiento, por ejemplo Casa tomada, que además transcurre en una gran residencia familiar, o Después del almuerzo, donde el protagonista ha de sacar a pasear a una criatura perturbadora acerca de la cual el lector obtiene solo pistas desdibujadas.

En la literatura contemporánea mexicana, el motivo recurrente de lo fantasmagórico, que no solo es central en la mayoría de relatos de Dávila sino también en Pedro Páramo de Juan Rulfo y en Aura de Carlos Fuentes, ha sido leído por los académicos como un recurso literario cuyo propósito es interpretar diversos problemas y realidades histórico-sociales del país azteca. Como contrapartida, en los relatos de Dávila estos espectros son a menudo secuelas de ausencias previas. Así, enLa casa nueva’, es la muerte de Ramón Saldívar, marido y padre del núcleo familiar protagonista, lo que genera una sensación gradual de desvalimiento que se traduce en una presencia fantasmal percibida solamente por las mujeres de la familia: Doña Isabel, la viuda, y su hija Alina. En todos estos relatos, además de narrar los sucesos cotidianos que constituyen la trama, Dávila se ocupa en profundidad de lo que ocurre simultáneamente dentro del mundo mental de sus personajes.

En muchos de los cuentos la resolución del conflicto que genera el malestar en sus protagonistas es radical: en ‘Música concreta’ tiene lugar tras la eliminación de la persona causante de la perturbación (“El sapo no volverá jamás a molestarte”, dice el personaje que se ha encargado de acabar con la presencia amenazante), o gracias a la huida del espacio donde se asienta el trauma; por ejemplo, con la venta de la vivienda recién estrenada en ‘La casa nueva’, o mediante el cambio de alojamiento en ‘El Hotel Chelsea’, relato que podría parecer una crónica en primera persona de un viaje a Nueva York de la autora veteada con elementos ficcionales. En él, la protagonista y narradora planea inicialmente quedarse varias noches en el célebre hotel donde pernoctaron artistas y escritores para encontrar en realidad “una habitación con la alfombra manchada y sucia, una cama mal tendida con sábanas arrugadas y huellas de haber sido usadas, una mesa y unas sillas llenas de polvo, una cocineta con una estufilla cochambrosa que olía a gas y un fregadero con llaves oxidadas que goteaban sin cesar”.

El relato pertenece al volumen más tardío de cuentos de Dávila, publicado en 2009 y titulado ‘Con los ojos abiertos’. En él las historias se emplazan en espacios como bloques de apartamentos, bares u hoteles, más propios de la modernidad urbana que de los ambientes tradicionales de la literatura gótica, sin embargo, Dávila logra igualmente que lo fantástico y lo siniestro afloren en ellos.

Otro elemento que reaparece en estas historias es la radio y, como consecuencia, la profusión de voces propias de este medio, que se entremezclan con las de ultratumba que dicen escuchar los personajes de aquellas. Esto ocurre particularmente en el relato titulado ‘Radio Imer Opus 94.5′, cuya protagonista, Irene, se enamora perdidamente de la voz del locutor de un programa de música clásica al que no conoce personalmente.

En resumen, quien solamente espere encontrar en este libro historias de ambiente terrorífico se verá gratamente sorprendido ante la variedad de registros de Dávila, pues la tensión que la autora genera en sus textos proviene de muy distintas fuentes: no solamente es de índole fantasmagórica, sino también reside en las relaciones complejas e intensas entre hombres y mujeres. Son destacables los personajes femeninos de Dávila, dotados de gran sensibilidad perceptiva, lo cual provoca que la sociedad las tache de desequilibradas, si bien al mismo tiempo son fuertes y resolutivas (en ‘La casa nueva’, el personaje de Doña Isabel “casi siempre ganaba porque todo lo que ella hacía en la vida lo hacía bien”). Aunque su cotidianidad transcurra en universos donde se las relegue a un segundo plano y en el que sean asaltadas por miedos y contrariedades de todo tipo, a lo largo de estas narraciones se muestran en una lucha constante para desembarazarse de cualquier elemento hostigador y obtener su libertad, sea esta simbólica o tangible.

Cuentos reunidos

Autora: Amparo Dávila.


Prólogo: Mariana Enriquez.


Editorial: Páginas de Espuma, 2022.


Formato: tapa blanda (312 páginas. 25 euros).

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