‘La impostora’: Retos y dilemas de una escritora metida a traductora
En un ensayo literario condensado con anécdotas fascinantes, la escritora Nuria Barrios explica, y se explica, la historia y los entresijos de un oficio que la coloca frente al espejo de su conocimiento del idioma
Monja, monja, monja… ¿Quién no ha practicado ese juego que consiste en repetir una palabra para que se confunda con otra construida con las mismas sílabas? Como un mantra, el desdoblamiento termina por volverse dislocación. Los sonidos pierden el sentido. Con la repetición, se esfuma la noción de qué conecta el vocablo monja a una religiosa, o qué relación tiene una pierna de cerdo con los fonemas que componen ‘jamón’. Se materializa el extrañamiento del lenguaje, ese mecanismo simbólico que genera la realidad (¿o era al revés?).
Cuando la escritora ...
Monja, monja, monja… ¿Quién no ha practicado ese juego que consiste en repetir una palabra para que se confunda con otra construida con las mismas sílabas? Como un mantra, el desdoblamiento termina por volverse dislocación. Los sonidos pierden el sentido. Con la repetición, se esfuma la noción de qué conecta el vocablo monja a una religiosa, o qué relación tiene una pierna de cerdo con los fonemas que componen ‘jamón’. Se materializa el extrañamiento del lenguaje, ese mecanismo simbólico que genera la realidad (¿o era al revés?).
Cuando la escritora Nuria Barrios aceptó su primer encargo de traducción literaria, la novela Vengeance, de Benjamin Black, esa iluminación hizo visible una constelación de hallazgos. Alguien que trabaja con la lengua como materia prima descubría, perpleja, cómo se convertía en extranjera en su idioma. La confrontación con su conocimiento de las palabras la ponía frente al espejo de su propia conciencia. Y este le devolvía un reflejo invertido.
Antes de esa experiencia inicial, en plena pandemia, Barrios ni siquiera había reparado en la labor de fondo, pero crucial, de mudar las palabras de su piel. El libro que acabaría titulándose Venganza fue solo el primer dedo hundido en el mar de retos y dilemas que se iría abriendo ante sus ojos en el desempeño de una labor que, de antemano, se le antojaba cómoda y rutinaria. Un error de cálculo del que nació La impostora, con el que la autora ha ganado el XIII Premio Málaga de Ensayo.
Son mujeres quienes ejercen mayoritariamente la profesión. Por eso, la autora escribe en genérico femenino
Ahora, Barrios sabe cosas como que aquel que traduce no es un traductor, sino una traductora. Son mujeres quienes ejercen mayoritariamente la profesión. De ahí que hable de ellas en genérico femenino, también de las lectoras. “Ninguna narración es inocente”, escribe. Y “ninguna traducción es neutra”. Otra lección aprendida: se trata de un oficio invisible. Su artífice es un fantasma, aunque deja su huella. Traducir es cambiar, interpretar, cuestionar, leer, descifrar. Abandonar la voz propia y crear. Con todas sus dificultades, es un trabajo mal remunerado y poco valorado.
La condición de escritora de Barrios tiene dos ramificaciones en el libro. La primera conduce al asombro ante la grieta que se abre entre esa faceta y la de traductora. “Soy la que traduce y soy quien observa a la traductora traducir”. La otra pasa por la elección de un estilo literario condensado con anécdotas, muchas protagonizadas por autores que, antes que ella, compaginaron ambas ocupaciones: Octavio Paz, Julio Cortázar, Lydia Davis. Barrios evoca historias fascinantes de asesinatos cometidos por fanáticos, atribuciones dudosas, textos mutilados con malicia o por antojo y obras que al reformularse en un nuevo idioma ganaron un autor. Es el caso de la Historia del caballero encantado, la versión en chino del Quijote que firman tanto Cervantes como Lin Shu.
De los cilindros concéntricos que ascienden la torre de Babel en la pintura de Pieter Brueghel el Viejo a la polémica por el veto a traductores de La colina que ascendemos, los versos que la poeta Amanda Gorman leyó en la toma de posesión de Joe Biden, la autora hace un barrido histórico y analítico de los hitos de una labor que quiere explicar, y explicarse, al tiempo que la reivindica. Una frase del libro lo resume: “Si la multiplicidad de las lenguas […] está asociada a un castigo, el surgimiento de la traducción como oficio reviste la forma de un milagro”.
La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora
Autora: Nuria Barrios.
Editorial: Páginas de Espuma, 2022.
Formato: tapa blanda (168 páginas, 15 euros) y e-book (5,99 euros).
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