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Milei cambia de estrategia y vende dólares del Tesoro para sostener el peso antes de las elecciones

La decisión complica el compromiso de acumulación de reservas adquirido con el FMI

Javier Milei en junio, en Madrid.
Mar Centenera

A finales de julio, el presidente argentino, Javier Milei, y todo su equipo económico negaron de forma tajante la intervención estatal en el mercado cambiario. “Flotaaaaaa, el dólar flotaaaaaaa”, gritaron al unísono entre risas y golpes en la mesa en un programa de streaming. Pero los argentinos vieron en el último mes que el peso se hundía sin remedio y amenazaba con arrastrar con él el principal logro económico del Gobierno ultraderechista, el descenso de la inflación, en vísperas de las elecciones. Este martes, con el peso cambiándose a casi 1.385 pesos por dólar —casi 300 pesos por arriba del piso de la banda y menos de 100 del techo—, el Gobierno comunicó un cambio de estrategia. A partir de ese momento, el Tesoro quedó habilitado para participar en el mercado cambiario y, por tanto, la cotización dejó de fluctuar libremente según la oferta y la demanda.

El anuncio realizado a través de X por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, no hizo otra cosa que blanquear una intervención que había comenzado de forma silenciosa dos semanas atrás. Según estimaciones de las consultoras Vectorial y 1816, el Tesoro lleva vendidos cerca de 300 millones de dólares en el mercado cambiario desde el pasado 20 de agosto.

La nueva medida ha dado sus primeros frutos —a media tarde el peso se había apreciado 10 céntimos, hasta los 1.375 pesos por dólar—, pero a un costo muy alto para el Estado argentino. En un país con reservas netas negativas en el Banco Central, la venta de dólares en el mercado cambiario va a contracorriente del compromiso de acumulación de divisas que el Gobierno de Milei asumió con el Fondo Monetario Internacional en abril a cambio de un nuevo préstamo de 20.000 millones de dólares. La decisión enciende además las alarmas de los inversores sobre la capacidad de pago de los abultados vencimientos de deuda e intereses que Argentina tiene por delante.

El giro de timón anunciado supone un duro revés para la credibilidad internacional de Milei por cambiar las reglas de juego sobre la marcha. Desde que Argentina levantó el cepo cambiario para las personas, hace casi cinco meses, regía un esquema de libre flotación del peso entre dos bandas. Milei había asegurado que no intervendría en el mercado cambiario a menos que el peso cruzara una de esas dos bandas, fijadas en el inicio entre 1.000 y 1.400 pesos por dólar. Con el avance de los meses, la diferencia entre una y otra se fue ensanchando de forma controlada.

Al desdecirse, el presidente argentino ha traído a la memoria el momento en el que el Gobierno de Mauricio Macri informó a finales de 2017 sobre un cambio en las metas de inflación que marcó un punto de inflexión en su relación con los mercados. La respuesta de este martes tampoco ha sido buena: los bonos y las acciones argentinas en Wall Street arrancaron con caídas.

Desde la Casa Rosada vinculan la inestabilidad financiera actual a la cercanía de las elecciones y aseguran que las aguas volverán a calmarse cuando, confían, derroten a la oposición kirchnerista. La cita nacional en las urnas es el próximo 26 de octubre, pero todas las miradas están puestas en la elección de este domingo en la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país.

La Libertad Avanza —que concurre aliada con el Pro de Macri— llega a la recta final de la campaña desconcertada por la investigación de una red de cobro de sobornos que presuntamente se orquestó desde la cúpula del poder. Milei se aferra al descenso de la inflación como su gran bandera electoral. Para conservar ese comodín, está dispuesto a usar los cartuchos que haga falta.

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Sobre la firma

Mar Centenera
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Antes trabajó en la sección Internacional de Público, fue enviada especial en Afganistán y Filipinas, y corresponsal de la Agencia Efe en Yakarta y Buenos Aires. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
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