Susana Malcorra: “Es inexorable que la próxima Secretaría de la ONU sea para una mujer”
La excanciller de Argentina impulsa desde la organización GWL Voices el empoderamiento de las mujeres en el ámbito multilateral
Susana Malcorra (Rosario, 67 años) fue ministra de Exteriores de Argentina entre 2015 y 2017. Cuando dejó el cargo se instaló definitivamente en Madrid, donde ya vivía su familia. Allí cofundó GWL Voices, una organización civil integrada por más de 50 mujeres con experiencia en Gobiernos y organizaciones internacionales que ahora impulsan la agenda feminista en el ámbito multilateral. Malcorra viajó a Buenos Aires para participar de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la Cepal y ONU Mujeres. Ha concentrado su trabajo en el reconocimiento de la economía del cuidado. Y está en campaña por colocar en la Secretaría General de las Naciones Unidas a una mujer, cargo al que ella misma aspiró sin éxito en 2016, cuando fue elegido António Guterres. “Después de 80 años de una visión masculina monolítica, es hora de traer una visión femenina a los problemas”, dice Malcorra en esta entrevista con EL PAÍS.
Pregunta: ¿Cuál el mensaje que trae a este encuentro de la ONU sobre la mujer?
Respuesta: Esta conferencia está enmarcada en el tema de la economía del cuidado. El mensaje es poner en valor lo que representa y el no reconocer en pago lo que se hace en los cuidados. Si los Estados y los Gobiernos tuvieran que ejercer el trabajo que hacen las mujeres en la economía del cuidado, tendrían que invertir muchos miles de millones de dólares. Hay que encontrar la forma de reconocer la economía de cuidado, porque si no es otro elemento de desigualdad profunda con las mujeres. Aún en la salud, que es donde las mujeres son prevalentes, la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres es el 25%. Ni que hablar el que no se paga o se paga en negro, como es lo típico.
R. ¿Esto es especialmente grave en América Latina?
R. Esto pasa en el todo el mundo, pero América Latina tiene un enorme problema. La pandemia hizo que muchas mujeres en la región dejaran de trabajar y no pudieran reinsertarse.
P. Entonces la covid-19 fue especialmente dañina para las mujeres...
R. Totalmente, y es por eso que Cepal y ONU Mujeres eligieron este tema. Esto está inmerso además en un contexto más grande. Yo vengo como sociedad civil a esta conferencia, representando a una asociación de 53 mujeres que hemos trabajado en el sistema de Naciones Unidas, que creemos en el empoderamiento de la mujer en un sistema multilateral fortalecido. Hay un retroceso mundial en la cuestión del empoderamiento y el debilitamiento que está sufriendo Naciones Unidas contribuye a que ese retroceso se refuerce. Y en ese contexto, la próxima secretaria general será clave para producir estos cambios.
P. ¿Da por hecho que la próxima Secretaría de la ONU estará ocupada por una mujer?
R. Luego de 80 de Naciones Unidas, es una obviedad que la mitad del mundo que no ha estado representada corresponde que lo esté.
P. ¿No deberán pelear por ese puesto?
R. No admito la posibilidad de que se discuta que sea una mujer. Cuando se produjo el anterior nombramiento del secretario general y yo fui candidata, se hablaba de la posibilidad. Ahora ya no es una posibilidad, es inexorable.
P. ¿Qué cambiará con una mujer al frente de la ONU?
R. Creo firmemente que las mujeres y los hombres somos distintos, a Dios gracias. Traemos perspectivas y nos aproximamos a los problemas desde ángulos distintos. Después de 80 años de una visión masculina monolítica, es hora de traer una visión femenina a los problemas. Esto no significa que haya solo mujeres, pero las mujeres nos aproximamos a los temas complejos desde una perspectiva de la negociación, de la resolución del problema por mediación. Cuando tenés sentada a la mesa un grupo que representa lo que es la sociedad, tenés una discusión representativa de los problemas de la sociedad.
R. Por qué el sistema internacional se ha cerrado a las mujeres?
P. El proceso de elección del secretario o la secretaria está en manos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Es un punto importante, porque esto no es por aclamación popular. Por eso debemos tener desde hoy muy claro que la próxima secretaria general será quien encabece parte de estos cambios.
P. ¿Está dispuesta a intentarlo otra vez?
R. No, ya mis tiempos han pasado. Para todo hay un momento y una edad, y hay generaciones nuevas que son las que tienen que ocupar ese espacio. Yo voy a estar batallando para que así sea, pero no seré yo.
P. ¿Cuál es el estado de salud de las relaciones internacionales?
R. Es bastante crítico, no estamos en un momento brillante de las relaciones. Los quiebres son enormes y la gran división geopolítica lo enmarca todo. Lo que está pasando ahora en Ucrania solo acentúa eso. Y lo que pasó con el covid hizo además que se produjera un quiebre norte-sur muy pronunciado. Los países en desarrollo sintieron que los países desarrollados no necesariamente pensaron el covid como una pandemia, que por definición es global y, por lo tanto, requiere de soluciones globales. Hubo una preeminencia de soluciones propias. Los que tenían los recursos y lo que tenían los laboratorios, salieron favorecidos.
P. Volvamos al tema del cuidado. ¿Porque hablamos de eso ahora y no antes?
R. El covid puso el problema ante nosotros. Y hay otro elemento importantísimo, que es el envejecimiento de la población. El envejecimiento de la población requiere de más cuidados. Y la economía del cuidado es mano de obra intensiva, no hay forma de reemplazarla. Es un área que está para crecer y es importante que la gente joven entienda que acá hay una oportunidad de salida laboral de largo plazo.
P. Parte del reconocimiento del trabajo de cuidado sería sumar a los hombres…
R. Definitivamente, pero hay una razón por la cual los hombres no participan: es un trabajo muy, muy duro y mal pago. Por eso lo hacen las mujeres. Si se mejora el ingreso, dejemos que le toque a las mujeres. No vaya a ser que ahora que se produzca el desplazamiento, desplacemos a las mujeres.
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