Un duelo y mil preguntas de las familias de los migrantes africanos que aparecieron en República Dominicana

El tío de Sidane Wade y el primo de Yankhoba Tall, dos de los jóvenes que se cree que estaban en el cayuco, se enteraron de la noticia de su muerte por redes. Las autoridades no los han contactado

Yankhoba Tall y Sidane Wade, dos jóvenes senegaleses cuyos cuerpos fueron hallados en la patera encontrada en la costa de Río de San Juan (República dominicana) el 6 de agosto de 2024.CORTESÍA

Hacía más de 200 días que lo estaban buscando. Sidane Wade, de 23 años, desapareció de su casa en Mbane, Senegal, a mediados de enero sin dejar rastro ni decirle nada a nadie. El 24 de enero, cuando faltó al trabajo, empezaron a sospechar que tal vez habría migrado rumbo a Europa. “¿Sabes? Los jóvenes aquí de África, cuando viajan, pueden dormir contigo en la cama que no sabrás nada”, explica por teléfono su tío, Ibrahim Wade. “No te lo cuentan porque sabes que si te enteras no los dejarás irse. Pero Sidane había visto a otros amigos que llegaban y que ya tenían un coche o una casa. Siempre quiso progresar”.

El 6 de agosto, cuando leyeron en redes la noticia de que un cayuco africano a la deriva había llegado a las playas del norte de República Dominicana, temieron lo peor. La barcaza llegó con 14 esqueletos, 28 celulares, 14 cédulas y 12 paquetes de lo que pensaban eran estupefacientes. Esta semana, la Armada confirmó que sólo tres de los paquetes dieron positivo en cocaína, mientras el resto eran fardos falsos y sólo contenían madera en el interior. Otros senegaleses que vivían en Dominica avisaron a Ibrahim por Facebook de que una de las pocas cédulas que no quedaron completamente erosionadas por el sol y el agua salada parecía ser la de su sobrino. “Al menos ya sabemos que está muerto”, dice al otro lado de la línea. El duelo, explica, lleva meses haciéndolo. Ahora solo espera poder tener los huesos de Sidane para “que su alma pueda descansar en paz”. “Ya no buscamos más porque sabemos que está muerto. Pero queremos que repatrien sus huesos. Entonces veremos su tumba en el cementerio de nuestro pueblo. Así no habrá dudas, y cuando alguien quiera visitarlo, podrá ir y venir con tranquilidad”.

La cédula de Yankhoba Tall es otra de las pocas que pudieron salvarse. Y es la que vio en fotos por redes sociales su primo Abdou Wone en Malika, Senegal, donde se crio este jóven sastre de 33 años. En enero, ya desde Mauritania, donde se mudó en 2019, se puso en contacto con su padre para contarle que quería llegar a Europa y “él no consiguió disuadirlo”. Pero Wone aún se pregunta por qué lo hizo. “Recuerdo que un día estábamos viendo un documental sobre la inmigración irregular. Se dio la vuelta y me dijo que nunca, nunca, nunca utilizaría esas barcas improvisadas para llegar a Europa”, explica por teléfono. “Nunca fue su deseo. No sé cómo le influyeron”. Yankhoba estaba casado y tenía dos hijos de tres y dos años. Su madre, cuenta Wone, sigue en estado de shock.

La embarcación recuperada por la Defensa Civil de República Dominicana, en la costa Río San Juan, el pasado 6 de agosto.AP

Aunque Ibrahim intenta ser fuerte y hablar con los medios “para agilizar el proceso todo lo posible”, la imagen del cuerpo de su sobrino descomponiéndose le atormenta. “A Sidane le encantaba comer, era un glotón. Por eso, pensar que murió de hambre y de sed nos duele tanto”, explica. Seis días después del hallazgo, las autoridades volvieron al lugar donde habían dejado la patera en la playa y encontraron otras dos osamentas, dinero mauritano y otros 18 celulares y 9 documentos. Según explicó por llamada el magistrado Genaro Arvelo, el fiscal a cargo de la investigación, una de las hipótesis posibles es que en la barca hubiera tantas personas como celulares (al menos 46) y que los dos nuevos esqueletos correspondan a otras dos personas diferentes a las 14 inicialmente halladas. “Pero aún es pronto para decirlo. Tenemos que esperar a los resultados científicos. Estamos haciéndolo lo más rápido posible, la legislación dominicana nos da seis meses para investigarlo”.

A falta de las conclusiones que exponga el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), las documentaciones parecen indicar que todos los fallecidos eran varones (no se encontró ninguna cédula de ninguna mujer) y jóvenes de Mali, Mauritania y Senegal. Si bien la institución cuenta que ya está en conversación con las homólogas en los tres países africanos, ni Ibrahim ni Abdou han recibido ninguna llamada. Al conocer que este medio tendría una conversación con las familias, Arvelo pidió sus contactos. “No tenemos sus números. A veces, la prensa llega antes”, dijo. Para el magistrado, prácticamente todas las esperanzas están puestas en que se puedan recuperar las tarjetas SIM de los celulares. “Esto nos podrá ayudar a ponernos en contacto con las familiares y pedir tal vez pruebas óseas”.

A pesar de que el Inacif anunció este miércoles que habían concluido en un 75% con la identificación de las osamentas, sin muestras de la médula ósea de familiares, intervenciones quirúrgicas de huesos o fichas dentales, y con una documentación ilegible, la tarea de distinguir los cuerpos se vuelve prácticamente imposible. “Es muy difícil, pero estamos tratando de unir el rompecabezas”, explica.

“Identificar es comparar”, resume el médico forense Sergio Sarita, quien narra cómo hay dos cuerpos que han sido identificados “tentativamente”, pero no confirma sus nombres. “La repatriación se hace en base a que se tenga conocimiento científico de que son ellos. Y hasta ahora no está asegurado nada. Ni siquiera que sean de Senegal, Mauritania o Mali”. Sin embargo, el canciller dominicano, Roberto Álvarez, ya anunció a medios locales que notificó a las autoridades senegalesas de lo ocurrido [no se pronunció sobre Mali o Mauritania, como afirmó el Inacif]. “Dado el caso inusual y peculiar” de lo ocurrido, “a lo mejor hay que establecer excepciones a las normas establecidas en nuestra legislación” en las que tendrían que intervenir instituciones como la Procuraduría General y el Ministerio de Interior y Policía, anunció.

Ni para Abdou ni Ibrahim existe la posibilidad de que parte de los huesos que llegaron no sean de sus familiares. ¿Por qué estarían sus cédulas ahí? ¿Quién las habría puesto? Las preguntas se les amontonan. A Ibrahim se le atraganta una en particular: ¿Qué le dirán al hijo de Sidane de cinco años? “Sus amigos le dicen que su papá está muerto, pero ni siquiera entiende lo que es la muerte”, lamenta. “Está viviendo como si nada hubiera pasado”. Abdou repasa una y otra vez la última llamada que tuvieron en diciembre de 2023. “Él sabía que yo quería triunfar con mi música y me prometió que encontraría la forma para producirla”, dice conmovido. “No sé porqué se fue, no lo entiendo...”.

En la última década, al menos 9.714 migrantes han sido encontrados sin vida en América Latina en alguna ruta migratoria. La ONG Caminando Fronteras calcula que en los cinco primeros meses del año han muerto o desaparecido en el Atlántico intentando llegar a Canarias 4.808 personas; una persona cada 45 minutos. “Es muy triste imaginar cómo murió”, dice Wone. “El pueblo de Malika lo está viviendo con dolor, consternación e interrogantes”.

Entre estos interrogantes está el hallazgo de los tres kilos confirmados de cocaína y otros 43 pequeños paquetes, con 400 porciones de marihuana, que se encontraron en la segunda revisión del cayuco, , según confirmó a este periódico la Dirección Nacional de Control de Drogas (Dncd). Ninguna autoridad oficial contactada por este medio ha dado declaraciones al respecto. Los familiares tampoco saben nada. “Fue una sorpresa muy, muy, muy grande para nosotros, y podemos jurar que Sidane no tenían nada que ver con ellas”, dice Ibrahim. “Seguro que la metieron en la barca”, añade Wone.

Los 12 fardos iniciales son los que más intrigados tienen a las autoridades, porque varios paquetes con la misma inscripción (HC1) en su envoltorio han aparecido en diferentes lugares, entre ellos Puerto Rico y Venezuela, en los últimos meses. “Es la primera vez que en una embarcación con migrantes desaparecidos se encuentra droga”, dijo Edwin Viales, monitor regional para las Américas del Missing Migrants. Fuentes de la Dncd son tajantes: “Está bajo investigación”.

Para Wone, nada de eso es importante. Solo piensa en poder tener los huesos de su primo cerca y poder orar por él. “Pedimos a las autoridades que nos ayuden a repatriar el cuerpo para darle un entierro digno y poder visitar su tumba a menudo”, cuenta. “Solo pedimos eso”.

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