Noboa descoloca a la oposición con sus maneras poco convencionales y afronta la carrera electoral sin rival claro en Ecuador
El presidente del país maneja la agenda y los momentos sin que el ‘correísmo’ pueda rebatir su discurso
Daniel Noboa hace política con otros manuales que la oposición no ha logrado descifrar ni entender. Los opositores siguen pensando en el establishment mientras el presidente de Ecuador hace lo contrario a lo que el manual de política manda y frustra a sus contrarios porque consigue posicionar más rápido su mensaje con videos y discursos, aún cuando usa datos descontextualizados y equivocados, como los que ha mostrado sobre empleo joven, muertes violentas, sabotajes o la compra de ambulancias para el sistema de salud pública. La oposición no ha conseguido desmentir al mandatario a tiempo y, cuando reacciona, su discurso se diluye en un nuevo problema de los que golpea a diario al país.
Con una aprobación que bordea el 60%, Noboa está construyendo a sus opositores. El primer paso ha sido dejar atrás el discurso neutral de cuando era candidato y se ha ubicado al otro extremo de la principal fuerza política, el movimiento Revolución Ciudadana, que lidera el expresidente Rafael Correa. Noboa caracteriza el nuevo anticorreísmo e intenta ocupar el espacio de la derecha, que se encontraba huérfana, explica la analista política Caroline Ávila. “La forma de hacerlo es con la mano dura a la inseguridad y cero impunidad, que lo demostró capturando a Jorge Glas en La Roca”, añade la académica. El trofeo de haber ganado esa batalla fue dar de baja la candidatura de Jan Topic, el candidato del partido de derecha Social Cristiano (PSC), quien quedó en cuarto lugar en las últimas elecciones presidenciales pese a su intento de imitar a Nayib Bukele, el presidente de El Salvador.
Pero esto no fue siempre así. El punto de inflexión fue el asalto a la Embajada de México en Quito. Ese día, durante varias horas, hubo un silencio incómodo de una parte de la oposición. Pudo haber sido el shock de ver las imágenes que parecían improbables de los policías de élite de Ecuador trepar los muros de la casa diplomática o porque su aliado político había tomado una medida desbordada. Antes de ese viernes 5 de abril, la política ecuatoriana vivía una luna de miel de la que nadie quería despertar. El presidente enviaba una ley al Congreso, el pleno se reunía, los legisladores daban sus discursos, -casi por decir algo-, y aprobaban con mayoría, y los que se llamaban de oposición, no negaron su voto, se abstuvieron. El Gobierno consiguió una aplanadora en el Legislativo sin ser mayoría y gobernó varios meses sin oposición. Pero ambos bandos se vieron forzados a cambiar radicalmente su postura y discurso después de la condena internacional de invadir la legación diplomática.
Para Ávila esto evidencia otros problemas de fondo: la falta de ideología de los partidos políticos y que responden a una agenda propia y no a los intereses de sus votantes. La consulta popular convocada por Noboa es una muestra de eso. Los principales partidos políticos no se inscribieron para hacer campaña por el no. Por ejemplo, Revolución Ciudadana se oponía tibiamente a dos preguntas sobre modificar el trabajo por horas y abrir el arbitraje internacional para controversias contractuales, hasta que entró en escena la captura de Jorge Glas. Entonces cambió su discurso por el no en las once preguntas planteadas por el mandatario. “La oposición no pasa por las líneas ideológicas del Gobierno, sino porque se está metiendo con su agenda privada, porque no da los votos para enjuiciar a la fiscal o porque envió a La Roca a Jorge Glas”, dice Ávila.
La ausencia de la oposición se ha sentido en decisiones políticas gubernamentales claves, como el aumento del IVA, la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la eliminación del subsidio a los combustibles. Ninguno ha representado a esa parte de la población que le ha molestado las nuevas medidas. Con excepción de la Conaie, que representa a los movimientos indígenas y es de los grupos más ideologizados, los demás han mostrado posiciones tibias. Por ejemplo, el PSC que después de muchos años ha conseguido la presidencia del Congreso y su bandera política principal siempre ha sido la de liberar de impuestos a la población, su voz apenas se escuchó para oponerse al alza del IVA.
Noboa marca el ritmo a sus opositores a los que ahora los acusa de unirse en su contra. “Es el viejo Ecuador resistiéndose a una nueva época con todas las uñas que le quedan”, dijo el vocero del Gobierno, Estaban Torres, tras una sesión del pleno de la Asamblea en la que aprobó una resolución para repudiar las expresiones que hizo Noboa en una entrevista con el periodista Jon Lee Anderson, en el que se refirió sobre Petro como un esnob de izquierdas; Milei que no ha logrado nada y Bukele como arrogante. La oposición falló en su intento de golpear al mandatario y la resolución quedó en el olvido, porque el Gobierno instauró la idea -engañosa- de que los asambleístas quieren declararlo “loco”. Esa acusación puede abrir procesos de destitución en Ecuador, al igual que en Perú.
“Noboa quiere seguir siendo el halcón solitario que se defiende de la partitocracia”, cree el consultor político Pablo Pardo. El Gobierno está perdiendo a sus aliados, se atrinchera en las redes sociales y en su esposa influencer. Así hasta que caduque su manual disruptivo de la política. “Como le queda poco tiempo en el poder está disparando para todos lados, pensando en el corto plazo y devolviendo los golpes”, añade Pardo. Mientras que la oposición, que también piensa en las elecciones, tampoco se toma en serio ser el contrapeso a las decisiones de un Noboa obstinado y radical, que no escucha a su oposición. Muy al contrario, se burla de ella.
Con el tiempo encima, los partidos todavía no definen quiénes serán sus candidatos para las elecciones presidenciales de 2025. Hasta el momento, el único candidato visible es Daniel Noboa. Las próximas elecciones parecen predecibles, al menos que una ficha se mueva a última hora y entre en la contienda electoral Diana Salazar, la fiscal del Estado, quien ha liderado las investigaciones de corrupción más importantes del país y que un 45% de la población aprueba su potencial político, según la encuestadora Cedatos. Y aunque ha dicho que no planea postularse en las siguientes elecciones, su presencia en la papeleta patearía el tablero político, incluso podría relegar a las primeras fuerzas políticas del país.
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