Un juez de Haití acusa a la viuda de Jovenel Moïse de complicidad en el asesinato del presidente
La nueva línea de investigación apunta a que la esposa del político conspiró con el ex primer ministro Claude Joseph para arrebatarle el poder
La madrugada del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, también resultó gravemente herida su esposa, Martine Moïse. La pareja descansaba en la cama matrimonial cuando un comando armado irrumpió en la casa presidencial para cometer el magnicidio que hundió al país caribeño en la inestabilidad y una profunda crisis política. Martine Moïse ha pasado de víctima a implicada en la investigación para esclarecer las causas del asesinato del mandatario.
El juez Walther Voltaire, encargado del caso, formuló este lunes cargos contra 51 personas, entre la que figuran la viuda del mandatario, el entonces primer ministro, Claude Joseph, y el antiguo jefe de la Policía Nacional, Léon Charles. El nuevo viraje en la trama que mantiene en vilo a los haitianos ha sido justificado por el magistrado con “pruebas suficientes” y “cargos concordantes” que muestran la responsabilidad de los acusados en el crimen. Martine Moïse es acusada por complicidad y asociación criminal. Voltaire ha solicitado el procesamiento de los imputados “por los hechos de asociación para delinquir, robo a mano armada, terrorismo, asesinato y complicidad en asesinato, delitos cometidos en perjuicio de Jovenel Moïse”.
La viuda del presidente dejó Haití y se refugió en Florida, Estados Unidos. Ha afirmado en las pocas declaraciones públicas que ha dado que es inocente y que ha sido víctima del atentado ocurrido la madrugada del 7 de julio de 2021, cuando un comando fuertemente armado integrado por exmilitares colombianos irrumpió en la casa presidencial, en Puerto Príncipe, y disparó a la pareja. Según el testimonio brindado por la mujer a las autoridades haitianas, esa madrugada la pareja presidencial escuchó fuertes disparos de armas automáticas “que duraron de 30 a 45 minutos” antes de que los atacantes ingresaran a la habitación, donde les dispararon, asesinaron al presidente y los agresores la dieron ella por muerta. De acuerdo a su relato, Martine Moïse quedó boca a bajo en el dormitorio y uno de los atacantes le tocó los dedos de los pies para asegurarse que había sido asesinada.
El relato de Moïse forma parte de la acusación de 122 páginas elaborada por el juez Voltaire y divulgada por el medio haitiano AyiboPost. El magistrado afirmó que las declaraciones de la viuda “están tan plagadas de contradicciones que dejan mucho que desear y la desacreditan”. Según la acusación, uno de los imputados declaró en el interrogatorio que Martine Moïse conspiró con el exprimer ministro para derrocar al mandatario y ocupar su cargo. Según el documento, las acusaciones contra la exprimera dama “son suficientes” para imputarla. “Existe evidencia seria y consistente que pueda motivar cargos por los hechos de asesinato, intento de asesinato, robo a mano armada, detención y transporte de armas de guerra y municiones ilegales, conspiración contra la seguridad, omisión, complicidad en asesinato y concierto para delinquir imputados a los acusados”, se lee en el documento.
Hasta la fecha han sido detenidas por las autoridades haitianas 20 ciudadanos colombianos, 19 policías haitianos, incluyendo oficiales a cargo dela seguridad del fallecido presidente, y cuatro individuos “vestidos de civil”, según consta en la acusación. Las autoridades también decomisaron más de 60 armas de fuego de diferentes calibres y ocho vehículos usados en el ataque. En junio de 2023 fue condenado a cadena perpetua el empresario haitiano-chileno Rodolphe Jaar por un juez federal de Estados Unidos. La fiscalía había acusado a Jaar por “conspirar para cometer asesinato o secuestro fuera de Estados Unidos y de brindar apoyo material con resultado de muerte”, y ha sostuvo que “fue responsable de proporcionar armas a los cómplices colombianos para facilitar la realización de la operación”. Jaar fue arrestado en República Dominicana en enero y aceptó viajar voluntariamente a EE UU, donde en marzo del año pasado se declaró culpable por brindar apoyo al comando que asesinó al mandatario haitiano.
Haití vive una pesadilla de violencia que las autoridades se ven incapaces de afrontar. La capital es un hervidero de pandillas y grupos armados que mantienen una guerra sin tregua por el control territorial. A esto se une la miseria que asfixia a millones de personas, ha provocado el desplazamiento interno de cientos de miles de haitianos y un éxodo multitudinario de migrantes que dejan el país en busca de mejores condiciones. El Gobierno, por su parte, se mantiene en una crisis e inestabilidad perpetua, sin la capacidad de hacer cara a la grave situación que sufre el país caribeño y garantizar el bienestar y seguridad de su población.
La situación es tan caótica que el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, ha lanzado un desesperado grito de auxilio para “salvar” a Haití de la ola de violencia que sufre. “Evitemos que Haití termine arrasado por el caos y la anarquía, no permitamos que la crisis que allí se vive se expanda por toda la región”, exigió el mandatario tras una intervención ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en Nueva York, a mediados de febrero. Al pedir a los integrantes de la ONU que refuercen la ayuda al país caribeño, Abinader lanzó también una advertencia: “Nuestra consigna de hoy en adelante será: ¡O luchamos juntos para salvar a Haití o lucharemos solos para proteger a República Dominicana!”
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