Cuando dormir bien se vuelve un privilegio: el psicólogo que quiere acabar con la vigilia argentina
Pablo López acaba de publicar ‘Sueño con dormir y no me sale. Guía práctica para nunca más mirar el techo por las noches’. Habla de cómo cuidar el sueño en un país que sufre pluriempleo, inestabilidad económica e incertidumbre
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“El universo de esta noche tiene la vastedad del olvido y la precisión de la fiebre. En vano quiero distraerme del cuerpo y del desvelo de un espejo incesante que lo prodiga y que lo acecha...” Los versos son del poema Insomnio, que Jorge Luis Borges escribió en 1936. Describe la “vigilia espantosa” como una condena, los párpados apretados y la noche dura como un tirante de fierro.
Pasaron casi 90 años desde aquel poema publicado en la revista Sur, pero hay temas que no cambiaron desde las palabras del autor de Ficciones. Los trastornos del sueño siguen siendo un problema cada vez más acuciante a nivel global, con graves consecuencias sobre la salud cognitiva, emocional y física. En Argentina, la inestabilidad económica, el pluriempleo y las crisis recurrentes configuran un entorno de incertidumbre y ansiedad que dificulta recuperar el descanso.
“Quise llegar a un público amplio. No solo a quienes padecen trastornos del sueño, sino también a todos los que duermen mal, que son muchísimos. Te diría que una gran cantidad de la población. Usé un lenguaje claro, con el foco en cómo cuidar el sueño”, cuenta Pablo López, autor del libro Sueño con dormir y no me sale. Guía práctica para nunca más mirar el techo por las noches (Editorial Planeta).
Psicólogo, Coordinador del Programa de Tratamiento del Insomnio del Grupo INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) y director de la carrera de Psicología de la Universidad Favaloro, López busca derribar creencias disfuncionales sobre el sueño y ofrecer una guía de condiciones favorables para descansar mejor.
Uno de los puntos centrales que plantea López es que, en muchas ocasiones, los intentos de control del sueño terminan afectando, paradójicamente, el buen descanso. “Son esas cosas que la gente hace deliberadamente para dormir. Por ejemplo, cansarse al extremo, tomar vino para generar somnolencia, medicarse y muchas otras más… Son pautas que mucha gente toma a rajatabla de manera inflexible y que no funcionan. Es pensar en relaciones directas: ‘Tengo que hacer esto para dormir bien’. El gran mensaje es confiar en que el sueño viene solo si generamos las condiciones para que llegue”, agrega.
Los pacientes que llegan a su consulta cuentan que están más ansiosos, irritados, deprimidos o con problemas de memoria. “Muchos temen que la falta de sueño termine generando, por ejemplo, Alzheimer u otras enfermedades. Pero, en términos afectivos, se notan altos niveles de ansiedad y estrés, con un perfeccionismo excesivo”, cuenta.
López trabaja junto a un equipo de profesionales del Grupo INECO y la Fundación Favaloro. Stella Estelles, médica y jefa del Laboratorio del Sueño de la institución, marca las señales de alerta en la frecuencia del mal dormir. “A veces, el estrés, los problemas personales, sentimentales o económicos pueden llevarnos a situaciones de insomnio o a tener una latencia de vigilia más prolongada. El problema empieza cuando se repite varias veces y de forma extendida. Ahí es importante hacer una consulta. Debe ser sueño nocturno porque el sueño diurno no nos recicla, salvo las siestas de 15 o 20 minutos”, dice.
“Una cosa es dormir mal -agrega Julieta Calabrese, médica y coordinadora del mismo laboratorio- sin que eso repercuta significativamente tu rendimiento al día siguiente. Eso puede ser un aviso, un prellamado. Otra muy distinta es no dormir y sentirse más cansado, más lento, menos conectado y con dolor de cabeza, que muchas veces se asocia a la apnea”.
El uso prolongado de las pantallas de los dispositivos durante la noche es uno de los principales enemigos del normal ciclo de sueño-vigilia. López habla de situaciones “potencialmente activadoras” del insomnio. “Lo fisiológico y lo mental no van por caminos separados. Si estás viendo mensajes relacionados con tu situación económica o laboral, toda esa activación de preocupaciones resulta incompatible con el sueño. No se trata solo del efecto de la luz, sino también del contenido de lo que estás mirando”, dice el psicólogo.
Estelles lo explica a partir del ciclo circadiano, clave en el metabolismo del sueño. “Es como si fuese un sensor, un aparato que actúa en función de los estímulos externos. Algo que no piensa demasiado ni discrimina. Si yo le doy luz, el circadiano dice: ‘Vigilia. Hay luz. Es de día’. Si lo hago durante el día, no pasa nada. Pero esos sensores se alteran si de noche me voy a acostar con el celular, la computadora y la televisión. Nuestro cuerpo recibe el siguiente mensaje: ‘Estás vigil y tenés que seguir así’”.
Aunque el libro de López pone el foco en cuidar el sueño y no en señalar todo lo malo que pasa si dormís mal, Calabrese da un pantallazo general de la importancia de dormir bien para la salud en general. “Regula todo: la homeostasis hormonal, la plasticidad de las neuronas, el estrés y la memoria, que se asienta con el sueño”, grafica. “Un paciente que durante años durmió mal -agrega Estelles- tiene más riesgos de padecer diabetes, problemas cardiológicos, vasculares, infartos y accidentes cerebrovasculares”.
El artículo Epidemiología del insomnio: prevalencia, evolución, factores de riesgo y carga para la salud pública, publicado en 2022 por los especialistas Charles Morin y Denise Jarrín, señala una estrecha relación entre el insomnio y la mala salud mental y física, el malestar psicológico, la ansiedad y los síntomas depresivos. Además, destaca especialmente la vinculación del insomnio con los niveles socioeconómicos más bajos.
En Argentina, desde el inicio del Gobierno de Javier Milei, se cerraron unas 15.000 empresas -un promedio de 40 por día-, según datos de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC). La mayoría son pequeñas y medianas empresas, el corazón productivo del país. El contexto de desempleo, pluriempleo e incertidumbre de la economía argentina constituye un caldo de cultivo nocivo para el sueño.
“Al peso de las exigencias laborales -analiza López- se le suma el pluriempleo indispensable para cubrir los gastos. Las jornadas comienzan a alargarse y, por consiguiente, el tiempo de descanso se acorta. Una gran mayoría de la población se siente presionada y vive en una incertidumbre permanente. La incertidumbre está asociada a la ansiedad. En un contexto crónicamente inestable como el nuestro, resulta muy difícil encontrar las condiciones favorables para dormir bien.”