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Neidinha Bandeira: “Si Bolsonaro vuelve a ganar, desaparece la Amazonia”

La indigenista brasileña, que ha dedicado su vida a defender la selva, dice que una victoria de Lula les garantizaría al menos tener un interlocutor para “reparar todo lo que se ha destruido en Brasil”

Neidinha Bandeira, de 63 años, activista brasileña que lleva cuatro décadas trabajando con las comunidades indígenas.Mónica González Islas

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Neidinha Bandeira (Acre, 63 años) pasea por Ciudad de México obnubilada por el “mosaico de colores” que decoran las calles antes del Día de Muertos y la ligereza con la que la gente convive con los difuntos. Acaba de llegar desde Nueva York, donde presentó The Territory, el documental de National Geographic que protagoniza y que retrata la lucha por los recursos en la Amazonia y por la defensa del pueblo indígena uru-eu-wau-wau, con el que ha convivido casi toda su vida. Ha pasado la mañana en Coyoacán, donde está la casa museo de Frida Kahlo. Lejos de la selva donde ha vivido, ver a gente de todo el mundo llegar a ese barrio “para admirar a una mujer fuerte que marcó la diferencia” le hace preguntarse: “¿Por qué el mundo no puede ser así, por qué la gente no puede vivir en paz?”

En su mente están los conflictos para proteger la Amazonia, que han llevado a una deforestación inédita en los últimos años y el asesinato récord de ambientalistas e indígenas protectores de la selva, pero también otros problemas del mundo. “¿Sabe lo que me parece bonito de The Territory? Que, aunque pasa en la Amazonia, si te fijas bien, eso mismo pasa en otras partes. En Ucrania la situación es la misma. Los más pequeños siendo atacados por otros pequeños porque hay un grande por atrás mandando: destruyendo a la gente y la vida”, dice.

Bandeira creció en la Amazonia creyendo que el mundo era “una gran selva”. Hija de un siringueiro (cauchero), entre las primeras historias que leyó estaban los comics del lejano oeste y no podía entender por qué los indígenas siempre morían para que los blancos ocuparan sus tierras. Cuando tenía 12 años, su familia salió del bosque para que ella y sus hermanos estudiaran. Descubrió que la ciudad estaba mucho más cerca de lo que imaginaba y conoció la discriminación. En el colegio sus compañeros la llamaban “india” “salvaje” y “bruja” por su pelo largo ensortijado y porque no le gustaba obedecer órdenes. “Para ellos era malo ver a una persona libre”, dice. Pronto comenzó su activismo contra la deforestación de la Amazonia y no tardó en regresar a la selva donde trabajó para la Fundación Nacional del Indio (Funai) y creó la ONG etnoambiental Kanindé.

Licenciada en Historia y con un doctorado en Geografía, Bandeira lleva años intentando acabar un doctorado, pero la tesis —sobre gestión de territorios indígenas— se le resiste. “Siempre pienso que lo que estoy escribiendo no es nada del otro mundo y empiezo de nuevo”, dice. Aunque no es indígena, la activista se siente una más en el pueblo uru-eu-wau-wau, con el que ha pasado casi toda la vida, y del paiter suruí, un grupo del que pasó a formar parte tras casarse con el cacique Almir Suruí, con el que tiene cinco hijos, entre ellos la reconocida activista indígena Txai Suruí.

En las últimas semanas, Bandeira ha recorrido varios países para alertar del “enorme impacto” que tendría la posible reelección de Jair Bolsonaro para la Amazonia. “Corre el riesgo de desaparecer. Y es un impacto no solo para nosotros sino para todo el mundo”, advierte. El domingo, para la segunda vuelta, se va a poner su camiseta roja con un lema de Lula para ir a votar y se va a pegar a la televisión a esperar el resultado. “Si los espíritus de la selva y Dios quieren, voy a celebrar mucho la victoria de la esperanza contra el odio porque para mí estas elecciones son eso”, dice. “Pero si Bolsonaro gana, voy a llorar mucho”.

Para ella, una victoria de Lula, que gobernaría con un Congreso bolsonarista, implicaría seguir la lucha por la defensa de la Amazonia, pero desde un lugar más cómodo. “Va a necesitar el apoyo del pueblo para mejorar todo lo que se ha destruido en Brasil y no se va a recuperar en cuatro años”, advierte en entrevista con América Futura en México, donde el miércoles presentó el documental y el jueves dará una charla sobre por qué proteger la selva es una emergencia global.

Pregunta. Usted lleva más de 50 años luchando por la defensa de la Amazonia y recibiendo amenazas de muerte ¿Es ahora el peor momento?

Respuesta. En la Amazonia nunca hemos vivido un momento tan malo como ahora en el que matan a más activistas e indígenas, donde el Gobierno modifica la ley para privilegiar a quien destruye y quien roba, a quien comete corrupción. La selva se está quemando y está siendo destruida para enriquecer a los que ya son ricos en detrimento de mucha gente que no tiene buenas condiciones de vida. Vivimos momentos sombríos, especialmente en Brasil. Llevamos cuatro años de persecución, de amenazas de muerte, cuatro años en los que no tenemos tranquilidad, en que los pueblos indígenas están siendo atacados todo el tiempo.

El río Amazonas está en niveles mínimos a su paso por Brasil por la sequía, que afecta ya a todos los 62 municipios que componen el Estado de Amazonas. Raphael Alves (EFE)

P. En el documental se ve su tristeza cuando ganó Bolsonaro en 2018...

R. Lloré. Me desesperé... Porque sabía que desde aquel momento la situación de la selva y para los pueblos indígenas, para los quilombos [comunidades fundadas por esclavos que huían del trabajo forzado] y para los más pequeños se iba a poner muy mal.

P. ¿Y ha sido mejor o peor de lo que imaginaba?

R. Millones de veces peor. Imaginaba que iba a ser malo pero no tanto. No pensaba que nos iban a quitar tantos derechos, que la deforestación fuera a alcanzar los peores niveles en los últimos 15 años. ¿Será que la gente se para a pensar que eso significa millares de animales muertos y desaparecidos, millares de personas que pierden donde vivir porque fueron expulsados? En mi Estado, Rondonia, un ejemplo de eso es la reserva Jaci-Paraná. Los extractivistas fueron expulsados para dar ese terreno a los hacenderos con mucho ganado. Hemos visto retroceso en las leyes ambientales. En el río Madeira, uno de los mayores de la Amazonia, hemos visto un aumento de las dragas para la minería ilegal. Y ahora hay mercurio en el agua envenenando a los indígenas. Hace poco hubo una operación y la policía federal quemó las dragas, pero, al final, si miras a quién afecta es al eslabón más débil. Se llevan a los más pequeños porque quien está detrás financiando no está ahí. La Amazonia vive una guerra invisible que con Bolsonaro empeoró mucho. Estamos viviendo cuatro años de destrucción.

P. Usted suele decir también que Bolsonaro ha legitimado el discurso de odio. ¿Cómo les ha afectado esto?

R. El discurso de odio ganó fuerza. Es tan loco lo que está pasando con Bolsonaro que te pueden atacar en la calle por usar ropa roja [el color asociado a Lula]. Creo que Brasil necesita ser pacificado. Hemos pasado cuatro años de odio intenso, de familias peleadas. Bolsonaro no tiene respeto a la patria, no respeta al pueblo ni al mundo. Nunca hemos pasado tanta vergüenza como en los últimos cuatro años. Brasil se convirtió en el hazmerreír internacional con un presidente que miente descaradamente. Este país tiene un problema serio. Está enfermo y nuestra democracia está en riesgo muy grande.

P. Hablemos del domingo. ¿Qué pasará con la Amazonia si Bolsonaro vuelve a ganar?

R. Creo que si Bolsonaro vuelve a ganar, desaparece la Amazonia. Para mí es claro, porque en Rondonia los ocho diputados electos son bolsonaristas y eso va a tener un impacto enorme para la Amazonia. Y su destrucción va a impactar el clima de todo el planeta. Por eso suelo pedirle a la gente que nos ayude, que solos no podemos. Estamos luchando pero necesitamos ayuda. Si Bolsonaro gana, los cuatro años que para nosotros fueron de terror, van a ser peor.

P. ¿Y si gana Lula? Como usted decía, el Congreso es muy conservador. ¿Cree que se puede revertir la deforestación, proteger a los pueblos indígenas?

Neidinha Bandeira posa en una tienda de antigüedades en Ciudad de México. Mónica González Islas

R. Si Lula gana, tendremos con quien hablar porque Bolsonaro no conversa con quien defiende la selva ni con movimientos sociales. Vamos a poder decirle lo que queremos, pero vamos a seguir luchando. Primero porque, con el Congreso electo, Lula no va a poder cambiar muchas cosas. Entonces, va a necesitar el apoyo del pueblo para mejorar todo lo que se ha destruido en Brasil y no se va a recuperar en cuatro años. Va a ser una lucha muy dura. Pero estamos dispuestos a luchar con él para reparar Brasil. Confiamos en que al menos algún derecho vamos a poder mantener y vamos a reconquistar algunos de los que perdimos. Votar a Lula no significa parar de luchar. Significa que tenemos esperanza de mejorar.

P. Lula habla del desarrollo sostenible de la selva y de bioeconomía. ¿Se ha acercado a ustedes para consultarles esto?

R. Sí, Lula se sentó con el movimiento ATL, un campamento de tierra libre que hicimos en Brasilia, para escuchar las peticiones. [Mi hija] Txai estuvo con él. Nos ha escuchado. Y creo que con los cuatro diputados indígenas más Marina Silva, que es una ambientalista y luchadora incansable, y [Guilherme] Bolos, hemos elegido a personas representativas de los movimientos y creemos que van a estar con nosotros apoyándonos para conquistar lo que más nos interesa, que es la demarcación de las tierras indígenas. En eso del desarrollo sustentable, nosotros hablamos de sociobioeconomía que mezcla el desarrollo económico y productivo con la cuestión ambiental y cultural para fortalecer la cultura indígena. Hemos perdido en cuatro años los avances que tuvimos entre 1988 y 2018. Fue una lucha larga y mucha gente murió. Si gana Lula, habrá cuatro años para comenzar a recuperar lo que perdimos.

P. Hay empresarios de la agroindustria que apoyan a Lula porque saben que para la economía es bueno preservar la Amazonia, que es algo que se puede valorar a nivel internacional...

R. Hay empresarios buenos y empresarios malos. De momento, los malos están ganando. Pero gracias a Dios los empresarios buenos despertaron y dijeron: “No vamos a dejar perder nuestro negocio porque haya empresarios irresponsables”. Hace unos días me reuní con dueños de bancos en Ginebra y una de las cosas que les dije fue que contábamos con ellos porque, si los bancos no financian negocios que contribuyan a la deforestación, vamos a disminuirla. Si dejaran de financiar carne producida en reservas indígenas y la gente empieza a ir al supermercado y ver de dónde viene lo que compra, la situación puede cambiar. Por eso son importantes los sellos de origen y la certificación. Es hora de que los empresarios digan que no compran carne o soja que esté contribuyendo a la deforestación. No pido que se conviertan en ambientalistas, pero que piensen en el futuro y también en el presente.

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