Los partidos tradicionales dominan unas elecciones juveniles con poca participación
El abstencionismo ha superado el 80% del censo. El Partido Liberal ha sido el más votado, seguido por el Conservador y el Centro Democrático


La democracia juvenil avanza en Colombia, pero sigue sin emocionar a quienes debería representar. Por segunda vez en la historia, los jóvenes fueron llamados a las urnas para elegir a sus representantes en los Consejos Municipales y Locales de Juventud. Pero, al igual que en 2021, la gran mayoría se quedó en casa. Aunque la participación aumentó del 10,4% al 12,8% del censo electoral, más de 10 millones de jóvenes decidieron abstenerse de acudir a las urnas en el único proceso electoral diseñado exclusivamente para ellos. También hubo menos errores al votar que hace cuatro años, y se dio un giro político inesperado en Bogotá, en donde el uribismo, movimiento opositor, desplazó al petrismo gobernante en la mayoría de las localidades en las que se divide la capital.
Las elecciones juveniles permiten a las personas de 14 a 28 años de edad elegir a quienes deben actuar como puente entre ellos y las instituciones locales. Aunque no tienen poder decisorio, estos consejos influyen en los planes de desarrollo, promueven las agendas juveniles y fortalecen la democracia participativa. Además, son un semillero de liderazgos para los partidos y fuerzas políticas, que dan una importancia desigual a las votaciones. En este caso, los partidos tradicionales se enfocaron en estimular el voto y así implantarse entre la juventud más movilizada políticamente. Tuvieron éxito.
Los grandes partidos políticos tradicionales concentraron poco más de la mitad de los votos, aunque cedieron terreno frente a 2021: pasaron del 56% al 53% del total. El Partido Liberal ha sido el más votado, con 147.000 sufragios, seguido por el Conservador con 98.000 y el uribista Centro Democrático, que con 84.000 duplicó su votación respecto a la elección pasada. La Colombia Humana, partido afín al presidente Gustavo Petro, cayó al noveno lugar con apenas 23.000 votos. Las listas independientes bajaron un punto, hasta el 28%; mientras que los procesos organizativos juveniles, que agrupan a comunidades étnicas, ONG y organizaciones LGBTQ+, crecieron cuatro puntos porcentuales, hasta el 18%.
El giro más radical se dio en Bogotá, otrora bastión del petrismo. El opositor Centro Democrático ganó en 11 de las 20 localidades de la ciudad, incluyendo zonas populares como Kennedy o Antonio Nariño, mientras que en 2021 la Colombia Humana triunfó en nueve localidades y la Alianza Verde en seis. El resultado, que sugiere que entre los jóvenes bogotanos el péndulo político se inclina ahora hacia la derecha, elevan las expectativas frente a la consulta del oficialista Pacto Histórico del próximo domingo, el primer gran termómetro electoral desde 2023 y un hit fundamental en el camino a las elecciones legislativas y presidenciales del próximo semestre.
Un llamado de atención
El Registrador Nacional del Estado Civil, Hernán Penagos, celebró el despliegue logístico como una muestra de “democracia viva”. En una nota difundida el domingo en la noche, destacó que más de 1,5 millones de jóvenes participaron en la jornada, “que todas las mesas se instalaron en tiempo y forma”, y que el procesamiento y divulgación de resultados alcanzó niveles récord. Penagos subrayó que el rediseño de la tarjeta electoral permitió reducir los votos nulos del 23% al 2%, y llamó a los alcaldes a reconocer los consejos juveniles como espacios legítimos de representación. “Estos jóvenes estarán representados en los consejos municipales de juventud, y podrán participar en la toma de decisiones de política pública”, afirmó.
Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), reconoció el funcionamiento técnico del proceso —“la enseñanza de modificar el diseño del tarjetón es muy valiosa”, apunta—, pero advierte de que el problema que se desprende del ejercicio es político: “La logística funcionó. Lo que no funcionó fue la articulación institucional ni los mensajes que se enviaron a los jóvenes”, cuenta a EL PAÍS. Para la MOE, los aún bajos niveles de participación revelan una “deuda” del Estado con la juventud. Barrios señala que hubo un profundo desconocimiento sobre la figura de los consejos, que no fueron promovidos ni posicionados en la agenda pública. “No podemos decir que los jóvenes no creen en la democracia, porque ni siquiera sabemos si conocen estos espacios”, afirmó.
En dicho diagnóstico entran tres jóvenes consultados por este periódico. Se trata de Juan Carlos Díaz (27 años), Camila Barón (28 años) y Valentina Prieto (27 años). Los tres concuerdan en que no votaron por desconocimiento. Barón narra que no estaba enterada en lo absoluto de las elecciones y dice ignorar la función de los Consejos. Díaz, por su parte, comenta que no conocía a ninguno de los candidatos y que eso lo desmotivó. Prieto, en cambio, achaca a sí misma la culpa: “No me comporté como una ciudadana responsable con su participación democrática”, confiesa.
Con todo, Barrios, de la MOE, insiste en que el verdadero déficit ha sido “la falta de articulación entre el Gobierno, los Ministerios, las universidades y las autoridades locales”. La ausencia de una estrategia de comunicación clara, sostenida y territorializada dejó sin respaldo a un proceso que, en sus palabras, debería ser “una escuela de liderazgo democrático”. Y lanza un llamado de atención al Ejecutivo de Gustavo Petro, que ha apelado reiteradamente al protagonismo juvenil en su discurso político, pero que no ha logrado traducir esa narrativa en acciones concretas que movilizaran a las bases. Para ella, el reto está en evaluar con rigor qué no se ha coordinado, qué no se ha comunicado con éxito y cómo se puede reconstruir el vínculo entre la juventud y la política pública en Colombia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
