La lucha perpetua de las mujeres por sus derechos
La Asamblea de 1991 con solo 4 mujeres entre 74 constituyentes, y aportes de organizaciones femeninas en foros y encuentros, logró un texto incluyente
Durante siglos la lucha de las mujeres por sus derechos ha sido constante en todos los campos: la familia, la cultura, la educación, la política. Millones continúan batallando para seguir sus vocaciones, crear, ser libres, defender su integridad, participar, liderar cambios.
Mujeres con diferentes talentos fueron silenciadas, vilipendiadas. La matemática, filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría fue asesinada, descuartizada e incinerada por los seguidores del obispo copto Cirilo de Alejandría en 415 d.C.
En la época revolucionaria francesa, Olympe de Gouges, quien montó una co...
Durante siglos la lucha de las mujeres por sus derechos ha sido constante en todos los campos: la familia, la cultura, la educación, la política. Millones continúan batallando para seguir sus vocaciones, crear, ser libres, defender su integridad, participar, liderar cambios.
Mujeres con diferentes talentos fueron silenciadas, vilipendiadas. La matemática, filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría fue asesinada, descuartizada e incinerada por los seguidores del obispo copto Cirilo de Alejandría en 415 d.C.
En la época revolucionaria francesa, Olympe de Gouges, quien montó una compañía teatral itinerante y en 1791 escribió la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, fue condenada por un tribunal revolucionario y guillotinada.
En el siglo XIX, las compositoras Fanny Mendelssohn, Clara Schumann y Alma Mahler fueron opacadas por su hermano y sus esposos, respectivamente; Camille Claudel, quien trabajó en esculturas atribuidas a Auguste Rodin, terminó en un manicomio.
En la historia colombiana, Manuela Beltrán, nacida en 1724 en El Socorro, desencadenó el movimiento de los Comuneros al romper el edicto virreinal con impuestos y proclamar: “Viva el Rey y muera el mal gobierno”, iniciando la revolución de independencia.
Antonia Santos, nacida en 1782, en la reconquista de Morillo puso a disposición de la resistencia su finca, coordinó una guerrilla en apoyo al ejército libertador y escribió instrucciones a los rebeldes; el virrey Sámano ordenó fusilarla en 1819.
Policarpa Salavarrieta, nacida en 1795 en Guaduas, espía y colaboradora de los patriotas, conseguía armas, alentaba a jóvenes a alistarse en el ejército y fue fusilada en Bogotá en 1817.
Las Juanas seguían a las tropas en la campaña libertadora como mensajeras, enfermeras, costureras, cocineras y algunas en tareas militares. Simona Amaya, nacida en Paya, participó en numerosas batallas disfrazada de hombre y murió en el Pantano de Vargas. Juana Escobar luchó en las primeras líneas de batalla, servía como espía y fue condenada a muerte por el militar español Barreiro. Juana Béjar fue sargento mayor de la caballería del ejército libertador. Evangelista Tamayo, capitana, luchó junto a Bolívar en la batalla de Boyacá. Muchas otras fueron fusiladas y figuran poco en la historiografía.
María Cano nació en Medellín en 1887, encabezó la lucha por los derechos de los trabajadores y participó en la creación del partido socialista revolucionario. Ofelia Uribe de Acosta, nacida en Oiba en 1900, periodista y activista, incidió en las reformas de 1930, que permitieron a la mujer administrar sus bienes e ingresar a las universidades.
Débora Arango nació en Envigado en 1907; pintora expresionista, su obra rupturista de carácter social y reivindicativo fue criticada y vetada por sus desnudos calificados de impúdicos y sus pinturas de políticos representados como sapos.
La humanidad y Colombia recorrieron largo camino para conquistar el sufragio universal. Según nuestras primeras constituciones, solo los hombres criollos, con propiedades e ilustrados podían votar, quedando excluidos los pobres, los esclavos negros, los indígenas y las mujeres.
En 1954, la asamblea constituyente aprobó el voto de las mujeres gracias a Esmeralda Arboleda, vallecaucana, liberal, luego ministra de Comunicaciones y a Josefina Valencia, caucana, conservadora, ministra de Educación y primera gobernadora. La ilegitimidad del gobierno dictatorial de Gustavo Rojas, militar golpista en 1953 y de esta asamblea, con miembros no elegidos popularmente, hizo que en el plebiscito de 1957, votado por las mujeres, se incluyera: “Las mujeres tendrán los mismos derechos políticos que los varones“. Gracias a la pedagogía de líderesas de ambos partidos, la votación fue apabullante; recordamos a María Currea de Aya, primera concejal de Bogotá, Bertha Hernández de Ospina, presidenta de la organización femenina, Mercedes Lloreda de Garcés, María Teresa Arizabaleta, y otras que luego fueron elegidas concejales, diputadas o congresistas.
El valor de lo logrado en Colombia en 1991 contrasta con la inconformidad por lo sucedido en 1978 en España, según Itziar Gómez Fernández: “Ni una sola mujer participó en la ponencia que redactó el proyecto original. Una Constitución sin madres, y con siete padres fundadores”.
La Asamblea de 1991 con solo 4 mujeres entre 74 constituyentes, y aportes de organizaciones femeninas en foros y encuentros, logró un texto incluyente, empezando por el vocablo “persona”, comprensivo de hombres y mujeres, el cual parte del derecho a la igualdad ante la ley y, al reconocer una realidad social, económica, geográfica, cultural, de profunda desigualdad, rechaza la discriminación y ordena al Estado promover condiciones para la igualdad real y efectiva y adoptar medidas positivas, dando fundamento a 80 leyes que atañen a la mujer.
La carta de derechos, la acción de tutela, la Corte Constitucional, la Defensoría del Pueblo y la invocación de tratados internacionales sobre derechos humanos, han logrado desarrollos jurisprudenciales sobre igualdad en la familia, acceso a la educación y al trabajo y frente a la ley penal.
La Constitución garantiza la adecuada y efectiva participación en los niveles decisorios de la administración pública, pero el legislador dispuso que la cuota fuera mínimo del 30% y solo recientemente paritaria, cuota que intentó ser burlada por el nombramiento del actual ministro de la Igualdad, quien pidió que se lo considerara ministra, por ser una persona de “género fluido”, exabrupto valientemente cuestionado por las congresistas Catherine Juvinao y Jennifer Pedraza.
La participación de las magistradas de las altas cortes es del 30%; en la Corte Suprema, entre 23 magistrados hay 6 mujeres y en la Corte Constitucional entre 9, 4. La participación femenina en el Congreso es del 29%; en los territorios en 2023 fueron elegidas 6 gobernadoras entre 32 (18%); 146 alcaldesas entre 1102 (13%); 85 diputadas de asambleas departamentales entre 418 (20%); 2356 concejales entre 12.072 (19%); 1771 ediles entre 3929 (45%). Solo ha habido 1 alcaldesa en Bogotá y ninguna presidenta.
Hay obstáculos para la efectividad de los derechos de las mujeres, como los estereotipos sobre sus aptitudes laborales, la sobrecarga doméstica, la violencia, los peligros por el conflicto armado, y la corrupción. Los cambios culturales necesarios requieren políticas públicas que balanceen sus cargas, como las manzanas del cuidado en Bogotá, y contundentes esfuerzos pedagógicos.