‘Mujeres a través de la historia’: las que fueron silenciadas
En los relatos que componen la historia de la humanidad faltan las voces de aquellas que han sido calladas. Volver a oír, para volver a contar, es lo que logra Diana Uribe en ‘Mujeres en la historia’, publicado en febrero de 2025
Mujeres a través de la historia habría podido ser una antología que rescatara diferentes figuras femeninas destacadas por ocupar espacios usualmente pensados para los hombres. Este también hubiera sido un trabajo valioso al presentar otras formas de ser mujer. Sin embargo, al Diana Uribe comenzar su libro desde la reflexión sobre la evolución de...
Mujeres a través de la historia habría podido ser una antología que rescatara diferentes figuras femeninas destacadas por ocupar espacios usualmente pensados para los hombres. Este también hubiera sido un trabajo valioso al presentar otras formas de ser mujer. Sin embargo, al Diana Uribe comenzar su libro desde la reflexión sobre la evolución de la figura de la mujer en el campo de lo sagrado, permite que el lector comprenda por qué en la actualidad se continúa afirmando que la belleza es la característica más importante de una mujer o por qué su lucha la hace convertirse en una victimaria.
Para Uribe, el punto de quiebre en la forma en la que la mujer empezó a ser representada en la historia como un ser inferior es la llegada de la escritura como una nueva forma de reproducción. Ya no solo la mujer es portadora de vida, ahora el hombre también puede entrelazar palabras para construir un mundo nuevo en el que ellos fueran los que contaran la historia.
“Se nos ha dicho que la historia se escribe con H mayúscula, y que es una sola”; este único relato, continúa la autora, es el de los hombres. En la Francia de 1404 otra mujer tuvo la misma preocupación que la historiadora colombiana. Christine de Pizan, quien ha sido considerada como la primera pensadora y escritora feminista, publicó el texto titulado La ciudad de las damas (1405) en el que reescribía lo que se había dicho sobre el ser mujer.
Se pensaría que estos proyectos ya deberían estar caducos, sin embargo y, tristemente, no es así. Mientras que quienes ostenten el poder defiendan con actos y palabras la superioridad del hombre, los actos violentos visibles e invisibles y, sobre todo, continúen (y nos continúen) explicando qué es ser mujer, qué es ser feminista y el peligro que conlleva este movimiento, seguiremos en 1404, cuando Pizan no sabía cómo hacer para que pararan de definir a su “sexo” de la manera en la que lo hacían.
Para Uribe está claro que, si la escritura es un acto mágico porque por medio de las palabras que se entrelazan se crean nuevas realidades, las mujeres necesitan escribirse: “La escritura ha sido un lugar para nombrarse a sí mismas, para erigir una identidad sobre la propia experiencia”, en definitiva, para encontrarse en un espacio en el que no han tenido cabida.
La historia literaria de Colombia guarda una de las más bellas coincidencias. Por ser la historia enseñada y aprendida con H mayúscula, la mayoría de colombianos saben que en 1867 se publicó la novela María de Jorge Isaacs. La mayoría también sabe que María, la protagonista y musa de quien escribe, muere víctima de una enfermedad irremediable. También saben que de ella quedan sus trenzas que, Efraín, narrador de la historia, recoge como símbolo de lo que fue su gran amor. Lo que es posible que no sepan es que ese mismo año otra novela también era publicada, Dolores, de Soledad Acosta de Samper.
Gracias al trabajo realizado por Uribe en Mujeres a través de la historia, los colombianos podrán aprender que, aunque su voz haya sido silenciada, la escritora Soledad Acosta de Samper también existió y también dejó una obra que merece ser leída, apreciada y estudiada. Dolores, la protagonista de su novela, muere por una enfermedad irremediable, como María. Una enfermedad que le arrebata su belleza, pero no su voz y, por lo mismo, de ella no quedan sus trenzas, sino su diario: las palabras con las que se definió.
Volver al origen permite comprender de mejor manera el presente para poder construir no solo un futuro mejor, sino una realidad inmediata más bondadosa y justa. Esto hace que sea tan significativa la explicación que hace Uribe sobre la importancia de no caer en ideas fijas que dividen el mundo en dos, en los que los roles de las mujeres (y de los hombres) están previa e irrevocablemente definidos, sino permitirse oír los silencios de la historia para construir un nuevo relato en donde todos tengan cabida.
La apuesta de Penguin Random House, casa editorial de Mujeres a través de la historia, es una palabra de aliento entre las de los nuevos y viejos hombres que desde oficinas y sillas presidenciales buscan, otra vez, decirles a las mujeres qué son, qué deben hacer y, sobre todo, cuál no es su lugar.
En 1973 la escritora mexicana Rosario Castellanos escribió que cuando los ojos de los hombres paran de mirarnos, todavía quedan dos que no se han cerrado, los propios. Con ellos, como afirmó Castellanos y como lo hace de manera categórica Uribe, las mujeres podrán hacer lo que merecen: construir su propia imagen para así, como logra la historiadora colombiana, abrir nuevas maneras de narrarse.