El último dato de la economía colombiana sorprende con un atisbo de recuperación

Según el Indicador de Seguimiento a la Economía, publicado por el DANE, el país creció 3,68% en julio. Es la primera vez que todos los sectores se ubican en terreno positivo en 2024

Un mercado de alimentos en Riohacha, Colombia, en agosto de 2022.Nicolo Filippo Rosso (Bloomberg)

A cada indicio de recuperación económica en Colombia se multiplican las voces escépticas de un proceso cuya característica más recurrente se resume en la fórmula “señales mixtas”. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), sin embargo, publicó esta semana el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de julio con un mensaje favorable. Por primera vez en 2024 las nueve divisiones que conforman este...

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A cada indicio de recuperación económica en Colombia se multiplican las voces escépticas de un proceso cuya característica más recurrente se resume en la fórmula “señales mixtas”. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), sin embargo, publicó esta semana el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de julio con un mensaje favorable. Por primera vez en 2024 las nueve divisiones que conforman este índice, menos preciso que el dato del Producto Interno Bruto, se ubicaron en terreno positivo. El ISE del séptimo mes del año muestra un crecimiento del 3,68% frente al mismo período de 2023.

Se trata de una nueva muestra, un pequeño atisbo si se quiere, de que las esperanzas de mejoría van, en parte, por un buen camino. El registro desestacionalizado, un valor apetecido por los analistas porque limpia de la medición los efectos o variaciones del calendario, fue 3,86%. Todos estos datos deben ser leídos a la luz de un 2023 bastante flojo para el crecimiento (0,7%). Y, teniendo en cuenta que las proyecciones para el PIB de este año orbitan el 2%, más de uno aún apela a la cautela. Es el caso de Adrián Garlati, doctor en Economía y académico de la Universidad Javeriana: “No está mal. Es un dato positivo, pero no el más alto del año. En abril fue de 4.2%. Desde mi perspectiva, los meses por venir no van a tener estas mismas cifras”.

Colombia está a la espera de más detalles del anunciado plan oficial de reactivación. El Gobierno, por lo pronto, adelanta reuniones con diversos sectores gremiales y empresariales que van arrojando pistas. Garlati opta por mirar con reserva el cuadro general. Y menciona en concreto las dudas que le genera el avance del nicho de administración pública y defensa, que engloba los gastos para funcionamiento del Ejecutivo: “Hay que ver qué tan sostenible será esta situación el resto del año. Y si es el Estado, básicamente, el que sustenta el crecimiento”.

Sus dudas se centran en el ritmo de gastos administrativos de un Gobierno con problemas de recaudo y los riesgos que comporta esto para las finanzas públicas. Dudas y aprehensiones que tienen menos peso en el análisis del aspirante a doctorado por la Universidad Nacional Diego Cortés. En su opinión, los resultados son una muestra firme de recuperación. “El sector agropecuario es un ejemplo positivo del impulso. La industria vuelve a crecer y la construcción muestra señales fuertes”. Cortés no descarta el influjo del sector público dentro de esta historia, pero privilegia la correlación entre el repunte del PIB del segundo trimestre de este año (2,1%) y los datos del ISE de julio.

Garlati coincide en que el desempeño de la agricultura y la minería (7,5%), a pesar de la baja ejecución de los proyectos gubernamentales, es un punto destacable. En cuanto al comportamiento de la construcción (1,5%) y la industria (2,1%) considera que aún les falta dinamismo. Los argumentos de Jesús Alonso Botero, profesor emérito y economista de la universidad EAFIT de Medellín, también privilegian la prudencia: “Aún no sería tan optimista. La incertidumbre continúa y no creo que tengamos una recuperación vigorosa este año”.

Entre los factores que destaca para seguirle el pulso al cierre del año está el hecho de que ya se acabó la “desacumulación” de inventarios, que es la venta de productos remanentes del año pasado y principios de este a la que los economistas le dan relevancia para seguir el comportamiento de los negocios. Recuerda, como factor positivo, que la aceleración en el descenso de los tipos de interés por parte del Banco de la República será un incentivo para la economía. Todos los observadores coinciden en que el ISE de julio ha contrarrestado el traspié de junio (-1,12%). También en que, por más débiles que sean los registros, sectores como la industria y la construcción empiezan a emitir atisbos de normalización.

Para el analista Sergio Olarte ninguna de las dos puntas del análisis en Colombia dan en el blanco. A su juicio queda claro que la crisis ya tocó piso. Pero ahora el país ha saltado a un terreno inestable, volátil, muy similar al de otras naciones de la región. “Estamos aprovechando algunos factores que solo suceden una vez cada cierto tiempo. Sobre todo en agricultura, con unos cultivos que por el clima tan singular les ha ido muy bien. Las exportaciones han ayudado. Y sobre eso hay que tener cuidado porque no es sostenible”, zanja Olarte.

Advierte de que no será raro atravesar meses con números en rojo y otros con la aguja apuntando en positivo. “El mundo es un poco más estable. La inversión ha subido un poquitico. Y, después de intentarlo mucho, las obras civiles parece que empiezan a repuntar”, agrega. De esta manera, la foto para el fin de año oscilará entre las luces y sombras de una economía que aún alberga más dudas que certezas.

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