La banca multilateral lanza una cruzada de urgencia para cerrar las brechas en Latinoamérica

El encuentro mundial de bancos de desarrollo celebrado en Cartagena de Indias genera consenso sobre el atraso en la consecución de los objetivos económicos y sociales

Los participantes del encuentro mundial de bancos de desarrollo Cartagena (Colombia), el 4 de septiembre.Ricardo Maldonado Rozo (EFE)

Los líderes de los bancos de desarrollo más importantes del mundo iniciaron este lunes en Cartagena de Indias la cumbre anual de un sector seminal en tiempos convulsos para los países emergentes. Con el encarecimiento de los créditos, la inflación persistente, las afectaciones climáticas cada vez más extremas y los coletazos de una incierta guerra en Ucrania, los responsables de dichos organismos multilaterales han manifestado la urgencia de buscar mecanismos par...

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Los líderes de los bancos de desarrollo más importantes del mundo iniciaron este lunes en Cartagena de Indias la cumbre anual de un sector seminal en tiempos convulsos para los países emergentes. Con el encarecimiento de los créditos, la inflación persistente, las afectaciones climáticas cada vez más extremas y los coletazos de una incierta guerra en Ucrania, los responsables de dichos organismos multilaterales han manifestado la urgencia de buscar mecanismos para agilizar la ejecución y eficacia de los recursos movilizados. Se trata de la tercera edición del encuentro bautizado Finance in common, y la primera que se celebra en la región tras París (2020), Roma (2021) y Abiyán (Costa de Marfil, 2022).

La agenda que guiará durante tres días el encuentro en el Centro de Convenciones de la ciudad caribeña gira en torno a una máxima que el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, el brasileño Ilan Goldfajn, ha resumido durante el acto inaugural en un escueto: “Más acción y menos palabras”. Una declaración de intenciones, quizás, ante la cual más de un asistente arqueó la ceja en el espacioso salón Getsemaní.

Pero el presidente del organismo, fundado en 1959, se muestra convencido, como no podía ser de otra forma. Para aterrizar conceptos bancarios, técnicos y abstractos, explica que el canje de deuda por acciones para conservar el medio ambiente ya ha tomado forma en las Islas Galápagos ecuatorianas, donde el país vecino se ahorró “1.000 millones de dólares porque cambiaron deuda antigua por una deuda nueva más barata”.

Mientras el economista nacido en Haifa (Israel) deshace una pequeña galleta, durante una entrevista con EL PAÍS, recuerda otros esfuerzos concretos del banco multilateral, como un plan de conectividad a Internet con fines educativos en la Amazonía, el segundo gran foco de trabajo del BID y donde se avecinan proyectos de financiación importantes. “Nosotros tenemos flexibilidad con lo que denominamos blended finances. Son préstamos o donaciones que tienen más beneficios y tasas más bajas, y, por tanto, los países pueden recurrir a montos mayores”. Pero el brasileño, de 56 años, es consciente de que la eterna promesa de que la región materializará su riqueza natural en beneficio del desarrollo ya no da más espera: “Siempre hemos tenido muchas oportunidades, y nunca las aprovechamos”.

Por eso en la apertura han reflotado, una vez tras otra, cifras que recuerdan que los problemas sociales y económicos en los países en vía de desarrollo parecen cíclicos. La pandemia, por su parte, se ha encargado de exacerbarlos. O dejarlos en evidencia. La desigualdad en la renta y los ingresos, por citar solo un ejemplo. Rémy Rioux, director de la Agencia Francesa de Desarrollo, reconoció que los objetivos trazados para cumplir los acuerdos de París 2030, diseñados para mitigar el calentamiento global, están “fuera del itinerario”.

Por lo demás, las fórmulas esbozadas para aliviar cuanto antes la situación y hacer perceptibles los avances oscilaron entre mejorar la recolección de datos para ganar eficacia en el diseño de políticas públicas, o desarrollar mejores mecanismos de transparencia que permitan supervisar los tiempos de ejecución. Desafíos en los cuales, según enfatizaron los expertos reunidos, cada vez hay menos margen para las equivocaciones.

Para debatir la experiencia entre diversas agencias mundiales, la organización ha programado unos 60 conversatorios y mesas redondas (además de reuniones paralelas) donde se espera encontrar la llave para agilizar un proceso que el ingeniero chileno Rodrigo Peñailillo, representante en Colombia del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, ha recordado que tan solo el 15% de los objetivos de desarrollo sostenible avanzan al ritmo esperado: “Esa es la realidad de la región. Si seguimos al mismo paso tardaremos 146 años para que la mujer se integre en equivalencia al mundo laboral”.

Ana María Ibáñez, vicepresidente de conocimiento y sectores del BID, intervino en un conversatorio que tenía como fin plantear los retos más importantes con 2050 como horizonte. La experta colombiana enumeró tres que se extienden a lo largo y ancho de la región como una espina dorsal: el aumento de la pobreza, las vulnerabilidades frente a los desastres naturales y la falta de un crecimiento sostenido y dinámico: “Salvo por el auge de las materias primas, no hemos sido capaces de mantener una productividad y políticas que nos hagan crecer y llegar al desarrollo”.

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