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Conflicto colombo-venezolano
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Guerras con venezuela

Los conflictos de Colombia y Venezuela son de vieja data y de mucho peligro

Conflicto colombo-venezolano
Ciudadanos venezolanos en el puente fronterizo Simón Bolivar durante el bloqueo de los accesos a Colombia, el 25 de febrero de 2019.picture alliance (via Getty Images)

Los conflictos de Colombia y Venezuela son de vieja data y de mucho peligro. La película arranca en el siglo XIX y se prolonga hasta nuestros días. En 1891 un laudo arbitral del reino de España para definir los límites entre las dos naciones no se pudo atender por las interferencias políticas de la lucha civil en Colombia en 1898. Venezuela resolvió intervenir en la pugna apoyando a los rebeldes colombianos. En reciprocidad, el gobierno conservador prestó ayuda a los enemigos del presidente de Venezuela, invadió al vecino país por la región del Táchira. En represalia, Venezuela organizó dos expediciones contra Colombia para invadir la península Guajira. Todos los intentos fracasaron.

En 1952 tuvimos un debate de límites por cuenta del Archipiélago de los Monjes. Ambos países sostenían haber ejercido soberanía sobre dichos islotes. Una práctica de artillería sobre dichos “blancos solitarios” realizada por una embarcación de militares colombianos provocó la ira del presidente de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez, quien amenazó al Embajador de Colombia en Caracas, con invadir al territorio de la Guajira. Para impedir la invasión hubo que entregar una nota diplomática mediante la cual se reconocía “que Venezuela había ejercido actos de soberanía en el pasado sin objeción de Colombia”. Así le hicimos el quite a una posible y absurda confrontación militar.

En 1987 el episodio fue más azaroso porque estuvimos a cinco minutos del ataque venezolano a una corbeta colombiana. Dos embarcaciones con bandera de uno y otro país se encontraron y ambas ordenaron a la otra retirarse de la zona. El presidente venezolano de turno, Jaime Lusinchi, ordenó la movilización de tropas sobre la frontera para cerrarla y pidió a los venezolanos residenciados en cercanías a Colombia retornar a su país. Era inminente el conflicto. El presidente de Colombia, Virgilio Barco, ordenó el retiro de la fragata causante del litigio y apagó el incendio que prometía un holocausto para ambos lados de la frontera. El presidente Barco aguantó hasta donde pudo. Ahí está vivo el diferendo limítrofe. Colombia tiene poderosos argumentos para defender sus derechos. Venezuela cree lo propio.

De ahí la importancia de haber reanudado la relación (el 28/08/2022) entre los países de Simón Bolívar. No jugar a la guerra recomienda el sentido común y la inteligencia.

No pueden olvidar los Estados Unidos que en 1981 armaron a Venezuela con veinticuatro aviones de combate F -16 sin ninguna consideración con Colombia, dada las diferencias que afectaban a la relación colombo-venezolana y que los norteamericanos conocían perfectamente.

Nunca aceptaron los Estados Unidos equiparar el desequilibro que se producía en materia de defensa, lo cual nos obligó a comprar los Kfir “punta de lanza de la fuerza aérea colombiana”, aviones de la familia Mirage pero inferiores en potencia a los F-16 venezolanos. Con el cambio de la geopolítica mundial, Venezuela se llenó de Sukoi rusos y Hongdu chinos, al tiempo que nuestros Kfir “sacan la mano” el año entrante.

Cuatro países han mostrado interés en ofertar a Colombia sus modelos de aviones de combate: Estados Unidos, Suecia, Francia y España. La decisión no es solo de alta tecnología sino también política.

Ahora bien: el protagonismo de Venezuela en la política mundial es indiscutible, no necesariamente para bien. Tienen problemas delicados de derechos humanos y una migración escandalosa. Han puesto patas arriba a la comunidad internacional. 72 países reconocieron como presidente interino a un señor que representa a una oposición sin facultad o potencia de hacer algo y el gobierno de Maduro se comporta como Johnny Walker, además tiene ahora de “nuevos mejores amigos” a Rusia y a China.

Colombia viene jugando un papel principal en los esfuerzos para restablecer la democracia en Venezuela. Lo primero fue la propuesta de ingresar nuevamente al Sistema Interamericano de Derechos humanos y de ahí dar el salto a unas elecciones con garantías para encarrilar a la democracia venezolana a través de los acuerdos que se consigan en la Ciudad de México. Los más interesados en esta reformulación política son los Estados Unidos quienes nunca han necesitado tanto a Colombia para poder perfeccionarla. Lo paradójico de esta fórmula mágica es que el centro de la negociación, la materia prima, sea el petróleo, tan cerca del cielo, pero tan lejos del pensamiento del presidente Petro.

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