Las latinas se ponen el casco
En andamios, con arneses y herramientas, las mujeres amplían su presencia en el sector de la construcción
Con el casco ajustado a la cabeza y el celular con la cámara abierta para dar fe de que se siguen los protocolos de seguridad, Marlyn Zambrano recorre la primera planta del edificio en obra. Cuando llama la atención a uno de los trabajadores que se afana en la carpintería de la entrada de un nuevo edificio en Bushwick (Brooklyn) en construcción, se le escucha. A sus 28 años, esta ecuatoriana es la “persona competente de OSHA”, es decir, quien tiene la responsabilidad y autoridad de identificar, verificar, corregir y eliminar los riesgos en un trabajo de construcción. No es la única mujer en la obra. En su recorrido por los pasillos y apartamentos en construcción en un frío día de enero se encuentra, por ejemplo, con Brenda que trabaja en la lechada de los baldosines de la cocina de uno de los apartamentos, con Jennifer que completa su labor como electricista en otro y con Haylis que en el tercer piso pinta las paredes de otro de los apartamentos.
Son algunas de las más de 50 obreras que han trabajado para subcontratas en las obras de un edificio residencial construido por la organización sin ánimo de lucro, RiseBoro, y al que se le dan los últimos toques. Una construcción pasiva, es decir, energéticamente eficiente, de diseño moderno y destinado a personas de bajos ingresos y relojamientos de refugios. Es un edificio diseñado por una mujer, la arquitecta de Suzanna Tharian, directora de la firma Stat Architecture, y la también arquitecta Yolanda do Campo es la directora de RiseBoro que gestiona el diseño y la construcción de los edificios que promueve esta organización.
Es frecuente ver a mujeres como flaggers, encargadas de banderas que gestionan el tráfico en entrada y salida de obra, pero algunas de las que empezaron así están ahora mucho más implicadas en el trabajo de la construcción. Zambrano, que lleva ya cinco años en el sector, empezó con las banderas, limpieza y la gestión del elevador. Ahora desempeña un papel fundamental de seguridad en la obra. “Este es un trabajo muy serio y cuento con mucho apoyo. Siempre hay alguien que pone algo de dificultad y he tenido que lidiar con falta de respeto en algún momento, pero yo me pongo seria, hago mi trabajo”, explica.
Los trabajos de construcción ha sido tradicionalmente desempeñados por hombres, en buena parte latinos, pero es algo que empezó a cambiar a decir de los encargados de la contratada general y subcontratistas de esta obra aproximadamente hace cinco años. Cada vez hay más latinas. Isaac Shmaya, que trabaja para el contratista Better Built Builders, tiene una larga experiencia en construcción comercial y residencial y dice que a partir de 2019 empezó a ver cada vez más mujeres en construcción. “Me sorprendió porque este es un trabajo en el que hay mucho polvo, es duro, es sucio, pero también me quedé impresionado”.
Shmaya explica que en el edificio de Bushwick el equipo encargado de las tareas de enyesar estaba compuesto de ocho mujeres: “Hicieron un trabajo rápido, muy pendientes de finalizar bien, con atención a los detalles. Dedicaron el tiempo al trabajo sin pensar simplemente en hacerlo cuanto antes y pasar a otra cosa, sino en hacerlo bien”. Este project manager enfatiza que hay una mayor atención por parte de las mujeres a la perfección, al mayor cuidado.
Pero también hacen tareas más duras. Shmaya dice que la cuadrilla que hizo el trabajo de stucco de la fachada era de unos tres hombres y más de veinte mujeres. “Estaban en los andamios y con los araneses, muy buenas. En otro proyecto que tuvimos, el equipo que hizo todo el trabajo de alicatado con baldosines era enteramente de mujeres”.
Shlomy, otro de los project managers que gestionan las subcontrataciones y lleva 14 años en el sector, dice que lo normal es que haya mujeres en todos los equipos que llegan al trabajo. Con 14 años de experiencia en una labor que dice que es duro, demanda esfuerzo físico, precisión y colaboración, está viendo a diario como en todas las subcontratas de la obra hay mujeres. “Entre el 25% y la mitad de los obreros son mujeres. Veo cada vez más y en distintos trabajos, incluso en cimentación. No hay nada que las pare y no debería haberlo, es una mejora para la construcción”.
“Las mujeres en las obras de construcción de RiseBoro no solo están construyendo hogares, están construyendo un futuro mejor para ellas y sus comunidades”, dice Kieran Harrington, consejero delegado de RiseBoro Community Partnership. “Su presencia y liderazgo demuestra que las mujeres pueden ser agentes de cambio en una industria históricamente dominada por hombres”.
Harrington explica que casi el 10,8% de la fuerza laboral en el sector son mujeres y que la organización que dirige está orgullosa de redefinir lo que es posible en este campo. En unos momentos en los que las políticas de equidad están siendo abandonadas por algunas grandes empresas y el Gobierno de Donald Trump, otras organizaciones, algunas tan grandes como Costco o Apple, han reiterado su compromiso en ese sentido. Desde RiseBoro, su primer ejecutivo explica que “lo que nos inspira es cómo estas mujeres están haciendo a sus comunidades más fuertes con su labor”.
Se bucan más mujeres en el sector
La ecuatoriana Brenda, de 24 años, es una de las mujeres en la obra. Habla con EL PAÍS mientras distribuye el mortero de juntas en los baldosines grises de la cocina. Su atención está en ello mientras cuenta que su hija mayor está en la escuela y su bebé con una niñera mientras trabaja. Fue su propio hermano quien le dijo que podría interesarle el trabajo que hace ahora y su primo quien le enseñó a hacerlo. Con el contratista ha adquirido experiencia. “El dinero es bueno, no es tan duro trabajar y el ambiente es bueno”.
De acuerdo con ZipRecruiter, la media de salario a la hora para un obrero de la construcción en Brooklyn es 22 dólares, aunque también hay salarios que se quedan a pocos centavos de los 31 dólares la hora. Es una cantidad que contrasta con el salario mínimo en Nueva York, que es 16.50 dólares o 15.50 la hora desde el 1 de enero de este año dependiendo de la zona del Estado.
Cuando Brenda dijo a su familia que iba a dedicarse a la construcción, la respuesta fue positiva porque se percibe como un buen trabajo en un momento en el que es difícil encontrar otras cosas y mucho menos con los sueldos que hay en este sector. “Debería haber más oportunidad de aprender”, explica Brenda. Esta joven espera trabajar unos años más en la construcción.
Muchas de las mujeres llegan de familias también dedicadas a la construcción que se ocupan de prepararlas y orientarlas antes de conseguir más formación en el trabajo; no obstante, hay oportunidades de formación y aprendizaje. Nontraditional Employment for Women (NEW), por ejemplo, prepara a mujeres para oficios y carreras que no son caminos tradicionales para ellas, en construcción, servicios públicos, transporte, trabajos en energías renovables y operaciones industriales, todas ellas ocupaciones que abren oportunidades a trabajos bien remunerados.
Yidi, el manager de la subcontrata encargada del alicatado, explica que hay lugar para más mujeres si están dispuestas a trabajar. Su experiencia es que las obreras se inclinan por tareas de detalle pero no las más duras como cortar los baldosines. “Les ofrecemos todo tipo de trabajos pero los que son algo más duros no los quieren. Estoy seguro de que pueden hacerlo y hay espacio para más mujeres”.
Tener familiares que hayan trabajado en obras también le abrió camino a Jennifer para llegar a este sector hace tres años y formarse como electricista en la empresa para la que trabaja. El sueño de esta mujer, originaria de Ecuador, era estudiar Derecho en la universidad pero no tenía ni el dinero ni el tiempo, ya que tiene una niña pequeña. Reconoce que es un trabajo duro porque “se pasa mucho frío o mucho calor” en la obra pero también admite que “se gana bien”, lo que le permite el propósito de ahorrar para “comprar carro y casa”.
A Haylis tampoco le gusta el frío. Brocha en mano, esta ecuatoriana dice que fue una amiga la que le ayudó a conseguir el trabajo. Se siente acompañada en una empresa que se dedica a la pintura y en la que hay 25 mujeres en distintas obras. “Mi familia me dijo que aprendiera y que tuviera cuidado. En el futuro no creo que pueda hacer otro trabajo mejor. A veces me toca subir latas grandes de pintura que son pesadas pero me da satisfacción hacer un buen trabajo”, dice. Mientras termina de rematar el marco de un armario explica que ha logrado que algunas amigas encuentren trabajo en la construcción.
Aunque a Jennifer inicialmente le sorprendió la cantidad de mujeres que optan por este empleo, ve que en muchos momentos en distintas fases de la obra hay la misma cantidad de mujeres — sobre todo latinas— que de hombres. Con todo, cree que los hombres tienen más facilidades en el trabajo.
Los managers coinciden en que va a haber más obreras con el tiempo y que cuando hayan pasado los cinco o siete años de experiencia que necesitan para empezar a solicitar licencias, más lo harán. “Aprenden muy rápido y son muy precisas”, explica Shlomy, quien afirma que muchas mujeres “no saben que el sector está abierto para ellas, pero deben saberlo, y no deben desestimar la posibilidad de este trabajo”.
Un baño lo cambia todo
De forma casual en la conversación sobre la incorporación de las mujeres a la construcción del edificio, uno de los managers del contratista general, Shmaya, dice que hay instalado un baño designado para mujeres en la obra. “Está siempre más limpio que el otro”, concede.
Es algo relevante. La periodista Emily McCrary-Ruíz Esparza explicaba recientemente en un artículo en Jstor la importancia de estos lugares para la inclusión social y cita al historiador Peter Baldwin que afirmaba que los primeros baños públicos segregados por género “brindaban a las mujeres privacidad, seguridad y autonomía, siempre que fueran blancas y acomodadas”. No tenerlos era una herramienta de segregación. “La historia de los baños femeninos en Estados Unidos es, en esencia, la historia de quién puede y quién no puede pertenecer a la vida pública”, explica esta periodista.