California desperdicia miles de millones de litros de agua por un capricho de Donald Trump
El presidente exigió que se abrieran un par de presas para permitir el flujo del líquido al sur del Estado. La medida es innecesaria a juicio de los expertos
California no es conocida por su riqueza hídrica. El fenómeno de la sequía es comúnmente asociado con el Estado, quien atesora sus reservas para los tiempos de seca y la temporada de incendio, cada vez más larga por el cambio climático. La región tendrá que hacer frente a estas amenazas con recursos mermados. El tira y afloja entre las autoridades demócratas y el Gobierno de Donald Trump ha llevado a que se abran las puertas de dos presas. El presidente republicano lo considera un triunfo. Los expertos, no obstante, aseguran que han sido desperdiciados unos 8.300 millones de litros como resultado de la disputa política.
“El agua está fluyendo en California”, aseguró Trump el domingo en su red social, Truth Social. El mensaje del presidente estaba acompañado por cuatro fotografías de canales cruzando campos de cultivo. “Estas tuberías, alguna vez vacías, rebosan con agua limpia y bella y se dirigen a Los Ángeles”, añadió. Las imágenes sucedían a una de las órdenes ejecutivas del republicano, que exigía al cuerpo de ingenieros del ejército abrir las compuertas de diques en los lagos de Kaweah y Success, a unos 280 kilómetros al norte de Los Ángeles.
La acción, de acuerdo al presidente, encausaría rumbo al sur unos 19.000 millones de litros. El caudal fue menor después de que los ingenieros cedieran ante el temor de que el flujo repentino provocara inundaciones en la zona. “Todo el mundo debería estar contento con esta victoria”, aseguró Trump en otra publicación. El presidente ha afirmado una y otra vez que los incendios de Los Ángeles que provocaron 29 muertes y destruyeron decenas de miles de edificios crecieron porque los bomberos no tuvieron agua para combatirlos. “Si tan solo me hubiesen oído seis años atrás, no hubiera habido incendios”, aseguró el mandatario, quien insistió en sus dichos incluso cuando visitó a las víctimas de los siniestros.
La versión ha sido rechazada por autoridades locales y por los jefes de bomberos encargados de la respuesta a los fuegos Eaton y Palisdaes, que fueron controlados este fin de semana después de estar 26 días activos. El problema no fue la falta de agua, sino la velocidad con la que se propagó el fuego por los vientos de Santa Ana.
Los expertos han rebajado en estos días el tono victorioso del presidente. Los científicos y expertos en el complejo sistema de aguas de California han advertido que el esfuerzo no cumple con uno de sus principales propósitos, llevar agua a Los Ángeles. Las zonas urbanas del sur no reciben el suministro del acueducto del que se han liberado miles de millones de litros en los últimos días. Este, operado por el Gobierno federal, termina en el Valle de San Joaquín, a unos 185 kilómetros de la gran urbe californiana. Esta se surte con otro acueducto, operado por las autoridades estatales, que acarrea agua del norte al sur del Estado. La orden ejecutiva de Trump no afectó a este sistema.
No es el único problema con la medida. “El agua liberada estaba siendo guardada para que los agricultores la usaran para regar en el verano. Soltarla ahora, en plena temporada de lluvias, no beneficia a nadie y puede aumentar el riesgo de inundaciones”, aseguró a la CBS Barry Nelson, un ambientalista y consultor de una asociación estatal de defensa del salmón.
“Toda gota tiene dueño. Puede que la reserva sea propiedad del Gobierno federal, pero el agua es de nosotros. Está mal que alguien la esté usando para sus juegos políticos”, aseguró a una publicación especializada, San Joaquin Water, Victor Hernandez, el gerente del sistema del río Kaweah. Otros funcionarios locales dejaron ver su molestia y frustración ante las órdenes dictadas desde Washington.
Trump se fijó como objetivo el agua de California desde que llegó a la Casa Blanca. Una de las primeras medidas que adoptó en el Despacho Oval fue trasvasar un mayor volumen del delta de Sacramento-San Joaquín, al norte, a otras regiones del sur que “necesitaban el recurso desesperadamente”. El republicano exigió a los departamentos de Interior y Comercio llevar a cabo las acciones necesarias para “frenar el ambientalismo radical”.
“Los mortales y destructivos incendios recientes subrayan la necesidad de que California cuente con un suministro confiable y sólidas prácticas forestales para abastecer agua muy necesitada”, aseguró Trump en el memorando enviado a las dependencias del Ejecutivo.
El mensaje estiraba un pulso político entre el republicano y el Estado demócrata iniciado en su primera presidencia. En 2020, California demandó al Ejecutivo para frenar una serie de normas promulgadas desde Washington que permitían a los agricultores y granjeros del valle central, un fuerte semillero de votos republicanos, tomar más recursos del complejo sistema hídrico estatal. El Gobierno de Gavin Newsom argumentó entonces que la medida promovida por la Administración Trump ponía en peligro de extinción a las poblaciones de eperlanos, truchas y salmones que habitaban los ríos.
Días antes del regreso de Trump a la Casa Blanca, Newsom anunció un nuevo plan de manejo hídrico que, con ayuda de una inversión de 1.000 millones de dólares del Estado, ayudaría a recuperar la presencia del salmón chinook, que está en mínimos. Las asociaciones de pesca locales no han extraído de los ríos del norte del Estado un solo ejemplar en los últimos dos años. El esfuerzo del gobernador pretende elevar el número de esta especie a cifras que no se han visto en 75 años.