Un respiro para Eric Garner, a diez años de su muerte a manos de un policía de Nueva York
En una entrevista con EL PAÍS, Jason Fulford recuerda a su primo y le dedica la canción ‘Recuperar el aliento’, en memoria de aquella frase que Eric repitió once veces antes de morir: “No puedo respirar”
Jason Fulford no respira igual que el resto de la gente. Tiene conciencia del aire que entra a sus pulmones y que luego exhala. “Me siento bendecido de poder tomar otro respiro”, dice, como quien ha pensado mucho en el corto tiempo que va desde que estás vivo hasta que dejas de estarlo. Es el primo de Eric Garner, el afroamericano que murió hace exactamente diez años frente a una tienda de productos de belleza en Staten Island, pidiendo a las autoridades que lo dejaran respirar. Fue lo que oyó Fulford cuando abrió su página de Facebook y vio a su primo gimiendo en el suelo, repitiendo once veces la frase “I can’t breathe” (“No puedo respirar”), en un video que paralizó a Nueva York y al país, y que recordó al mundo el rostro deforme de la violencia policial contra las personas negras en Estados Unidos.
En 2014, Fulford tenía 33 años y acababa de llegar a Puerto Rico. Eran los meses de verano y aprovechó sus vacaciones como maestro de escuela para asistir a la boda de un amigo. En algún momento, desde el lobby del hotel en que se hospedó, se dispuso a chequear su página de Facebook. “Vi un video que era tendencia y mucha gente lo compartía”, cuenta. “Luego lo miré y dije, espera, ese es mi primo Eric. Enseguida comencé a recibir mensajes y llamadas de mi familia. No quería creerlo. Todavía tengo esa imagen en mi cabeza”.
En el video, que grabó el amigo Ramsey Orta y que luego compartieron millones de usuarios, se ve a Garner en pantalones cortos amarillos y pulóver morado, hablando en tono exasperado, a las afueras de una Bay Beauty Supply, rodeado de varios agentes de la policía. Discutían por el mismo motivo por el que otras veces la policía cargó con Garner: la venta de cigarrillos sueltos sin licencia. Un reporte de The New York Times asegura que en 2007 Garner presentó una denuncia ante un tribunal federal en la que acusaba a un agente de realizarle un registro, donde le introdujo “los dedos en el recto en plena calle”. Garner, quien tenía seis hijos y tres nietos, era conocido en la zona de Bay Street por sentarse a jugar partidas de ajedrez en la acera y por vender cigarrillos sueltos. Más de una vez se le vio vendiendo en las cercanías de la terminal del ferry de Staten Island, o en los alrededores del parque Tompkinsville, donde, según el NYT, ese año se registraron al menos 98 detenciones, 100 citaciones judiciales, 646 llamadas al 911 y nueve quejas al 311.
El 17 de julio de 2014, la policía abordó a Garner tras una queja del señor Gjafer Gjeshbitraj, un vecino molesto por las personas que merodeaban el barrio.
—¿Por qué, qué hice?, preguntó Garner a los agentes.
—Por vender cigarrillos, le respondieron.
En algún momento de la discusión, los oficiales se abalanzaron sobre Garner y tiraron al suelo su cuerpo de 1,90 metros (6 pies y 2 pulgadas) de altura y 395 libras (180 kilos). Lo que vino luego quedó grabado en la conciencia de la comunidad negra para siempre: once pedidos de auxilio, once veces repetida la frase “I can’t breathe” sin que los oficiales hicieran caso. Daniel Pantaleo, de 29 años, miembro del Departamento de Policía de Nueva York y de quien luego se supo que cargaba consigo un historial de abuso como agente policial, le aplicó una llave de estrangulamiento que lo asfixió. Garner fue declarado muerto a las 16:34 de la tarde del 17 de julio en el Centro Médico de la Universidad de Richmond.
Ahora que recién cumplió los 43 años, Fulford no puede dejar de sacar ciertas cuentas que le recuerdan lo cerca que ha estado la muerte y la violencia en su vida. Hoy tiene la misma edad de Garner cuando murió, y la que tendría Nicholas Heyward, su amigo afroamericano, a quien también mató la policía cuando ambos tenían 13 años. Heyward vivía en el proyecto de vivienda pública de Brooklyn Gowanus Houses, donde también creció Garner. El 27 de septiembre de 1994, mientras jugaba al ladrón y al policía junto a unos amigos con pistolas de plástico, un oficial de patrulla respondió a una llamada, se apareció en el lugar y le disparó a Heyward en el estómago.
Dos años después, en 1996, Fulford supo de la muerte de su primo Emery, el hermano de Garner. Es algo que casi nadie conoce, según dice, pero Eric perdió a uno de sus hermanos a causa de un disparo en una riña callejera. En 2013, la familia también recibió la noticia de la muerte de Joe Flagg, primo de Fulford y de Garner, a causa de un disparo cuando intentaron robar la tienda donde trabajaba en Nueva Jersey. Fue precisamente en el funeral del primo Flagg la última vez que Fulford vio a su primo Garner. Sintió que lo estaba protegiendo. “Estábamos en la tumba, lo recuerdo parado detrás de mí. Fue un sentimiento muy reconfortante”. Un año después moriría Garner. “Me dije cómo, cómo, cómo, cómo es posible que mi primo, que vivió mostrando cuánto corazón tenía, nos sea arrebatado de esta manera brutal”, dice Fulford. “Duele perder a gente que amas por la violencia, es dura la realidad con la que me toca lidiar. Siento que a veces no entendemos el dolor que alguien tiene que guardar dentro de sí”.
Siendo el primo menor, Fulford sentía gran admiración por Joe, Emery y Eric. Si tuviera que decir algo de ellos, diría que era la gente más “cool” que conoció jamás. Vestían ropa “cool”, lucían estilos “cool” en el cabello y oían música “cool”. Todo lo que Fulford quiso ser, la violencia lo apagó para siempre. Fulford no duda en responder que también ha sentido miedo por sí mismo, un hombre negro de Nueva York. “Cuando te inculcan ese tipo de miedo a ti y a las personas que se parecen a ti, ya sabes, es difícil no sentirlo. Históricamente, las cosas tienden a suceder no solo en mi familia, sino a personas que se parecen a mí”, asegura. “Pero diré que a medida que me hago mayor, que crezco, estoy aprendiendo a no tener miedo. El miedo nos desconecta del verdadero trabajo que podríamos hacer”.
‘Taking Our Breath Back’, en honor a Eric Garner
El 4 de diciembre de 2014, un gran jurado del condado de Richmond decidió que Pantaleo no sería acusado por la muerte de Garner. A pesar de que un médico forense dictaminó que la muerte fue un homicidio, funcionarios y agentes de la policía de Nueva York intentaron encubrir el suceso, atribuyéndolo al estado de salud de Garner y su “obesidad mórbida”, según dijo en ese momento Stuart London, el abogado de Pantaleo. La muerte de Garner, y la consiguiente decisión del jurado, hicieron que miles de personas en Nueva York y otras ciudades como Chicago, Boston, Minneapolis, Atlanta u Oakland se volcaran a las calles en contra de la brutalidad policial. No fue hasta 2019, tras una lucha imparable de cinco largos años de la familia Garner y grupos de derechos civiles, que Pantaleo fue despedido del Departamento de Policía de Nueva York, tras probarse que “causó imprudentemente lesiones a Eric Garner al mantener una llave de estrangulamiento prohibida durante nueve a 10 segundos”, dijeron los jueces.
Este miércoles, en el décimo aniversario de la muerte de Garner, la familia ha convocado a una marcha que arranca en Staten Island hasta el cartel que reza “Eric Garner Way”, en la esquina de Bay Street y Victory Boulevard. La madre de Garner, Gwen Carr, no ha parado de exigir justicia por la muerte de su hijo y de otras personas negras a manos de la policía en Estados Unidos. “Mi tía Gwen es una de las mujeres más fuertes que he conocido en mi vida”, dice Fulford. “Ha estado manejando esto de una manera asombrosa y generando un impacto increíble con las cosas que hace”.
Luego de la muerte de Garner, sucedieron una serie de asesinatos de personas negras a manos de la policía: Michael Brown, de 18 años, asesinado a tiros por un agente de Ferguson, Misuri; Walter Scott, de 50 años, asesinado por otro agente de North Charleston, Carolina del Sur; Freddie Gray Jr., de 25 años, quien sufrió heridas mortales en custodia del Departamento de Policía de Baltimore. En 2020, el caso de George Floyd hizo que la gente burlara el cerco del coronavirus para lanzarse a las calles: otra vez, la muerte de un afroamericano, con la rodilla de un agente blanco de Minneapolis sobre su cuello. Sus últimas palabras, “I can’t breathe”, fueron las mismas que dijo Eric Garner en 2014.
“Ver que le sucediera a Floyd años después fue muy difícil”, dice Fulford. “Fue como revivir el asesinato de Eric por completo. Sentí que demostró que como sociedad no estábamos dando pasos hacia adelante”.
Este miércoles, además, Fulford se estrena como rapero. Honrará la memoria de Garner junto al proyecto “Ampl!fy Voices”, del pianista, compositor y productor catalán Albert Marquès, que pretende ayudar a personas que no son músicos a contar sus historias. “La idea es dar voz, ampliar la voz de aquellos que no tienen”, dice Marquès, que ya ha extendido el micrófono también al afroamericano Keith LaMar, quien permanece desde 1995 en el corredor de la muerte de la Penitenciaría Estatal de Ohio, por un delito que asegura que no cometió.
Marqués y Fulford se conocieron en un instituto público de Manhattan, donde el primero imparte clases y del que el segundo es exalumno. LaMar, y el activismo que ambos han hecho para exigir justicia, es una causa que los une. Hace un tiempo Marquès invitó a Fulford a que esta vez fuera él quien tomara el micrófono para contar la historia de su familia. “Fue un gran honor que me pidiera que hiciera eso”, dice Fulford, quien se encargó de la letra de Taking Our Breath Back (“Recuperar el aliento”), el tema que mezcla hip hop, jazz y rock, y que relata la historia de Eric Garner.
“Siento que solo quiero honrar a mi primo”, dice Fulford. “Siento que todos debemos comprender lo importante que es cada respiro”. En el video, donde aparece entonando la letra que escribió, y a la que Marquès puso música, Fulford respira y se pregunta: “¿Cuánto tiempo vamos a sentarnos, darles excusas, mientras nos asfixian?”.
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