El rock no ha conocido mejor adiós que el de The Band
El grupo disfrutó de menos fama que reconocimiento, pero dejó discos eternos y tuvo a Scorsesse para ser inmortalizado en ‘The Last Waltz’ y ‘Once Were Brothers’
Son la menos conocida de las mejores bandas de rock de la historia, o la mejor de las menos conocidas. Tuvieron éxito, sí, no tanto como reconocimiento de sus colegas de aquellos últimos sesenta y primeros setenta. Será porque eligieron un nombre poco pretencioso: The Band. Será porque cuatro de sus cinco miembros se alternaban en la voz. Será porque para muchos eran solo (¿solo?) la banda que acompañó a Bob Dylan en su tránsito de cantautor a rockero. Su influencia fue enorme cuando el rock ácido...
Son la menos conocida de las mejores bandas de rock de la historia, o la mejor de las menos conocidas. Tuvieron éxito, sí, no tanto como reconocimiento de sus colegas de aquellos últimos sesenta y primeros setenta. Será porque eligieron un nombre poco pretencioso: The Band. Será porque cuatro de sus cinco miembros se alternaban en la voz. Será porque para muchos eran solo (¿solo?) la banda que acompañó a Bob Dylan en su tránsito de cantautor a rockero. Su influencia fue enorme cuando el rock ácido y psicodélico perdía fuelle, el folk se reinventaba y los artistas hallaban inspiración en viejos conocidos: el blues y el country. The Band supo reivindicar las raíces de la música estadounidense como nadie, y eso que cuatro de sus cinco miembros eran canadienses.
Por suerte, The Band no solo dejó discos eternos sino que tuvo a Martin Scorsesse para ser inmortalizada. El melómano director filmó su concierto de despedida el día de Acción de Gracias de 1976 en San Francisco. Se llama El último vals (The Last Waltz) y recoge la sesión en que compartieron escenario con figuras como Neil Young, Muddy Waters, Joni Mitchell, Van Morrison, Eric Clapton (quien antes se había empeñado en enrolarse con ellos sin éxito) y, claro, Dylan. Mucho después, en 2019, Scorsese produjo el clarificador documental Once Were Brothers, con dirección del canadiense Daniel Roher. Las dos películas están en Filmin.
El destino —y una primera banda: The Hawks— unió en Ontario a unos chicos que compartían obsesión por la música del Delta del Misisipi, tremendas destrezas instrumentales y visión para abrir caminos a la música popular. Y que se reinventaron en Woodstock, el pueblo neoyorquino donde vivía Dylan. No tenían un líder, o un frontman, pero sí un cerebro: Robbie Robertson, quien era el principal compositor y lleva la voz cantante en el relato de Once Were Brothers. Algunos de sus miembros volvieron sin él entre los ochenta y noventa: no podía ser lo mismo y eso apenas se recoge en esta película. Porque eso rompía el relato. Porque el rock no ha conocido un adiós más grandioso que el de The Last Waltz.
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