‘La remesa mala’, o cómo Disney+ está construyendo el malvado imperio galáctico de ‘Star Wars’
La nueva serie de animación ata cabos entre los primeros tres episodios de la saga cinematográfica y la trilogía clásica y prueba la capacidad de las plataformas para perpetuar mitos de la cultura popular
Los pilares comenzaron a ponerse hace más de 40 años. Los tres principales entre 1977 y 1983. El último, en 2019. Estos cimientos son nueve películas que, pese las duras críticas que algunas recibieron en su momento, son el canon de todo lo que significa Star Wars (La guerra de las galaxias hasta no hace mucho). Ahora toca unir los puntos, rellenar los agujeros, ir más allá y explorar los orígenes de diferentes temas planteados ...
Los pilares comenzaron a ponerse hace más de 40 años. Los tres principales entre 1977 y 1983. El último, en 2019. Estos cimientos son nueve películas que, pese las duras críticas que algunas recibieron en su momento, son el canon de todo lo que significa Star Wars (La guerra de las galaxias hasta no hace mucho). Ahora toca unir los puntos, rellenar los agujeros, ir más allá y explorar los orígenes de diferentes temas planteados en tres trilogías que han afectado de diferente forma a varias generaciones. La más reciente cuenta además con un medio al alcance de cualquiera: la televisión. Y un aliado excelente para ampliar fantásticos mundos: la animación. La serie La remesa mala (The Bad Batch), que acaba de pasar su ecuador, es el último exponente del poder de las plataformas digitales para perpetuar los mitos de la cultura popular. Y una cantera de talento para dar oportunidades a guionistas, directores y animadores de la poderosa casa Disney y su rama Lucasfilm.
Dos de esas figuras destacadas son la guionista Jennifer Corbett y el director Brad Rau, productores de esta serie que sigue la historia de cinco soldados con habilidades especiales que ya fueron presentados en la ficción Clone Wars, cuya última temporada ha sido uno de los grandes éxitos de los inicios de la plataforma Disney+ junto a The Mandalorian y La bruja escarlata y Visión. A los protagonistas, los famosos clones a los que ya se hacía referencia en la primera película de la saga en 1976, los acompaña una niña pequeña que recrea, una vez más, y como siempre de forma efectiva, uno de los temas principales de Star Wars: la paternidad y el concepto de familia más allá de los lazos de sangre. Con similitudes nada escondidas con The Mandalorian, este grupo de soldados ve alterada su concepción del universo, y prioridades, con la entrada en sus vidas de Omega, un personaje que promete ser clave en otros acontecimientos de la saga. Así lo explica Corbett en una conversación por videoconferencia junto a Rau: “Star Wars versa siempre sobre diferentes puntos de vista y perspectivas, ya sean senadores de la República, soldados, los jedi... cada serie o película tiene la perspectiva desde un personaje diferente, y narra lo que ocurre en la galaxia en ese momento”.
Uno de los atractivos de todas las series de animación de Star Wars —Clone Wars (2008-2020), Rebels (2014-2018) e incluso la fallida Resistance (2018-2020)— es atar los cabos sueltos. “Una de las cosas por las que me gusta este proyecto es tener la oportunidad de explorar este momento en la cronología, especialmente con estos supersoldados clon y qué pasa con ellos al terminar la guerra, a dónde van en ese momento y cuál es su propósito cuando ya no pueden seguir siendo soldados”, dice Corbett. Así como The Mandalorian expone cómo ese malvado Imperio Galáctico de Palpatine y Darth Vader se va destruyendo tras lo acontecido en El retorno del jedi, La remesa mala tiene como telón de fondo múltiples detalles del final de la guerra y la construcción y expansión de ese reinado tiránico de la galaxia. Y, como ya ocurría en Clone Wars y Rebels, eso incluye la aparición de personajes clave como Tarkin (interpretado en la película original por Peter Cushing) o Boba Fett (personaje que apareció de nuevo en The Mandalorian y que tendrá su propia serie a partir del próximo diciembre).
Brad Rau tira de memoria para conectar la película de los años setenta dirigida por George Lucas con esta nueva era digital cuya principal figura creativa es Dave Filoni: “Desde que Obi-Wan Kenobi le dice a Luke Skywalker que luchó junto a su padre en las Guerras Clon, en el colegio, jugando con las figuras de acción, siempre estábamos tratando de averiguar qué eran esas Guerras Clon y nunca lo supimos. Siempre he querido saber más”. Corbett amplía ese interés a las cuestiones que le surgieron cuando en 2004 salió de ver La venganza de los Sith: “Siempre he estado interesada, tras los episodios II y III, en saber qué pasaba con los clones, que fueron creados con un solo propósito. Y cuando todo se agita, a dónde van, y elaborar esa lucha mental que debe ser para un solado conocer que tu único propósito era esta cosa específica y esa cosa ya ha pasado, y cómo lidias con eso”. ”Hay mucha incertidumbre, lo que es genial para el drama y especialmente visto a través de su mirada, porque no están acostumbrados a ser políticos o a pensar qué está pasando en la galaxia, ellos se ciñen a recibir misiones, terminarlas y esperar otra misión. Y ahora las cosas han terminado completamente para ellos y para el resto de la galaxia”, añade la guionista.
Tenemos libertad para crear estas historias en el momento donde estamos en la cronología, un poco apartados de las películas.Jennifer Corbett, guionista
Con el mismo estilo que Clone Wars, a medio camino entre las aventuras más infantiles y los resquicios narrativos más oscuros, la animación ofrece un extra a la hora de crear nuevos mundos galácticos sin salirse del presupuesto y una forma de producir que se ha adaptado de forma excelente a las necesidades de trabajo durante la pandemia. Rau, además, comenzó su carrera como animador: “Adoro la animación. Un género de fantasía-ciencia ficción, como Star Wars, da la oportunidad de tener un estilo que lo una todo. No tratamos de igualarnos con la acción real, con los personajes de carne y hueso, ni con los efectos visuales... Todas nuestras criaturas, efectos, naves espaciales, planetas y humanos coinciden en un estilo. Es una oportunidad de creer realmente en este mundo, si lo hacemos bien”. Corbett por su parte intenta alejarse del concepto clásico de dibujos animados: ”Estamos creando una serie minicinemática, y cada episodio es como una película, así que ha sido increíble observar lo lejos que ha llegado la animación y cómo el equipo de animación continúa forzando las cosas que podemos llegar a hacer”.
“Tenemos libertad para crear estas historias en el momento donde estamos en la cronología, un poco apartados de las películas. Sabemos que si entramos en algunos territorios concretos tiene que haber una conversación sobre eso, ahí es donde entra el equipo que se sabe toda la historia y Dave Filoni nos guía, pero nunca influye en nuestros arcos narrativos. Damos con las mejores historias posibles y las hacemos funcionar y acercar al universo de Star Wars”, remata Corbett. Casi medio siglo después, estas historias de vínculos paternofiliales y familiares se antojan infinitas en el futuro del universo Disney.
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