La comuna del camarada Landau: entre la pesadilla estalinista y el Nobel

Los rusos Ilya Khrzhanovskiy e Ilya Permyakov realizaron durante dos años un enorme despliegue para recrear el universo científico soviético. El resultado: 15 películas y seis series. La última, ‘Dau Degeneration,’ se puede ver en Filmin

En el instituto soviético de la ficción, los experimentos con humanos persiguen al soldado perfecto. En el vídeo, tráiler de 'Dau Generation', una serie de Ilya Khrzhanovskiy e Ilya Permyakov. Vídeo: DAU DEGENERATION/FILMIN

La llamada regla de la pizarra se dio a conocer en las cátedras de los cincuenta. Según esta ocurrencia, los científicos soviéticos sobresalían en toda disciplina sujeta al rigor de la tiza. De hecho, el éxito desbordante de aquellas teorías, merecedoras de cuatro premios Nobel, empequeñeció las investigaciones aplicadas, carentes de medios con la salvedad de una carrera espacial y nuclear que glorificó el poder bolchevique. Deficiencias que el físico Lev Landau (1908-1968) quiso solventar con la creación de una residencia ...

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La llamada regla de la pizarra se dio a conocer en las cátedras de los cincuenta. Según esta ocurrencia, los científicos soviéticos sobresalían en toda disciplina sujeta al rigor de la tiza. De hecho, el éxito desbordante de aquellas teorías, merecedoras de cuatro premios Nobel, empequeñeció las investigaciones aplicadas, carentes de medios con la salvedad de una carrera espacial y nuclear que glorificó el poder bolchevique. Deficiencias que el físico Lev Landau (1908-1968) quiso solventar con la creación de una residencia donde alojar a las mejores mentes del país. Fundada en Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, se trasladó un lustro después al Instituto de Problemas Físicos de Moscú, cuyo departamento teórico dirigió Landau entre 1939 y 1961. Allí se fraguó una comuna que los cineastas rusos Ilya Khrzhanovskiy e Ilya Permyakov recrean en Dau Degeneration, disponible en Filmin.

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Los nueve episodios de esta serie forman parte de un proyecto denominado Dau, como el apodo por el que se conocía a Landau. El rodaje resucitó al físico en Járkov, donde se erigió un plató de 12.000 metros cuadrados ―el mayor de Europa― a imagen y semejanza del Instituto de Problemas Físicos que este acaudilló. Por las instalaciones desfilaron 400 participantes, ninguno era actor profesional. Artistas, camareros, policías, oficinistas, exconvictos y amas de casa seleccionados de entre medio millón de aspirantes. Así como un puñado de afamados científicos que allí prosiguieron con sus respectivas investigaciones. Entre 2009 y 2011, vivieron de manera intermitente como sus antepasados soviéticos. Trabajaron y se amaron, lloraron y se enfurecieron, mientras la cámara lo registraba todo.

Uno de cada siete residentes del municipio terminó por implicarse con esta iniciativa, minuciosa simulación histórica en la que todo ―desde uniformes hasta electrodomésticos, comida, moneda y vocabulario― se adaptó al tiempo de la ficción. Grabaron unas 700 horas que con los años han dado lugar a 15 películas y seis series. La última de ellas, Dau Degeneration, se detiene en 1968, cuando Landau agoniza y con él la institución que levantó, ahora en manos de un hombre disoluto y entregado a la carne. El codirector Permyakov sintetiza la historia por videoconferencia: “Esta es una saga sobre la crisis y la desaparición de una comunidad, la de aquellos científicos privilegiados por el régimen, que al mismo tiempo los esclaviza en proyectos militares de toda clase”. Experimentos ocultistas con humanos y animales que persiguen la creación del soldado ideal.

Réplica de uno de los dormitorios utilizados durante el rodaje de 'Dau', que se expuso en el centro Pompidou de París a modo de instalación. picture alliance (picture alliance via Getty Image)

La serie se recrea en un territorio indefinido sobre qué secuencias fueron guionizadas y cuáles surgieron de manera espontánea durante la convivencia. El libreto a la vieja usanza “brillaba por su ausencia”, relata Permyakov, si bien la dirección “indicaba el camino”. Las inquietudes de los participantes se confundían con las de los personajes que encarnaban. Un grupo de matemáticos y físicos investigaba en el instituto la teoría de cuerdas, mientras que otro se inclinaba por la gravedad cuántica. Las cámaras inmortalizaron un debate auténtico entre unos y otros, donde no faltaron los insultos. “¿Eso puede considerarse una actuación al uso?”, se pregunta Permyakov. Nada de aquello estaba previsto, como tampoco lo estuvieron las escenas de borrachera: “En una de ellas el personal de cocina juega al strip domino. Aquello estaba sucediendo de verdad y se puede apreciar la degradación humana, una mezcla entre lo terrible y lo cómico que recuerda a Goya”.

Esta es una saga sobre la crisis y la desaparición de una comunidad, la de aquellos científicos privilegiados por el régimen, que al mismo tiempo los esclaviza en proyectos militares de toda clase
Ilya Permyakov

El instituto real pivotaba sobre Landau. El prodigio que se libró de las cárceles de Lenin gracias a otro Nobel, su mentor Peter Kapitsa, que le dio trabajo. El hombre santo de la física que abrazó el poliamor, y de paso arrastró a su mujer Kora, como ella relata en sus memorias. Una figura que hipnotiza desde sus años estudiantiles en Moscú al físico matemático de la Universidad de Stony Brook (Nueva York) Nikita Nekrásov. Un compañero le habló en 2009 del decorado de Dau en Járkov, donde Nekrásov acabó por vivir durante un año. “Me tentaba la posibilidad de entrar en una máquina del tiempo, regresar a la época en la que creció mi padre, regresar a las circunstancias que generaron importantes cambios en la mentalidad de los físicos teóricos de la época. Ver con mis propios ojos cómo era trabajar bajo la atenta mirada del régimen totalitario, estar rodeado de aprendices, de amantes, de celos, que tu moralidad fuese cuestionada”, cuenta a EL PAÍS.

Un enfermo profesor Lev Landau, en el centro, recibe en 1962 el Nobel de Física de la mano del embajador de Suecia, Rolf Sohlman. Bettmann (getty images)

Los inquilinos de la institución se repartieron los roles, como si aquello se tratase de un experimento psicosocial de Milgram. En un momento dado, un grupo de extrema derecha hace su aparición en el centro. Rapados y supremacistas en la vida real que se infiltran por encargo de la KGB, afanada en acabar con quienes dañan desde dentro el frágil equilibrio de la comunidad científica. Nekrásov recaló en Járkov dos décadas antes de que esta decadencia precipitara el final del instituto, según el particular calendario de la serie. “Algunas reglas eran absolutas, no se permitían inexactitudes históricas dentro del perímetro. Me asignaron a una familia con la que vivía en la casa de los Dau, aunque podía dormir en las dependencias de los científicos, lo que parecía un gran apartamento comunal. Unas veces cocinábamos nosotros y otras acudíamos a la cantina, donde se pagaba con rublos soviéticos”, rememora.

El rodaje de 'Dau' en Járkov, Ucrania, se alargó durante dos años. En la imagen, dos participantes del proyecto junto a la fachada del decorado.Olympia Orlova

Nkrásov atesoró en aquellos días confidentes y amantes. El rodaje tenía lugar por las noches, por lo que disponía del resto del día libre, aunque sin móviles ni ordenadores. Recordó la regla de la pizarra, esa que ascendió a sus predecesores al cielo de la investigación, y escribió cientos de fórmulas en la soledad de su dormitorio. Teorizaba sobre el principio de elección, una de las cuestiones más fascinantes a las que se enfrenta la física teórica actual: “Nuestra existencia basada en el carbono depende de una acumulación de coincidencias muy ajustadas, como la interacción electromagnética o la densidad de la energía oscura. Por alguna razón el universo tiene una enorme capacidad para albergar todo tipo de mundos. Necesitamos entenderlos para poder entendernos a nosotros”.

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