Yarivith González, premio Princesa de Girona: “La química es magia porque es una constante búsqueda del saber”
La joven investigadora venezolana ha patentado métodos para la recuperación de metales valiosos provenientes de residuos
Percibe la química como si fuese magia. Su forma de responder a las incógnitas que el cambio climático trae consigo es a través de la sensibilidad que siente por su trabajo. Yarivith González (Barquisimeto, Venezuela, 36 años), siempre con los ojos puestos en la conservación del medio ambiente, ha patentado métodos para la recuperación de metales valiosos provenientes de baterías de iones de litio y residuos electrónicos...
Percibe la química como si fuese magia. Su forma de responder a las incógnitas que el cambio climático trae consigo es a través de la sensibilidad que siente por su trabajo. Yarivith González (Barquisimeto, Venezuela, 36 años), siempre con los ojos puestos en la conservación del medio ambiente, ha patentado métodos para la recuperación de metales valiosos provenientes de baterías de iones de litio y residuos electrónicos. Para González, la tecnología de la electromovilidad es todavía tan prematura que el mundo está a tiempo de evitar los errores que ha cometido con el plástico. La joven química ha sido galardonada con el premio Fundación Princesa de Girona Internacional en el campo de la investigación, pero también por su trabajo en promover la educación ambiental en colegios de zonas rurales de América Latina.
Pregunta. ¿Qué significa para usted ganar este premio?
Respuesta. Todavía no me lo creo. Es una oportunidad para invitar a los jóvenes a trabajar en ciencia. Cuando se hace un trabajo con amor y por pura vocación, el reconocimiento acaba llegando. Aunque quisiera aclarar que la Fundación Princesa de Girona ha puesto en valor el trabajo de todo el equipo del Laboratorio de Metalurgia Extractiva para el que trabajo en Argentina.
P. ¿Qué implica para América Latina avanzar en la lucha contra el cambio climático?
R. Desde el pensamiento ambientalista, este trabajo es crucial para el continente. En América Latina no disponemos de un parque de automóviles eléctricos tan grande como en Europa. Por lo tanto, desarrollar previamente una tecnología como esta en nuestro suelo hará que los países latinoamericanos puedan dar una respuesta anticipada a los efectos negativos de la acumulación de residuos de metales valiosos y no renovables. No queremos cometer los mismos errores que con el plástico.
P. Su proyecto trasciende de lo puramente técnico y llega a lo social.
R. Nos orientamos mucho a la educación ambiental en zonas rurales, principalmente. Cuando le preguntas a los jóvenes en escuelas e institutos “¿qué es la ciencia?”, se imaginan una complejidad de batas de laboratorio y conceptos incomprensibles. Un logro importante del proyecto es que empezamos a diagnosticar la percepción que la juventud tiene de la investigación científica. Es fundamental que vean la ciencia como algo aplicable en su vida cotidiana.
P. ¿Se puede vencer a la sociedad del usar y tirar?
R. Aunque las realidades en América Latina y en Europa son bien diferentes, creo que desde una perspectiva global estamos avanzando rápidamente. Ya no solo en resultados, sino en la forma de ver las cosas. Existe una homogeneización del pensamiento porque la investigación científica y tecnológica está cada vez más orientada a la defensa del medio ambiente. Cuando le pregunto por su futuro a un estudiante de maestría y me transmite su necesidad de formarse en desarrollo sostenible, me llena de satisfacción. Hace 50 años esto era impensable.
P. Las ventas de coches eléctricos se han reducido en la Unión Europea en más de un 40%. ¿Crece el escepticismo respecto a esta tecnología?
R. Es probable, sí, pero cambiar el paradigma siempre será complicado. Cuando una tecnología nueva irrumpe de golpe en el mercado, siempre va a traer consigo un conflicto en lo social, en lo político y en lo económico. El cambio debe ser global y darse paulatinamente. Si existe un problema, como es el caso de las emisiones derivadas de combustibles fósiles, hay que estudiar las alternativas y ponerse de acuerdo para ofrecer soluciones.
P. Para la extracción de metales valiosos hace falta una gran cantidad de agua. ¿Cómo afecta eso a una región tan árida como el llamado “triángulo del litio” que conforman Chile, Argentina y Bolivia?
R. Este proyecto nace precisamente para que el ciclo de vida de una batería de litio no termine con su extracción y se convierta en residuo. Cuando termina la vida útil de la batería, la pasamos por un proceso de descarga para después desmantelarla por completo. Finalmente, implementamos los procesos fisicoquímicos que hemos patentado en el laboratorio, como la carborreducción para recuperar el litio y el cobalto.
P. Para usted la química es magia.
R. No pretendo romantizar mi trabajo, pero percibo la química como una disciplina transformadora. Es una constante búsqueda del saber y una forma de obtener respuestas a determinados problemas. El hecho de haberme desarrollado en las artes me ha permitido conjugar y ver mi trabajo como algo poético. Imaginarte a personalidades como Marie Curie y ver que, como ella, puedes captar otras mentes con visiones diferentes.
P. Venezuela está pasando por una crisis económica, social y política de gran calado. ¿Qué mensaje lanza a los y las jóvenes investigadoras de su tierra natal?
R. Que no dejen de perseguir sus sueños y nunca renuncien al espíritu crítico. Para mí el triunfo es lograr encontrar una responder a tus propias dudas. A pesar de la crisis en Venezuela, no hay que abandonar la formación y siempre cuestionarse todo.