Alexa se encomienda a la inteligencia artificial para ascender a mayordoma

Amazon trata de relanzar su asistente de voz mientras otros gigantes también aceleran la carrera por incorporar la nueva tecnología a todos sus productos

Laboratorio de casa inteligente de Amazon en Seattle (Estados Unidos).

Los asistentes de voz como Siri, Alexa, Ok Google o Bixby son, principalmente, reproductores de música fáciles de utilizar, ágiles respondedores sobre cuestiones simples, marcos de fotos digitales (los que tienen pantalla), un despertador o un interruptor. Pero estas funciones, que también se pueden realizar con los teléfonos móviles, no garantizan por sí solas su viabilidad futura. Uno de los pilares de su desarrollo era el comercio por voz (voice commerce), un sector que la consultora Nielsen vaticina que su...

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Los asistentes de voz como Siri, Alexa, Ok Google o Bixby son, principalmente, reproductores de música fáciles de utilizar, ágiles respondedores sobre cuestiones simples, marcos de fotos digitales (los que tienen pantalla), un despertador o un interruptor. Pero estas funciones, que también se pueden realizar con los teléfonos móviles, no garantizan por sí solas su viabilidad futura. Uno de los pilares de su desarrollo era el comercio por voz (voice commerce), un sector que la consultora Nielsen vaticina que supondrá el 2% de las compras en 2025. A la espera de que se consolide esta opción, las grandes tecnológicas, como Google, Microsoft, Samsung, Meta o las empresas de Elon Musk, se han fijado en las posibilidades que puede aportar la inteligencia artificial generativa a sus productos. El gigante Amazon tiene una estrategia propia: utilizar esta nueva herramienta para convertir a Alexa en el centro del hogar, en el punto de conexión de todos los electrodomésticos, en el ordenador de acciones cotidianas y rutinarias, en una mayordoma.

Alexa está integrada en 500 millones de dispositivos de Amazon y de otras marcas. A pesar de esta penetración, algunos medios llegaron a calificarla como el gran fracaso de la compañía. Vishal Sharma, vicepresidente en Amazon y responsable de inteligencia artificial para Alexa, lo niega: “Nunca ha sido un fracaso. Si se miran las estadísticas de uso o el número de dispositivos conectados, se observa que han crecido”. Según la compañía, las interacciones con el asistente crecieron más del 30% el pasado año en el mundo (en España asegura que el aumento fue del 40%) y la mitad de los usuarios lo utilizó para comprar.

Alexa nunca ha sido un fracaso. Si se miran las estadísticas de uso o el número de dispositivos conectados, se observa que han crecido
Vishal Sharma, vicepresidente en Amazon y responsable de inteligencia artificial para Alexa

Sharma, durante un encuentro con prensa internacional, al que fue invitado EL PAÍS, defiende que la compañía, lejos de dejar languidecer al asistente, ha redoblado su apuesta por él para aprovechar los avances en inteligencia artificial y convertirlo en un centro neurálgico del hogar.

La razón la explica Dave Limp, vicepresidente sénior de la compañía. “El teléfono móvil ha impulsado la mayor parte de la innovación en la industria: la miniaturización de las cámaras, nuevos sensores, baterías… Pero el hogar, donde pasamos gran parte de nuestro tiempo, ha sido ignorado”.

“La casa es increíblemente manual. La industria ha estado automatizando otras áreas, pero no el hogar. Así que hemos desarrollado esta visión que consiste en que el hogar actúe en beneficio de quien lo habita, que haga tareas, que sea proactivo [anticiparse a partir del aprendizaje de rutinas]. Es lo que llamamos inteligencia ambiental”, resume Limp.

Laboratorio de la casa inteligente de Amazon, donde se prueba la integración de Alexa con todos los electrodomésticos, a principios de mayo.EL PAÍS

Sharma explica que esta automatización a través de comandos hablados no se ha producido antes por la complejidad que suponen la heterogeneidad de voces y la presencia de ruidos que hay que discriminar para dar una respuesta “confiable”, que reconoce como una de las claves del sistema: si se pide que encienda una luz, que lo haga y sea la requerida.

La otra clave es la rutina, que el asistente entienda que una secuencia de acciones repetidas responde a un patrón habitual y las agrupe bajo un solo comando.

El teléfono móvil ha impulsado la mayor parte de la innovación en la industria. Pero el hogar, donde pasamos gran parte de nuestro tiempo, ha sido ignorado
Dave Limp, vicepresidente sénior de Amazon

Marja Koopmans, directora del laboratorio de casa inteligente, lo muestra en una reproducción de un hogar en la sede central de Amazon en Seattle (EE UU). Si dice “Alexa, me voy”, el asistente cierra la puerta con llave y apaga automáticamente todas las luces y dispositivos, salvo aquellos programados para actuar en ausencia de la familia, como la aspiradora. Cuando Alexa la despierta, enciende las luces, informa del tiempo actual y el previsto, lee en alto la agenda y pone en marcha la ducha y la cafetera.

Koopmans detalla cuatro razones principales para desarrollar esta casa inteligente: facilita las tareas, ofrece entretenimiento (música, televisión, juegos…), aporta seguridad a las personas (mayores y niños, principalmente) y a los bienes (monitorización de la casa a distancia) y es más sostenible, al facilitar el apagado de dispositivos que no están en uso.

Para Vishal Sharma, la integración de todos los aparatos en un solo asistente aporta una ventaja sustancial frente al móvil, que puede hacer funciones similares, o la acción manual: “No requiere que levantes tu teléfono y hagas como 1.800 cosas o tener que desplazarte por todo el lugar. Solo funciona sin preocuparte de qué tecnología hay detrás”.

Nuestra política no es tanto hacer dinero con los dispositivos como con el uso
Vishal Sharma

Los precios varían en función del dispositivo que se utilice como centro de comandos (entre 45,99 y 250 euros), los enchufes inteligentes que se usen (los hay desde nueve euros la unidad), y los electrodomésticos compatibles que se adquieran o a los que se puedan incorporar elementos que se integren en Alexa (como los Fire TV Stick, desde 34,99 euros la versión Lite, o Cube). “Nuestra política no es tanto hacer dinero con los dispositivos como con el uso”, asegura Sharma.

El gran desafío de una vida conectada es la seguridad y la privacidad de los datos. Mattia Epifani, forense digital e instructora en el Instituto SANS, afirma en MIT Technology Review: “Puede ser una ubicación, un mensaje, una imagen… Puede ser cualquier cosa. Tal vez también puede ser la frecuencia cardíaca de un usuario o cuántos pasos dio. Y todas estas cosas se almacenan básicamente en dispositivos electrónicos”.

Leila Rouhi, responsable de confianza y privacidad de Amazon, admite que es una prioridad, que se han cometido errores y que han aprendido de ellos. “Si cometemos un fallo, rompemos la confianza del usuario y es increíblemente difícil para nosotros recuperarla. Por eso es realmente importante que pensemos en la privacidad y la confianza, lo que significa invertir en inteligencia artificial inclusiva para garantizarlas”.

Para Rouhi, los principios fundamentales son la transparencia, “nunca vender información personal de los usuarios” y darles siempre la opción de que no se registren datos, imágenes o sonidos.

Nunca vendemos información personal de los usuarios
Leila Rouhi, responsable de confianza y privacidad de Amazon

Este compromiso choca con la necesidad permanente de aprendizaje de los dispositivos a través de la experiencia. Para discernir la voz de un niño o de una persona mayor, de una mujer o un hombre o los diferentes acentos de un mismo idioma, las máquinas tienen que contar con ejemplos. Amazon afirma que para esta tarea se utiliza el aprendizaje supervisado, con controles permanentes.

Sharma insiste en que el tema de la seguridad y la privacidad se lo toman “muy en serio”. “Somos transparentes con lo que ocurre bajo la superficie y siempre está disponible la posibilidad de borrar lo que quieras para siempre”, asegura.

Además del aprendizaje supervisado, algunos dispositivos solo almacenan información de forma interna o no registran información alguna a menos que se activen intencionadamente. Pero el uso de datos es imprescindible. El responsable de inteligencia de Alexa lo explica con una analogía: “Si hablas con un amigo, quieres que recuerde lo que le has dicho, especialmente si ese amigo hace cosas para ti, asistiéndote”. No obstante, concluye: “Moveremos cielo y tierra para proteger la privacidad y garantizar la seguridad”.

La carrera de velocidad de los gigantes

La estrategia de implementar la inteligencia artificial (IA) en todos los ámbitos es común en los gigantes tecnológicos, pero se ha convertido en una acelerada carrera cuando se aprecian señales de recuperación del sector.

Microsoft ha invertido 10.000 millones de dólares en OpenAI, la empresa detrás del chatbot ChatGPT que ha integrado en su motor de búsqueda Bing. Pero es solo un paso. La multinacional ha informado de que incorporará la inteligencia artificial en otros productos porque esta, según Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, abre “una nueva era de la computación”.

El pasado marzo, el gigante surcoreano de la electrónica de consumo Samsung zarandeó el sector tecnológico al admitir que estaba considerando reemplazar Google por Bing como el motor de búsqueda predeterminado en sus dispositivos.

La respuesta de Google ha sido acelerar la creación de nuevos sistemas de inteligencia artificial y actualizar los existentes con características de IA. El objetivo del proyecto, denominado Magi, es ofrecer a los usuarios, como en la estrategia de Amazon, una experiencia personalizada, anticipándose a las necesidades de los usuarios.

Frente a ChatGPT, Google ha respondido de urgencia con Bard. Pero la inteligencia artificial no es nueva para la compañía. Su filial DeepMind lleva años investigando la aplicación de la misma en modelos de lenguaje y en coches autónomos, así como en su propio buscador o en funciones de reproducción de música o incluso en programación.

El director ejecutivo de Google y Alphabet, Sundar Pichai, el pasado 10 de mayo durante la presentación de las herramientas de inteligencia artificial de la sede central de la compañía en California.Jeff Chiu (AP)

Hasta Elon Musk, fundador de Tesla, nuevo propietario de Twitter y creador de SpaceX, se ha incorporado a la carrera, a pesar de haber advertido de los potenciales peligros de esta tecnología. Según The New York Times, Musk pretende crear una nueva compañía de inteligencia artificial llamada X.AI y un rival para ChatGPT.

La propia Amazon, en su división de servicios web (AWS), ha puesto a disposición de sus clientes modelos de lenguaje natural (LLM por Large Language Model), agrupados bajo la denominación de Titan, y un servicio de computación en la nube llamado Bedrock “para crear y escalar aplicaciones generativas de IA”, como la creación de textos, imágenes, audios y datos a demanda.

Meta ha presentado este mes una nueva herramienta de código abierto denominada ImageBind que, según la empresa, podrán relacionar los objetos de una fotografía con su sonido, su forma tridimensional o su movimiento y crear imágenes a partir de ruidos. En el futuro aspiran a dotar a la máquina de sensibilidades como tacto y olor, acercándola a las capacidades humanas. Otra herramienta de inteligencia artificial de código abierto es la LLM Meta AI, con la que aspira a competir con ChatGPT y otras aplicaciones similares.

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