Elon Musk declara una “amnistía general” en Twitter para las cuentas suspendidas

El magnate readmitirá a usuarios que difunden desinformación y mensajes de odio si no han incumplido la ley

En esta ilustración fotográfica, la imagen de Elon Musk se muestra en la pantalla de un ordenador y el logotipo de Twitter en un teléfono móvil.Anadolu Agency (Getty Images)
Washington -

Elon Musk sigue haciendo de su capa un sayo en Twitter. Pese a sus promesas de que no cambiaría su política de moderación de contenidos hasta formar un consejo plural que le asesorase en la materia, ha decidido gobernar la red social a golpe de encuestas. La última le ha llevado a declarar una “amnistía general” que permitirá a cuentas suspendidas por difundir desinformación, mensajes racistas, machistas u homófobos volver a Twitter.
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Elon Musk sigue haciendo de su capa un sayo en Twitter. Pese a sus promesas de que no cambiaría su política de moderación de contenidos hasta formar un consejo plural que le asesorase en la materia, ha decidido gobernar la red social a golpe de encuestas. La última le ha llevado a declarar una “amnistía general” que permitirá a cuentas suspendidas por difundir desinformación, mensajes racistas, machistas u homófobos volver a Twitter.

La pregunta que lanzó el magnate nacido en Pretoria (Suráfrica) era: “¿Debería Twitter ofrecer una amnistía general a las cuentas suspendidas, siempre y cuando no hayan infringido la ley o realizado un spam atroz?” Han votado 3,16 millones de cuentas de Twitter, menos de un 1% de los usuarios de la red social y menos de un 3% de los propios seguidores de Musk, con un sistema en el que además no hay filtro contra los bots que desvirtúen el resultado.

Un 72,4% se ha mostrado a favor de la “amnistía” y un 27,6%, en contra, según los resultados finales de la encuesta, cerrada este jueves. Musk ha sentenciado: “El pueblo ha hablado. La amnistía comienza la próxima semana. Vox Populi, Vox Dei [la voz del pueblo es la voz de Dios, en latín]”.

La formulación de la pregunta es suficientemente genérica como para permitir a Musk decidir algunas excepciones caso a caso, pero en principio, supone reabrir la cuenta social a todo tipo de propagadores de noticias falsas, teorías conspiratorias, mensajes racistas, machistas, homófobos y de odio siempre que no se hayan sobrepasado los límites legales.

Musk se declaró en contra de readmitir al teórico de la conspiración Alex Jones, condenado por difamación a indemnizaciones multimillonarias por sus bulos de que la matanza de Sandy Hook (26 muertos en un colegio de Newtown, Connecticut, en 2012) fue una farsa. Pero muchos otros difusores de noticias falsas y mensajes de odio podrán volver a la red.

Un bandazo tras otro

El hombre más rico del mundo ha estado dando bandazos con la política de moderación de contenidos en las cuatro semanas que lleva siendo propietario de Twitter. Primero proclamó el “absolutismo de la libertad de expresión”. Los mensajes racistas y de odio se dispararon nada más hacerse él con el control, algo que ahora sugiere que fue una acción coordinada (”Tengo ganas de señalar con el dedo las 1.500 cuentas que han provocado el pico, pero me abstendré”, ha tuiteado).

Musk prometió a los anunciantes que Twitter no se convertiría en “un infierno” donde todo vale. También aseguró que crearía un consejo asesor plural antes de tomar ninguna decisión de calado sobre el contenido. Anunció, de nuevo a través de la red social, que “Twitter formará un consejo de moderación de contenidos con puntos de vista muy diversos”. “Antes de que se reúna el consejo, no se tomarán decisiones importantes sobre los contenidos ni se restablecerán las cuentas”, dijo entonces, aunque ha faltado a su palabra.

En paralelo, lanzó precipitadamente y sin estar preparado para ello el sistema de suscripción, Blue, que incluía la marca azul de verificación a cambio de 7,99 dólares al mes, dando credibilidad a una avalancha de cuentas de impostores, lo que provocó cierto caos en la red. Retiró el sistema y luego anunció que volvería el 29 de noviembre, pero sus últimos mensajes dejan esa fecha en el aire: “Se retrasa el relanzamiento de Blue Verificado hasta que haya una gran confianza en que se detenga la suplantación de identidad. Probablemente se utilizará una verificación de color diferente para las organizaciones que para los individuos”, ha tuiteado esta semana.

Más allá del patinazo del sistema de verificación, Musk ha ido dando otros bandazos. Un día proclama su fuerte compromiso con la política de moderación de contenidos de Twitter y otro la redefine por completo sin esperar al prometido consejo. Su última formulación, algo confusa, es “libertad de expresión, pero no de difusión”. Según esa tesis, admitirá en la red mensajes racistas y de odio, pero les restará visibilidad, aunque mensaje a mensaje, sin suspender a usuarios que reincidan en ellos, un sistema que deja más preguntas que respuestas. También ha dado pasos unilaterales para readmitir a usuarios suspendidos, unas veces por decisión personal y otras, como ahora, mediante un sondeo.

Musk ya recurrió a una encuesta entre los usuarios de la red para justificar la rehabilitación de la cuenta de Donald Trump que, sin embargo, el expresidente no ha vuelto a utilizar. Trump tiene un acuerdo con un vehículo de inversión, Digital World, para fusionar con el mismo su propia red, Truth Social, con la que tiene un contrato de exclusividad. Las acciones de Digital World se han disparado en Bolsa después de que Trump haya anunciado su candidatura a las presidenciales de 2024. Además, la sociedad (un spac, en el argot financiero, por las siglas en inglés de compañía con un propósito especial de adquisición) ha logrado que sus accionistas aprueben una prórroga de nueve meses para cerrar la operación, que hará de Trump su mayor accionista. Sin Trump, Truth Social perdería casi todo su valor.

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