Usuarios de Twitter ponen a prueba a Elon Musk con mensajes racistas y de odio
El magnate se toma tiempo para decidir los nuevos criterios con la creación de un consejo de contenidos
Los periodistas hacen guardia frente a la sede de Twitter en San Francisco. De repente, aparecen dos hombres con cajas de cartón y sus pertenencias dentro. Uno muestra un libro de Michelle Obama, como si fuera la causa de su despido. Cuando un periodista le pregunta su nombre le dice que se llama Rahul Ligma. Pero no, no son trabajadores despedidos por Elon Musk. Son dos troleadores que engañan a medios prestigiosos como la CNBC o Bloomberg, los cuales publican noticias sobre ellos sin caer en que Ligma es un meme soez. Musk le...
Los periodistas hacen guardia frente a la sede de Twitter en San Francisco. De repente, aparecen dos hombres con cajas de cartón y sus pertenencias dentro. Uno muestra un libro de Michelle Obama, como si fuera la causa de su despido. Cuando un periodista le pregunta su nombre le dice que se llama Rahul Ligma. Pero no, no son trabajadores despedidos por Elon Musk. Son dos troleadores que engañan a medios prestigiosos como la CNBC o Bloomberg, los cuales publican noticias sobre ellos sin caer en que Ligma es un meme soez. Musk les ríe la gracia: “Se lo han buscado”.
El terreno estaba abonado. No solo ha ido aireando que planea recortes masivos de plantilla, sino que, además, la primera decisión del multimillonario magnate de 51 años nacido en Pretoria (Suráfrica) fue despedir a los principales directivos de Twitter. Entre los primeros cuatro a los que Musk les ha cortado la cabeza está la responsable jurídica, Vijaya Gadde, a cargo de la política de moderación de contenidos de Twitter, con la que Musk ha sido muy crítico.
Musk se proclama un “absolutista de la libertad de expresión”. Algunos usuarios ya le están poniendo a prueba. Al día siguiente de cerrar la operación, el uso de la palabra nigger, la forma despectiva y racista de referirse a los afroamericanos, se disparó. Usuarios de extrema derecha empezaron a difundir mensajes de QAnon, gran generador de teorías conspiranoicas. La Liga Antidifamación ha detectado una campaña coordinada para publicar mensajes antisemitas tras el cierre de la operación. Este viernes denunció que se habían difundido más de 1.200 tuits y retuits en ese sentido. El origen de la campaña partió de la marginal 4chan, muy utilizada por los extremistas por su práctica ausencia de controles, y se propagó a través de canales de Telegram con el fin de llevar a Twitter ese discurso de odio. “Otros usuarios han publicado largas listas de frases y temas que Twitter ha eliminado en el pasado, como la negación de las elecciones, la desinformación sobre la covid y la difamación de personajes públicos”, añade la Liga.
El multimillonario comprador de Twitter lanzó este jueves un mensaje para intentar tranquilizar a los anunciantes, que pueden huir de la red social si pasa a ser una jungla llena de contenidos racistas, bulos, insultos y mensajes de odio e incitación a la violencia. “Obviamente, Twitter no puede convertirse en un infierno de libertad para todo donde se pueda decir cualquier cosa sin consecuencias. Además de respetar las leyes del país, nuestra plataforma debe ser cálida y acogedora para todos, donde se pueda elegir la experiencia deseada según las preferencias de cada uno”, les trasladó en un mensaje en Twitter.
General Motors se retira
De momento, ya ha sufrido su primer revés. General Motors, el mayor fabricante de coches de Estados Unidos (y rival de Tesla, controlada por Musk), anunció este viernes que retira la publicidad temporalmente: “Estamos trabajando con Twitter para entender la dirección de la plataforma bajo su nueva propiedad. Como es normal con un cambio significativo en una plataforma de medios de comunicación, hemos pausado temporalmente nuestra publicidad de pago. Nuestras interacciones de atención al cliente en Twitter continuarán”, señaló en un comunicado.
La moderación de contenidos es esencial para que los anunciantes se vean atraídos por una red social. Las empresas no quieren que su publicidad acompañe a mensajes que puedan contaminar su imagen de marca. Musk ha decidido darse algo de tiempo. Este viernes anunció, de nuevo a través de la red social, que “Twitter formará un consejo de moderación de contenidos con puntos de vista muy diversos”. “Antes de que se reúna el consejo, no se tomarán decisiones importantes sobre los contenidos ni se restablecerán las cuentas”. Y quizá para intentar ahuyentar los fantasmas de que él sea el causante de ese auge de mensajes transgresores, más tarde añadió: “Para ser superclaros, todavía no hemos hecho ningún cambio en las políticas de moderación de contenidos de Twitter”. No ha hecho falta cambiarla para que la sensación de que hay barra libre se extienda.
Con la creación del consejo, del que no se conoce ni la composición ni el plazo para emitir su dictamen, Musk puede posponer cualquier decisión hasta después de las elecciones legislativas del próximo 8 de noviembre y evitar que se le acuse de interferir en ellas. En términos generales, los republicanos han mostrado su satisfacción por la compra de Twitter por Musk. “Elon Musk ha indicado que se opondrá a la censura de las Grandes Tecnologías y apoyará la libertad de expresión”, tuiteó la senadora por Tennessee Marsha Blackburn. Algunos demócratas han expresado su disgusto y la pérdida de seguidores que han sufrido las cuentas de algunos líderes progresistas aparenta deberse a la salida de la red de muchos de ellos.
La decisión más sonada de la recién despedida responsable de las políticas de moderación, Vijaya Gadde, fue la expulsión (”suspensión permanente”) de Donald Trump de la red social el 8 de enero de 2021, dos días después del asalto al Capitolio por parte de insurrectos que querían impedir la certificación de la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020. Twitter alegó “riesgo de una mayor incitación a la violencia”.
Trump no planea volver
Musk dejó claro que pensaba readmitir a Trump en cuanto se hiciese con el control de la red social, pero por ahora el expresidente le da calabazas. Trump escribió ayer en Truth Social, su alternativa a Twitter: “Estoy muy contento de que Twitter esté ahora en manos sanas, y ya no será dirigido por lunáticos y maníacos de la izquierda radical que realmente odian a nuestro país”. Pero, tras echarle flores y decir que ahora debe deshacerse de los bots y cuentas falsas, dejó claro que se queda con su propia red social: “Será mucho más pequeño, pero mejor. ¡AMO TRUTH!”.
Lo cierto es que Truth Social, pertenece a Trump Media & Technology Group (TMTG), de la que Trump es presidente y fundador. Según desveló un folleto registrado ante el supervisor, el expresidente se ha comprometido mediante un contrato a usar esa red social para todos sus mensajes y solo puede repetirlos en otras al cabo de seis horas. La empresa de Trump perdería todo su valor sin él como agitador.
Sin esperar a que se cree el consejo, el magnate ya ha dejado una directriz: “Cualquier persona suspendida por razones menores y dudosas será liberada de la cárcel de Twitter”. Cómo se interprete eso es harina de otro costal. La Liga Antidifamación ya ha hecho una lista de personas que considera peligroso que vuelvan a la red, además de Trump: “el supremacista blanco y exlíder del Ku Klux Klan David Duke, el nacionalista blanco Nick Fuentes, el teórico de la conspiración Alex Jones, el exasesor de Trump Steve Bannon y el misógino Andrew Tate”.
La prueba para el discurso de la libertad de expresión absoluta del nuevo dueño de Twitter no se limita, obviamente, a Estados Unidos. Solo unas horas después de que Musk declarara el cierre de la operación tuiteando “el pájaro está liberado”, el comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, le respondió: “En Europa, el pájaro vuela según nuestras reglas”.
Con todo, no es en Europa donde se darán los mayores problemas. Tesla, la empresa que ha convertido a Musk en el hombre más rico del mundo, tiene una presencia muy importante en China, donde no hay libertad de expresión y el escepticismo sobre que el magnate vaya a desafiar la censura china es generalizado. Lo mismo ocurre con otros países. El príncipe saudí Al Waleed bin Talal se ha convertido en el segundo accionista de Twitter, al convertir su participación anterior, valorada en 1.890 millones de dólares al precio de la oferta, como ya había anunciado. Entre los socios que acompañan a Musk también están un fondo soberano de Qatar y otro de capital riesgo de Dubai. La libertad de expresión no es muy absoluta en esos países.
En su mensaje a los anunciantes, el multimillonario decía que no compraba Twitter para ganar dinero. De momento, según los cálculos de Bloomberg, que junto a Forbes es la referencia en la medición de las grandes fortunas, con el cierre de la operación Musk ha perdido 10.000 millones de dólares, el sobreprecio de su inversión en la empresa. Vijaya Gadde, en cambio, se llevará por su despido una indemnización de 21 millones.
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