Caritas y corazones: cómo los emojis comunican la emoción
Procesamos la emoción de los mensajes acompañados de un emoji de forma más intensa que los que son solo texto. Y nuestra respuesta física es similar a cuando lo que tenemos delante es una persona y no una pantalla.
Llevan tanto tiempo entre nosotros y, sobre todo, su uso está tan extendido, que es difícil recordar una época en la que los teclados del móvil y las distintas aplicaciones no tenían un botón que se abría mostrando multitud de caritas y pequeñas ilustraciones de todo tipo. Sin embargo, estos caracteres no llegaron a Gmail hasta 2008 (muy distintos a los actuales, unificados bajo el consorcio Unicode...
Llevan tanto tiempo entre nosotros y, sobre todo, su uso está tan extendido, que es difícil recordar una época en la que los teclados del móvil y las distintas aplicaciones no tenían un botón que se abría mostrando multitud de caritas y pequeñas ilustraciones de todo tipo. Sin embargo, estos caracteres no llegaron a Gmail hasta 2008 (muy distintos a los actuales, unificados bajo el consorcio Unicode), a iOS hasta 2010 (antes en Japón) y a Android hasta 2013. Antes, era necesario recurrir a su antecesor directo, el emoticono.
Estos signos nacieron de una necesidad: la de otorgar a nuestros mensajes escritos algo equivalente al lenguaje no verbal. Si solo tenemos un texto, casi siempre escueto, y no vemos ni la cara ni el cuerpo ni oímos la voz de nuestros interlocutores, ¿cómo reconocer la intención real del mensaje? ¿Está contento o enfadado? ¿Habla (escribe) en serio o de forma irónica? Ese dibujito que acompaña a las palabras ayuda a ponerlo todo en contexto.
“Los emojis realizan una función análoga a la información no verbal en la comunicación cara a cara. Tienen dos funciones básicas. Una es la de comunicar emociones, informar del estado de ánimo del emisor o de sus actitudes y opiniones (agrado, aprobación, etc.). La otra es la de clarificar el contenido del mensaje y reducir su ambigüedad”, explica Pilar Ferré, directora del Grupo de Investigación Psicolingüística de la Universidad Rovira i Virgili, desde donde han estudiado el uso de los distintos emojis en español.
Que los emojis —y, antes, los emoticonos— sirven para transmitir emociones es algo que a nadie se le escapa. El propio nombre de estos iconos deja claro que la emoción es una función primordial, si bien es complicado atribuirle un significado emocional al emoji de un pie o al de un archivador. Ferré señala que hay dos grupos de emojis: “Por un lado, tenemos las caras y otros elementos, como corazones, que expresan mayoritariamente emociones”. Son los más usados, junto con los emojis que expresan gestos (como, por ejemplo, el del pulgar hacia arriba o hacia abajo). Después están todos los emojis que representan objetos o acciones, que se usan mucho menos y cuya función se centra más en “complementar, clarificar, o reafirmar el significado de la frase”.
Descartados estos últimos emojis para comunicar emociones, ¿se logra realmente transmitir cómo nos sentimos a través de una carita? “Los emojis en general parecen comunicar más el entusiasmo o la intensidad de una emoción cuando se añaden a un texto en comparación con cuando no se añaden”, indica Valeria Pfeifer, investigadora en ciencia cognitiva en la Universidad de Arizona y coautora de un estudio sobre el impacto de los emojis de caras en cómo percibimos la emoción de quien envía un mensaje y en cómo procesamos el texto.
Pilar Ferré hace referencia a otro estudio en el que se presentaban a los participantes frases cortas positivas o negativas (“estoy triste”, “estoy contento”, “es inteligente”, etc.), algunas solo texto y otras con un emoji al final. “Los resultados mostraron que los mensajes con emojis se percibían como emocionalmente más intensos que sin emojis, de modo que los mensajes positivos se percibían como más positivos cuando iban acompañados de un emoji alegre, mientras que los mensajes negativos se percibían como más negativos cuando iban acompañados de un emoji triste”, detalla Ferré.
En ese mismo estudio también se pedía a los participantes que informaran de cómo se sentían después de leer el mensaje. Se vio que “el contagio emocional (es decir, sentirse triste tras leer un mensaje triste) era mayor cuando el mensaje contenía un emoji al final”.
La importancia de las caras
Estos emojis de caras, a los que Emojipedia llama “bolas amarillas de emoción”, funcionan de forma sorprendentemente similar a las expresiones faciales en persona, según han concluido varias investigaciones. Por ejemplo, en un estudio publicado en Biological Psychology en 2021, se indicaba que nuestra respuesta neural al ver un emoji que expresa dolor es parecida a la de cuando vemos ese dolor en una cara, aunque en una intensidad algo menor.
En la investigación de Pfeifer llegaron también a una conclusión muy curiosa que separa a los emojis de caras que expresan emociones positivas de aquellos que muestran tristeza o enfado: los positivos nos llegan de forma más general (alegría), mientras que los negativos transmiten emociones de forma más específica. “Se podría decir que los emojis positivos comunican cordialidad y calidez general entre emisor y receptor. En contraste, al añadir un emoji negativo, como el de llanto o el de ceño fruncido, comunicamos una emoción mucho más específica al receptor. Creemos que esto puede ser porque las emociones negativas son más importantes que las positivas en esta forma de comunicación. Por ejemplo, me importa si mi interlocutor está enfadado o triste, porque son emociones que requieren respuestas diferentes”, elabora Pfeifer por correo electrónico.
Entre los emojis que transmiten emoción, como explicaba Ferré, hay también unos pocos que no representan un rostro. Son principalmente los corazones en toda su variedad, aunque también se utilizan otros en menor medida, como las estrellitas chispeantes para expresar alegría, por ejemplo. ¿Sentimos lo mismo cuando nos llega uno de estos emojis en los que entendemos una emoción, pero no vemos una cara?
Es difícil decirlo, ya que no es una comparación del todo justa. “No es muy común disponer de una cara y de algún otro emoji que no sea una cara para expresar la misma emoción”, señala Pilar Ferré, haciendo referencia a un estudio en el que colaboraron la Universidad Rovira i Virgili, la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Murcia en el que pidieron a los usuarios su valoración de una serie de variables sobre más de 1000 emojis. En los casos en los que sí existían esos emojis sin cara para expresar emociones, como las mencionadas estrellitas, la flor marchita para la tristeza o el bocadillo de diálogo de enfado para, sí, el enfado o la rabia, “la emoción percibida es claramente más intensa con las caras”. Sin embargo, apunta, el emoji del corazón es una excepción: su valoración es muy parecida a la de la cara con ojos de corazón.
Caras poco claras
Pese a lo mucho que ayuda a la comunicación introducir emojis para aclarar la intención del mensaje o percibir cómo se siente quien lo envía, no todas estas caritas son igual de claras. Al fin y al cabo, hay unos cien emojis faciales. ¿Qué queremos decir exactamente al incluir alguno de los más recientes, como el de la cara derretida o el emoji sonriente con una lágrima?
Entre los emojis más usados (el decimotercero en Twitter, según emojitracker), está una de estas caras sobre la que parece no haber demasiado consenso: la que hace una mueca en la que muestra todos los dientes. Si bien en su descripción oficial se relaciona principalmente con emociones negativas como nerviosismo o incomodidad, en un estudio de 2016 la mitad de los participantes lo relacionaban con emociones positivas. En otro de este año, comenta Pilar Ferré, se relacionaba con 14 emociones diferentes.
Otra fuente de malentendidos son las ligeras diferencias que puede tener un mismo emoji según la plataforma en la que se lea. En abril de 2020, en plena novedad pandémica, la actriz Jameela Jamil tuiteó desde su iPhone el emoji “mano sobre boca” para comentar el shock que le producían unas imágenes sobre la situación en los supermercados. Sin embargo, lo que ella veía como una expresión claramente negativa, en Twitter desde el ordenador se veía con ojos sonrientes, con lo que parecía que se estaba riendo de la situación.
Dos años después, este verano, Unicode solucionó el problema y convirtió el emoji en dos para evitar confusiones así: ahora hay uno con ojos neutros, para expresar esa sorpresa, y otro con ojos sonrientes, para expresar risa.
Para Valeria Pfeifer es también importante tener en cuenta que algunos emojis pueden significar cosas distintas para distintos grupos de gente. Pone como ejemplo el de la calavera, que las generaciones más jóvenes usan para comunicar humor, algo que “no sería interpretado del mismo modo por personas que son mayores”. Aun así, aclara que los malentendidos son algo común en todo tipo de comunicación, con texto, emojis o hablando, por lo que no habría que tenerles miedo y, simplemente, aprender de ellos. Al fin y al cabo, concluye, los emojis ayudan también a crear cercanía y a mantenerla. Cualquier emoji mal entendido puede salvarse con todo el contexto previo y posterior de la relación.
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