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Su negocio en nuestras venas: en Torrejón o en Alzira, el peligro es la ideología

Ayuso denuncia ahora a quien “haga prevalecer una vida sobre la otra” tras permitir que algunos empresarios sin escrúpulos gestionen la salud de todos

“Necesitamos una sanidad libre de ideología, prejuicios e ingeniería social y, en cambio, sabemos que debe primar el rigor científico y técnico, la lealtad, la plena colaboración y la transparencia”. Cuando Isabel Díaz Ayuso pronunció estas palabras hace unos meses, no podía imaginar el tsunami de indignación ciudadana que se le venía encima tras ...

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“Necesitamos una sanidad libre de ideología, prejuicios e ingeniería social y, en cambio, sabemos que debe primar el rigor científico y técnico, la lealtad, la plena colaboración y la transparencia”. Cuando Isabel Díaz Ayuso pronunció estas palabras hace unos meses, no podía imaginar el tsunami de indignación ciudadana que se le venía encima tras los audios revelados por EL PAÍS esta semana. Ahora, los madrileños saben que un hospital que debía atenderles con “rigor” y “lealtad” en realidad estaba planeando, sin “transparencia”, cómo dejar a pacientes tirados para poder ganar más dinero.

Cuando el consejero delegado de Ribera Salud, Pablo Gallart, reclamaba a sus mandos usar la “imaginación” para mejorar la cuenta de resultados, se refería a ingeniosas propuestas como reutilizar material sanitario de un solo uso. No hablamos de reusar mascarillas, empapadores para camillas o cosas así que pudieran darnos asquete: los empleados recibieron la instrucción de reutilizar unos finos tubos que te meten por las venas. La imaginativa solución era esterilizar en la casa esos catéteres intravenosos, que pueden costar 2.000 euros, para usarlos en las venas de 10 personas y no solo una. Negocio seguro, pero no tan seguro para los pacientes.

El viernes, la Comunidad de Madrid se apresuró a señalar que “no existe evidencia que indique reutilización de productos sanitarios de un solo uso”. Pero lo que EL PAÍS publicó es que se había dado esa orden, que es la documentación a la que hemos tenido acceso, y no “que se ha estado reutilizando”, como manipuló el sábado Ayuso. Les parecerá poco: la mera idea de hacer caja arriesgando la vida de la gente ha llenado las redes con emojis de la carita con ganas de potar. Es ideología en estado puro. El resultado de una decisión política absolutamente podrida de ideología: la que pone la salud al servicio de los empresarios.

Las revelaciones de este periódico han abierto una brecha de desconfianza tan difícil de cerrar que hasta Ayuso ha tenido que reconocer la gravedad de lo ocurrido: “Cualquier persona que utilice la Sanidad de Madrid para hacer ningún tipo de negocio y que haga prevalecer una vida sobre la otra tendrá respuesta contundente y sin paliativos”. Ahora, la maquinaria mediática de Ayuso querrá que se hable de la edición de los audios en lugar de las órdenes que se daban en ellos. Órdenes que se refrendaron después de la reunión, como ha publicado este periódico, que demuestran que los audios iban en serio.

Llevamos tres décadas recelando de este modelo —de esta decisión política— que pone la gestión de hospitales públicos en manos interesadas en la cuenta de resultados: el modelo Alzira. Pero las palabras del CEO de Ribera Salud cazado en estos audios resonarán para siempre en el imaginario colectivo: esos “cuatro o cinco millones” que necesitaba Ribera Salud para que la matriz francesa venda sus acciones más caras. ¿Quién va a poner un pie en un hospital con este modelo sin sospechar que, en lugar de un simple catéter, le van a meter rentabilidad, ahorro, ebitda y accionariado en las venas?

El expresidente valenciano Carlos Mazón ahora mismo tiene cosas más urgentes de las que preocuparse. Pero con este escándalo hemos recordado que en mayo renovó el convenio para que Ribera Salud siga gestionando el Hospital Universitario de Vinalopó, en Elche. Es el último con el modelo Alzira que queda en manos de la autonomía y la empresa que lo inventaron.

Cuando en 2018 se tomó la decisión política de que lo público recuperara la custodia de los otros hospitales alzirados, se encontraron el desastre: equipamientos para tirar a la basura, plantillas raquíticas, infraestructuras tan hechas polvo que la Generalitat de Ximo Puig tuvo que inyectar millones de euros para recuperarlas. 25 años después de que se pusiera en marcha el sistema, ¿qué político se atrevería hoy a renovar ese convenio, después de escuchar lo que se dice sin tapujos en las reuniones de los directivos?

Con este escándalo, desaparecerá el modelo Alzira, que ya mostraba signos de agotamiento después de que estas empresas hayan exprimido lo público. Pero aparecerán otros, porque el problema para nuestra salud es la ideología que hay detrás, que consiste en usar la “imaginación” para inventar modelos, estratagemas, para poner la Sanidad al servicio de los empresarios del sector y luego dejarles hacer hasta que los hospitales se caen a cachos o empiezan a experimentar con los pacientes para ahorrar costes.

Ayuso reclamaba una “sanidad libre de ideología” mientras permite que empresarios sin escrúpulos parasiten la salud de todos. El problema es el modelo Torrejón: meternos su ideología, el capitalismo salvaje, en nuestras venas.

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