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Uno de cada 10 españoles dice que ha dormido en la calle alguna vez por dificultades económicas

Una encuesta publicada por la fundación Hogar Sí alerta de que más de un cuarto de la población ha presenciado algún acto de odio hacia personas sin hogar

Uno de cada diez españoles afirma que en algún momento de su vida se ha visto obligado a dormir en la calle o en algún espacio público abierto debido a dificultades económicas. Esta es una de las conclusiones del estudio que la fundación Hogar Sí, especializada en la lucha contra el sinhogarismo, ha publicado este martes, tras haber encuestado a 1.500 personas. Otro 8,1% ha tenido que recurrir en alguna ocasión, por los mismos motivos, a un alojamiento temporal de emergencia como un albergue. Unas cifras que impactan por su dimensión, muy alejadas de las 37.000 personas que, según estiman las organizaciones especializadas, viven sin hogar.

La organización explica que es posible que el dato englobe casos que no estén relacionados con el sinhogarismo, pero apunta que su magnitud es elocuente. “Es posible que haya un porcentaje de respuestas que estén provocadas por situaciones que estén alejadas de la exclusión social. Por ejemplo, un joven que duerme fuera en un viaje o alguien que pasa una noche en un coche. O situaciones muy transitorias, como una pérdida de llaves que obliga a dormir fuera de casa”, apunta José Manuel Caballol, director general de Hogar Sí. “O alguien que recurre a un alojamiento que puede usarse en otros contextos, como por ejemplo emergencias [climáticas]”, prosigue.

Pero, pese a que es “altamente probable que muchas fueran situaciones excepcionales o puntuales”, reza el informe, “la magnitud” no puede explicarse solo con esta circunstancia, se añade. Caballol apunta: “El sinhogarismo es un pozo, por el momento pequeño pero muy profundo, que rondan millones de personas y al que caen, afortunadamente, por el momento poco. El problema es que el que cae tarda mucho en salir”, afirma.

En el sondeo, el 22,4% de los encuestados responde que, debido a dificultades económicas, se han visto obligados a alojarse temporalmente en casa de familiares o amigos. El 10,9% dice que alguna vez ha tenido que dormir en lugares no concebidos como alojamientos permanentes, como coches o trasteros. El 10,1% ha tenido que hacerlo en la calle o espacios públicos (una cifra que se eleva al 12,7% en el caso de los hombres). Y el 8,1% en algún alojamiento de emergencia.

“Estos datos son coherentes con otras investigaciones anteriores”, se señala en el informe. Donde se cita una encuesta europea que concluyó en 2017 que el 4,96% de la población se había encontrado en situación de sinhogarismo alguna vez, un dato que en España (en base a 500 encuestas telefónicas) se elevó al 12,96%.

La “brecha” entre las cifras oficiales y los datos llama a “ampliar los instrumentos de medición y las políticas públicas”, se lee en el informe. Con el objetivo de poder afinar más a la hora de realizar un diagnóstico certero. Y también para “abarcar no solo los casos más visibles, sino también aquellos menos documentados, como el sinhogarismo oculto, temporal o informal”.

Cómo percibe la ciudadanía el sinhogarismo es exactamente lo que trata de dilucidar el estudio, realizado por 40dB. a partir de encuestas online. Según la fundación, se trata de la primera vez que se elabora un sondeo de estas características en España. El 74,5% de los encuestados considera que el sinhogarismo ha aumentado en la última década, “en estrecha relación con la crisis de acceso a la vivienda”, se destaca en un comunicado. Caballol lo reitera: la cifra ha crecido un 25% entre 2012 y 2022, último año en que se publicó la encuesta del INE sobre personas que acuden a centros, un dato que las entidades elevan hasta 37.000, incluyendo también a las personas que no pasan por establecimientos, sino que están directamente en la calle.

El estudio arroja otro dato preocupante: más de un cuarto de la población ha presenciado algún acto de odio hacia personas sin hogar. Más del 60% de quienes fueron testigos actuaron o bien llamando a la policía o interviniendo directamente para que la situación no se alargara en el tiempo. “Según los datos de nuestro observatorio, alrededor del 47% refieren haber sufrido algún tipo de delito de odio. Estar en la calle supone un riesgo para la vida de la gente”, sostiene Caballol.

Si bien el 60% de las plazas siguen estando en centros colectivos, según los datos del INE, el 73,6% de los encuestados considera que los albergues no son la solución. El modelo tradicional, pues, “está agotado”. Hogar Sí defiende que la atención se dé directamente en domicilios integrados en la comunidad, y así lo promueve a través de sus programas. Apenas un 12% de la población muestra algún tipo de reticencia a que existan recursos basados en vivienda cerca de sus domicilios.

El sondeo también revela “el rechazo muy mayoritario de la ciudadanía a la arquitectura hostil” en las ciudades, expone Caballol, así como a las multas a las personas sin hogar “o que se les obligue a desplazarse y se impida así su proceso de recuperación”. Además, los ciudadanos muestran un claro rechazo a situaciones como ser excluido de tratamientos médicos por no tener un lugar donde recuperarse o no poder acceder a servicios básicos por dificultades en el empadronamiento.

Según el director general de Hogar Sí, “la ciudadanía entiende de manera muy acertada cuál es el problema y qué dimensión tiene y cuál tiene que ser la respuesta”. Y el sondeo refleja “muy poca polarización” en este asunto. Hay dos factores que precipitan el sinhogarismo, explica Caballol, “la dificultad de acceso a una alternativa residencial que se pueda pagar y la fragilidad de los sistemas de protección que tenemos, una vez que la persona cae en ese pozo.” Y concluye: “Una vez que la persona cae, tenemos que conseguir poner una escalera mecánica, un ascensor. Ahora mismo le tiramos una soga, y a ver si puede salir”.

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